miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo 28

Listo chicas!!! Último capi de la maratón 2x1 con Faty (http://nohaytalcrisisnovelas.blogspot.com/) te quiero!!! :D Gracias por sus comentarios y me alegro que les guste!!! De paso es un punch para arriba para las que empiezan el cole mañana!!! Métanle eh y que lo empiecen GENIAL!!!! Besos ;) y hasta mañana

Twitter: @Caparatodos
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Peter, sin embargo, no se libraría de su frustración con tanta facilidad. Nunca había culpado a nadie, era el responsable último de cómo jugaba.

Capítulo 28:

Cuando el avión despegó de Santa Fe, se sentó en la cabina a oscuras reviviendo su pasado, y no precisamente los mejores momentos. El terrible dolor de las rodillas, las operaciones y los meses de rehabilitación. Su adicción a los tranquilizantes y los horrorosos dolores corporales y las náuseas que sintió cuando dejó de tomarlos. Y, en última instancia, su incapacidad para jugar a lo que más quería.

El fracaso susurró en su oído camino de casa, diciéndole que había perdido el norte. El resplandor de la pantalla de la computadora de Lali Espósito y el sonido de las teclas le aseguraron que todo el mundo lo sabría en breve. En la sección deportiva del periódico podría leer la crónica de su desastrosa noche.

En el aeropuerto de Buenos Aires, Peter se dirigió al estacionamiento para estancias de larga duración y se fijo en Lali, que cargaba sus pertenencias en un Honda Prelude. Ella lo miró al pasar, pero ninguno de los dos dijo nada. Ella no parecía necesitar que la ayudaran con las maletas, y él no tenía nada que decirle al ángel de la muerte y la oscuridad.

Las primeras gotas de lluvia mojaron el parabrisas de su camioneta mientras recorría los cuarenta y cinco minutos que lo separaban de su departamento en Buenos Aires. Nunca había vuelto tan triste a casa.

La luz de la luna atravesaba las altas ventanas del comedor mientras él se movía por su apartamento. Había quedado encendida una luz, que iluminaba directamente un sobre que reposaba sobre la encimera. Llegó a su dormitorio y encendió la luz. Dejó la puerta entreabierta y su bolsa en el suelo junto a la cama. Se quitó la casaca y la colgó en el closet. Desharía la maleta al día siguiente. Se encontraba cansado, aliviado de haber llegado a casa, y no deseaba otra cosa que echarse en la cama.

Estaba aflojándose el nudo de la corbata justo cuando Alelí llamó a la puerta y la abrió. Llevaba pantalones de pijama y un polo de Britney Spears. Parecía que tuviera diez años.

–¿Sabes qué, Peter?

–Eh, hola. –Peter miró su reloj. Era más de medianoche; ¿por qué no podía esperar a la mañana siguiente? Se preguntó si Alelí habría seguido ausentándose del colegio desde que habían hablado la última vez. Temía incluso averiguarlo–. ¿Qué pasa?
Abrió mucho sus ojos y sonrió.

–Quería preguntarte sobre la fiesta –dijo ella con una amplia sonrisa y los ojos muy abiertos.

–¿Qué fiesta?

–La del colegio.
Peter se acordó del sobre que estaba en la cocina. Se encargaría de él al día siguiente.

–¿Cuándo es?

–Dentro de unas semanas.
Tal vez dentro de unas semanas ella ya no viviría allí. Pero no tenía por qué saberlo en aquel instante.

–¿Quién te ha pedido que vayas con él?
Abrió incluso un poco más los ojos y se alejó de él dentro de la habitación.

–Tomás Montero. Está en el último grado.
Mierda.

–¡Toca en una banda! –añadió Alelí–. Lleva un aro en el labio y tiene piercings en la nariz y en las cejas. También tiene tatuajes. ¡Es increíble!
Mierda. Mierda. Peter no tenía nada contra los tatuajes, pero los piercings eran algo muy distinto. Dios bendito.

–¿En qué banda toca?

–Los Tornillos Lentos.
Genial.

–Tengo que comprarme un vestido. Y unos zapatos. –Alelí se sentó en el borde de la cama y juntó las manos entre las rodillas–. Felicitas dijo que me llevaría de compras. –Lo miró con expresión de súplica–. Pero es muy vieja.

–Yo soy un hombre, Alelí; no tengo ni idea de comprar vestidos para fiestas de fin de año.

–Pero tienes un montón de novias. Sabes mucho de vestidos bonitos.

Para mujeres. No para niñas. Y mucho menos para su hermana, sobre todo si era para ir a una fiesta a la que probablemente no iría. Incluso en caso de asistir, no iría con el tal Tomás de los Tornillos Flojos o como se llamara. El tipo con el aro en el labio y el piercing en la nariz.

–Nunca he tenido una cita –confesó Alelí.

Peter dejó caer las manos a los lados y la miró detenidamente. Observó que sus cejas parecían demasiado pobladas y su pelo parecía un poco seco. Saltaba a la vista que necesitaba una madre. Una mujer que le echara una mano. No a alguien como él.

–¿Cómo les gusta a los chicos que vistan las chicas? –preguntó.
«Lo más corto posible», pensó Peter.

–Manga larga. Pensamos que las mangas largas y los cuellos altos quedan muy bien. Y los vestidos largos, para que no podamos acercarnos demasiado.
Ella se echó a reír.

–Sí claro, ya hablando en serio.

–Te juro por Dios que sí, Alelí –dijo él. Se quitó la corbata y la dejó en la mesita de noche–. No nos gusta que enseñen demasiada piel. Nos gusta que vistan como si fueran monjas.

–Ahora sé que estás mintiendo.

