Capítulo 92

Hola, hola!!!!! ¿Cómo les va muchachas? Espero que todo bien y arrancando el viernes arriba!!!! Gracias por leer :D Besos y más tarde o mañana les subo el epílogo!!!!! ;) 

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—¿Vas a hacerlo? —preguntó Peter y Lali asintió—. Me apunto, ¿volvemos a la cama?

—Sí, trae los churros.

Capítulo 92:

Hora y media más tarde, Lali estaba acurrucada al lado de Peter y Elvis dormido a los pies de la cama, como un trozo de terciopelo sobre el satén azul lavanda. Peter respiraba lo suficientemente fuerte como para considerarlo roncar y le dio una palmadita en el hombro. «Hace un mes no lo conocía —pensó medio dormida— y ahora voy a pasar el resto de mi vida con él».

Entonces se alejó un poco. Aquello era ridículo. Totalmente irracional. «Al diablo la racionalidad», se dijo, pero aquel pensamiento no la abandonaba. Hay que estar loco para pasar el resto de tu vida con alguien a quien sólo conoces desde hace un mes, sobre todo si tiene semejante pasado.

Se zafó de su abrazo y cogió su camisa del suelo. Cuando se la puso no logró abrochársela. «En las películas siempre lo hacen», pensó ligeramente disgustada y volvió a dejarla en el suelo. Tiró del edredón, con lo cual se ganó un gruñido de Elvis y dejó a Peter bajo la sábana.

Después se sentó en el viejo sillón de su abuela e intentó poner sus pensamientos en orden. Elvis se acercó y se acurrucó en un extremo y Lali acercó la cabeza para acariciarlo y que ronroneara.

«Así pues, lo que tengo es al mayor jugador de la ciudad y creo que es el verdadero amor que durará para siempre. ¿Qué probabilidades tengo?», pensó. Al otro lado de la habitación, el reloj de la repisa de la chimenea marcó la medianoche.

—¿Qué haces? —le preguntó Peter desde la puerta.

—Son las doce y me voy a convertir en una calabaza —le explicó intentando sonar alegre.

—Eso explica por qué tienes este sillón —dijo sentándose a su lado. La rodeó con un brazo, la acercó y le dio un beso en la frente. Lali cerró los ojos y se inclinó hacia él con tanto amor que se sintió agotada. «Estoy metida en un problemón», pensó.

—¿Pasa algo? Pensé que todo estaba perfecto una vez que se habían ido los lunáticos.

—Y así es. Estoy intentando imaginar lo que vendrá a continuación.

—Después. Bueno, dale —le agarró la mano y bostezó—. Mañana llamaré a mi madre para que no nos tire una maldición e iremos a casa de tus padres para asegurarnos de que no se han vuelto locos.

—Siempre queda la esperanza —dijo Lali. El edredón le dejó al descubierto un hombro y Peter empezó a hacer círculos en la piel con el dedo mientras hablaba.

—Después buscaremos esa casa de la que hablabas, una que tenga una escalera de seis escalones solamente y compraremos un sillón nuevo —Lali sintió que empezaba a sonreír y que la alegría brotaba en ella en contra de todos los pronósticos—. Después nos casaremos y viviremos felices para siempre.

—Sí, ésa es la parte en la que estaba pensando —dijo mientras Peter se llevaba su mano a la boca y le besaba los nudillos.

—¿Crees que tendremos problemas? —preguntó Peter.

—No lo sé. Creo que nos querremos hasta el día de nuestra muerte, pero no sé si eso será suficiente. La vida no es un cuento de hadas.

—Bueno, es medianoche, hemos tenido una tarde completita y mi cerebro no procesa todo. ¿Qué te preocupa?

—El vivir felices para siempre —dijo a pesar de que sabía que podía sonar como una tontería—. Todo lo que acabamos de hacer, la parte del romance, las historias de los cuentos de hadas. Sé cómo van esas cosas, he leído los cuentos.

—¿Historias de cuentos de hadas?

—No te hablan de lo que pasa después del final feliz. Que yo sepa ahí es donde todo se arruina. El cincuenta por ciento de los matrimonios terminan en divorcio y sí, sé que esas estadísticas están desvirtuadas por la gente que se divorcia varias veces.

—Son las doce de la noche y me están hablando de estadísticas —le dijo Peter al gato.

—Y estoy preocupada. No hay ningún cuento que hable de lo que es vivir felices para siempre. Ahí es donde acaban todos, donde empieza la parte difícil.

—¿Y?

—Y ¿qué vamos a hacer? —preguntó mirándolo a los ojos.

—¿Quieres que me ponga a filosofar sobre el futuro ahora? No tengo ni idea ni de dónde he dejado los pantalones.

Lali lo miró con amor a pesar de que estaba despeinado, hacía chistes y no la estaba ayudando. «A pesar de todo», pensó sonriéndole.

—No, no sé en lo que estaba pensando. Vamos a la cama.

—Lo iremos solucionando día a día. Yo tampoco sé nada de estas cosas, no lo tenía planeado, pero creo que seguiremos juntos. Nos preocuparemos el uno del otro y nos daremos palmaditas en la espalda cuando las cosas vayan mal —Lali no parecía convencida y Peter le sonrió con tanto amor en los ojos que se sintió mareada—. Te apuesto cien pesos a que lo conseguimos.

«¿Qué probabilidades tengo?», pensó, y se dio cuenta con repentina nitidez de que jamás aceptaría esa apuesta, que sólo un perdedor apostaría contra ellos. «Esto es en serio —pensó llena de felicidad—. Es para siempre y tengo fe».

—¿La? —dijo antes de besarla con todo su corazón.

—No acepto la apuesta. Hay muchas probabilidades de que lo consigamos.

—Hay muchas probabilidades —repitió Peter antes de llevarla a la cama.

Continuará…