Capítulo 65

Hola Chicas!!! Qué tal?! GRACIAS por sus comentarios, sus hipótesis y sus “mejórate” son lo más! No se si pueda hacer maratón mañana… Igual mañana veo! Dependiendo como me sienta y eso! Pero si no queda pendiente ;) Besos y nos leemos mañana! Disfruten el finde!!!!

Twitter: @Caparatodos

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¡Ahhh!, mirara donde mirase encontraba más preguntas que respuestas. Y tanto si Dante estaba arrestado como si no, no podía deshacerse de la sensación de que aquello no había acabado. Dejó a Castillo junto a la puerta principal y regresó arriba, a su despacho.

Capítulo 65:

—¿Dónde está Mariana? —preguntó tan pronto entró en la habitación.

Dalmau estaba sentado en la mesa de conferencias, solo, hojeando el periódico.

—Dijo que estaba muerta de hambre y se fue a por algo de comer.

—Está bien. —Había olvidado que no habían comido nada desde el postre de la noche anterior—. ¿Quieres un sándwich?

—No. —Pasó otra página.

Con una mueca debido al cansancio, Juan Pedro se sentó a la mesa.

—¿Y qué piensas de todo esto?

—No quieres saberlo, Peter.

—Hum, no importa. Te pido que hables ahora o calles para siempre, Gas.

—Muy bien. —El abogado cerró el periódico—. Uno, te acuestas con una conocida ladrona. Dos, si la tablilla que encontraste hubiera sido la auténtica, estarías arrestado por fraude a la compañía de seguros. Tres, has dejado que Dante vaya a la cárcel sin pestañear. Cuatro, no creo que haya cometido dos, casi tres, asesinatos por una tablilla de piedra. Así que, quinto y último, ¿para qué cometer homicidios múltiples?

—Dante tiene algo que ver con esto.

—¿Lo bastante como para dejar que lo metan a la cárcel? Lo conoces desde hace diez años, ¿por qué deshacerte de él por alguien a quien conoces hace menos de una semana y a quien hasta has atrapado entrando a tu propiedad dos veces?

«¿De verdad hacía menos de una semana?» Tomar decisiones jamás había sido un problema para él, pero…

—Si Dante no ha tenido nada que ver en esto, me ocuparé de que tu estudio lo represente. Pero, francamente, Gastón, ¿quién crees que es más probable que mienta?

Dalmau lo fulminó con la mirada, luego se levantó para sacar una botella de agua de la refrigeradora.

—Entre tú y yo, creo que Espósito no estaría aquí de haberlo hecho. Y no intentaría culpar a otro.

—¡Eh! Apuesto a que haber dicho eso te ha dolido. —A pesar de la broma, Juan Pedro se sentía en cierto modo agradecido. No quería ni imaginar lo que diría Gastón si supiera las sospechas que Lali albergaba con respecto a él.

—No tienes ni idea. —Tomando un trago de agua, el letrado se dirigió hacia la puerta—. Voy a bajar y a encargarme de que Dante tenga una representación adecuada. En cualquier caso, a la larga nos dará buena imagen. Alguien tiene que mantener tu popularidad con los medios y con la comunidad local.

Juan Pedro se unió a él mientras recorría el pasillo.

—Prefiero no hacer ningún comentario sobre eso. Pero, si tal y como sospecho, lo hizo, más le vale quedarse en la cárcel por su propia seguridad.

Gastón se detuvo de nuevo en la puerta principal.

—Muy bien, una pregunta más.

—¿Sí?

—Lo tuyo con Espósito. ¿Va en serio?

—No lo sé. —Parte de él no quería pensar en eso. Lali estaba allí, y él disfrutaba de su compañía. Tal como había señalado Gastón, se conocían desde hacía menos de una semana. Haría falta más de una semana para comprender aquello… para comprenderla a ella.

—Esto no pinta bien —respondió Dalmau con un tono exageradamente cansado—. ¿Por qué no vienen los dos a cenar esta noche?

Juan Pedro sonrió antes de poder contenerse.

—¿Me estás hablando en serio?

—Sí. Le hablé a Rochi de ella… no di detalles, no te preocupes, y sugirió que vinieran a cenar. Pollo a la parmesana, seguramente, o algo así. ¿A las siete?

—Claro. ¿Por qué no?

Domingo, 3:21 p.m.

Mariana estaba observando mientras Hans retiraba la corteza del pan.

—Eres un artista —declaró, apoyando ambos codos en la encimera.

El hombre le lanzó una breve mirada.

—No es más que un sándwich, señorita.

—Llámame Lali. Y sí, lo es, pero yo siempre hago las cosas deprisa y corriendo. —En realidad, con frecuencia se olvidaba de comer hasta que su estómago se lo recordaba. Ésa era una de las cosas más peculiares e irresistibles de estar en compañía de Peter; podía darse su tiempo y verlo cocinar un filete a la parrilla o esperar mientras su chef, de renombre mundial, le preparaba un sándwich, y luego disfrutarlo con tranquilidad—. Cocinar proporciona cierta… paz, ¿verdad?

Hans sonrió.

—Creo que tú también puedes ser una artista. —Le entregó el plato de porcelana y sacó una lata helada de coca cola light de la refrigeradora de bebidas—. La mayoría de los invitados del señor Lanzani no saben dónde está la cocina, mucho menos se fijan en que se les quita la corteza.

—Ellos se lo pierden. Todo está en los detalles, Hans.

Ya con el almuerzo se dirigió arriba. Gastón tendría bien merecido que regresara al despacho y se lo comiera delante de él, pero necesitaba pensar y por eso se dirigió hacia la biblioteca. Estaba un piso más arriba y a media ala de distancia del despacho de Peter, pero según Hans, aquél era uno de los recorridos más interesantes de la casa.

No sabía si Peter adquiría personalmente las piezas de su colección o si encomendaba el trabajo a subordinados como Cortés, pero la combinación resultaba selecta y fascinante al mismo tiempo. No quería imaginar qué otros tesoros contenían el resto de sus residencias. Era una lástima que jamás fuera a verlos, puesto que el único modo de hacerlo sería cometer un robo, y no tenía intención de volver a robar nada que fuera de Peter.

Un mosaico romano, que adornaba la pared en tonos rojo, azul y amarillo, se desplazaba a lo largo de uno de los pasillos. Pasó con cuidado un dedo por la delicada cerámica, asombrada ante la idea de que los ciudadanos de Roma hubieran caminado por ella cuatro mil años atrás. A continuación se veía un muestrario de monedas romanas detrás de un cristal protector, seguido por un expositor de lanzas y cascos romanos.

Se preguntó cuan significativo sería que la mayor parte de lo que Peter coleccionaba hubiera pertenecido a guerreros: caballeros, centuriones, samuráis, conquistadores. El mismo era una especie de guerrero en el mundo de los negocios, supuso, y a juzgar por la calidad y cantidad de sus posesiones y conquistas, era el equivalente en el siglo xxi de Alejandro Magno… o Genghis Khan.

Lali se detuvo en la puerta de la biblioteca.

—¡Esto es increíble! —murmuró.

Continuará…