Capítulo 37

Hola Chicas!!! :D Cómo les va?! Qué tal pasaron el finde??? MUCHAS GRACIAS a Faty por subir nove ayer! Y si no leyeron su nove… IMPERDIBLE! Ya esta por acabar pero RECOMENDADÍSIMA! Y Gracias a ustedes por los comentarios y sus deseos! Son GENIALES!!! Besos y que empiecen de 10 la semana! ;)

Twitter: @Caparatodos

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—Está bien. Si te hace sentir mejor, si fuera tú, yo tampoco habría ido a ninguna parte conmigo a menos que se lo contará a alguien en quien confiara. Lo que sucede es que no habría elegido a Gastón.

El cumplido, aun con su doble sentido, lo complació.

Capítulo 37:

—Puedes cambiar la música si quieres —dijo él—, pero…

Ella se abalanzó sobre la radio. Mozart dejó de sonar abruptamente para ser reemplazado por Beethoven, después Haydn. Recostándose, se cruzó de brazos.

—¿Sólo tienes muertos en tu repertorio?

—A ti te gustan las antigüedades. Pensaba que apreciarías la música clásica.

—Sí… pero no en un carro descapotable a lo James Bond.

—No soy Ja…

Apagó la música con un movimiento rápido y comenzó a sintonizar cadenas de radio hasta que algo con una fuerte percusión, guitarras eléctricas y alaridos apenas afinados hizo que se iluminara el ecualizador. Lali subió el volumen y se acomodó de nuevo mientras él reía.

—¿Qué demonios es eso?

—¿A quién le importa? Tiene ritmo.

Apoyando una vez más la barbilla en el brazo, Lali entornó los ojos para protegerse de la cálida brisa que se colaba bruscamente dentro del auto. Adoraba Buenos Aires. Pasaron por una avenida extensa y llena de árboles, interrumpidas por diminutas casas apartadas de la autopista en caminos de tierra con autos oxidados decorando el jardín delantero. Más arboledas dispersas de robles de doscientos años de antigüedad y sauces llorones se extendían a lo largo de las orillas de los riachuelos, gigantescas figuras se mostraban empequeñecidas por torres de vidrio y acero en las áreas comerciales.

Y Pilar, aun sin el encanto de las residencias más acaudaladas del país comprimidas en unos pocos kilómetros de paraíso, le fascinaba, si cabía, todavía más. Belleza y antigüedad aisladas y corrupción moderna… el lugar perfecto para un ladrón de guante blanco. Echó de nuevo un fugaz vistazo a Lanzani. En su trabajo, se suponía que a Lali no debían gustarle las sorpresas. Otra sorpresa más.

Por otra parte, la sorpresa tenía sus inconvenientes. Lali ladeó la cabeza un poco para ver el reflejo del retrovisor.

—Cambia de carril —le dijo.

—¿Para qué?

Mantuvo la postura relajada, recordándose que Lanzani era un hombre de negocios y no un ladrón.

—Porque quiero ver si el auto de atrás también cambia de carril.

Él mantuvo la mirada en la carretera.

—¿El sedán beige?

—¿Te diste cuenta? —preguntó, tan sorprendida que se enderezó.

Peter asintió.

—Lleva detrás de nosotros desde antes de entrar a la carretera, pero ésta es una vía principal.

—De acuerdo, eres observador, pero tienes que practicar con la paranoia. Cambia de carril. Dirígete a la salida.

—¿Te pasa esto seguido?

Ella le lanzó una sonrisa.

—Sólo desde la pasada semana, más o menos. Por lo general, se supone que nadie sabe quién soy.

—Demasiado tarde para eso. —Deslizó la mirada al retrovisor. Medio minuto después, el sedán cambió de carril para unirse a ellos.

—Todavía puede tratarse de una coincidencia —murmuró, pero mantuvo la atención en el espejo mientras se desplazaba al carril exterior. El sedán los siguió—. O no.

—¿Ves?, la paranoia puede salvarte la vida. Acelera.

—¿No quieres saber quién es?

—¡Pues no! La curiosidad mató al gato, Lanzani, y yo soy un gato.

—Yo soy un lobo —repuso él, y pisó el freno.

Con sistema de frenos antibloqueo de alta tecnología o sin él, las llantas del SLK echaban humo cuando se detuvieron en seco. El tráfico era bastante ligero, pero Lali no pudo evitar ahogar un grito cuando un camión con acoplado los pasó, el conductor les sacó el dedo como saludo y tocó la bocina.

—¡Caramba!

El sedán, que no tenía frenos antibloqueo, corcoveó violentamente, mientras éstos no dejaban de chirriar, y pasó a escasos centímetros de ellos hasta el barro que había más allá del estrecho carril de servicio. El conductor logró controlarlo antes de que se fuera a la mojada hierba. El tipo sabía conducir, y aquello respondía a unas cuantas preguntas. Se detuvo bruscamente a un lado de la carretera y a unos cien metros delante de ellos.

—Voilá —dijo Lanzani, acelerando de nuevo y deteniéndose delante del sedán.

—De acuerdo, a menos que estén armados.

Lanzani se dispuso a desabrocharse el cinturón al tiempo que de la guantera sacaba lo que parecía una pistola calibre 30.

—Me gusta estar preparado.

—Nada de pistolas —espetó Lali, desabrochándose su propio cinturón y saliendo apresuradamente del vehículo—. Además, sólo conseguirías que te arrestasen. —La puerta de copiloto del sedán se abrió con un chirrido—. Buenas tardes, detective Castillo —exclamó, acercándose mientras éste salía. «Muéstrate amable», se dijo.

—¿Me pueden decir que fue todo eso? —refunfuñó el detective.

—Es culpa mía —respondió Lali, al darse cuenta de que Lanzani iba detrás de ella—. Noté que nos estaban siguiendo y le sugerí al señor Lanzani que se detuviera —reprimió una sonrisa de reproche—. Me temo que le entró pánico.

—Y una mierda —interrumpió Lanzani—. ¿Por qué me siguen?

—No te están siguiendo a ti; me están siguiendo a mí —contestó Lali—. Pero ya le dije que soy una buena chica, detective. Aunque debo decir que podría haber puesto sobre aviso a cualquiera que estuviera siguiendo al señor Lanzani. —Señaló al sedán sin tener que ocultar su desprecio—. Nadie alquila esos autos a los turistas, y ningún ladrón o matón que se valore conduciría un viejo vehículo color beige. Maneja mejor que los periodistas, así que tenían que ser policía.

—Ah. Entonces, ¿por qué ha intentado matarnos?

Lanzani se puso delante de ella.

—No fue ella. Me entró pánico, ¿recuerda? ¿Necesita algo, detective?

—No. Nada en especial. Pero recuerde, señor Lanzani, si a usted lo matan, a mí me despiden. No debería andar por ahí.

—Iré con cuidado. —Peter tomó a Lali del brazo—. ¿Nos vamos, Mariana? Llegaremos tarde.

Continuará…