Volvió a reír y él pensó que era vergonzoso que no la conociera mejor. Era su único pariente y no sabía nada de ella. Y cabía la posibilidad de que no llegara a conocerla mejor. Una parte de sí mismo deseaba que las cosas fuesen diferentes. Deseaba pasar más tiempo en casa, y saber qué era lo que Alelí necesitaba.

–Mañana después de clases te daré mi tarjeta de crédito. –Peter se sentó junto a ella y se desató los zapatos–. Compra lo que necesites y yo le daré mi visto bueno cuando lo traigas a casa.
Alelí se puso en pie, se encogió de hombros e hizo un tic con los labios.

–De acuerdo –dijo, y se fue a la habitación.

Caramba, iba a hacerla enojar otra vez. Pero ¿realmente esperaba ella que él la acompañara a comprar un vestido para fiesta de fin de año? ¿Como si fuera su novia? ¿Cómo podría molestarse por algo así? Ni siquiera le gustaba ir de compras con mujeres de su misma edad.

Continuará…

Capítulo 27


Hola Chicas!!!! Estoy aquí otra vez ♪ jajaajj con Faty (http://nohaytalcrisisnovelas.blogspot.com/) decidimos hacer una mini maratón 2x1 así que la que lea las dos noves firme firme en los dos blogs así subimos el 3er y último capi del día!!! Las quiero y mil gracias por su aguante siempre!!! Besos ;)

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–¿Qué tienen de malo mis zapatos?

Capítulo 27:

Por primera vez en la noche, Stefano se decidió a hablar:
–Son zapatos de hombre –dijo.

–¿Zapatos de hombre? –Lali lo miró–. Antes te defendí cuando hablaron de tu cresta de wachiturro. Esperaba algo más de ti, Stefano.
Bajó la mirada y pareció repentinamente interesado por algo que había al otro lado del local.

Peter arrojó los dardos y anotó ochenta y ocho puntos. Cuando Lali se dispuso a lanzar, todo Alumni empezó a burlarse de ella. La cosa se hizo políticamente incorrecta cuando decidieron que si ella vestía con colores oscuros era porque estaba deprimida por ser lesbiana.

–No soy lesbiana –insistió. Era hija única y había crecido sin chicos alrededor, a excepción de su padre, por supuesto, pero él no contaba. Su padre era un hombre serio que nunca bromeaba sobre nada. Ella no tenía experiencia afrontando las burlas a las que estaba siendo sometida.

–Tranquila, cariño –intervino Peter–. Si yo fuera mujer, también sería lesbiana.

Lali se dijo que tenía dos opciones. Molestarse o relajarse. Era periodista, una profesional. No estaba viajando con el equipo para hacer amigos y, ciertamente, no estaba allí para que se burlaran de ella como si hubiese vuelto a los tiempos de colegio. Pero la aproximación profesional no había dado resultado, y tenía que admitir que prefería ser objeto de burlas antes de ser ignorada completamente. Por otra parte, esos tipos también se metían con los periodistas hombres.

–Peter, realmente te has convertido en una vecina chismosa–dijo.

Peter rió entre dientes y sus compañeros lo imitaron. Durante el resto de la partida, Lali intentó tomarles el pelo, pero eran demasiado buenos y le llevaban muchos años de ventaja. Al final, ganó a Peter por una diferencia de casi doscientos puntos, pero perdió la batalla dialéctica.

De algún modo, gracias a haber soportado aquellas burlas y palabrotas, subió algunos escalones en la valoración de Alumni. Se habían reído de sus opiniones, de su manera de vestir, de sus zapatos y de su peinado, pero como mínimo no la habían ignorado. Sin duda se trataba de todo un progreso.

Cuando finalizara el partido de la noche siguiente, tal vez quisieran hablar con ella. No esperaba que sean amigos, pero quizá no le hicieran pasar tan malos ratos en el vestuario. Quizá le concedieran alguna entrevista y le dieran un respiro dejándose los calzoncillos puestos cuando ella estuviera presente.

-°-

Peter vio caer la pelota. Rojas la sacó del círculo central y la batalla entre Buenos Aires y Santa Fe dio comienzo.

Peter se persignó pero cuando se llevaban jugados diez minutos del primer tiempo, la suerte lo abandonó por completo. El wing derecho del CRAI, Manuel López, hizo un try. Fue un in-goal fácil. Peter debería haberlo previsto. Todo el equipo acusó la inclinación del marcador.

Cuando terminó el primer tiempo Peter había encajado cuatro tries. Dos minutos después de haber dado comienzo el segundo tiempo, Tomaselli recibió un tremendo golpazo en mitad de la cancha. Cayó al suelo y no se levantó. Tuvieron que sacarlo en camilla. Al cabo de diez minutos, Peter no bloqueó bien a un jugador y el quinto try del CRAI subió al marcador. El entrenador Vázquez reemplazó a Peter.

El espacio que separa la cancha del banquillo es el camino más largo en la vida de un rugbier. Todo jugador ha tenido alguna vez una mala noche, pero para Peter Lanzani era más que eso. Había tenido demasiadas noches malas durante la temporada que había jugado en Santiago del Estero como para no sentir sobre su cabeza el hacha del verdugo. Se había desconcentrado, sentía que había perdido la sincronización. A pesar de ver la jugada antes de que tuviera lugar, actuaba un segundo después. ¿Qué le pasaba? ¿Era el primer partido malo de un descenso en picado? ¿Un golpe de mala suerte o una tendencia? ¿El principio del fin?

Una aprensión y un miedo real que jamás se había atrevido a admitir ocuparon su pecho y recorrió su nuca. Lo sintió al tiempo que se sentaba el banquillo para ver el resto del partido desde allí.

–Todo el mundo tiene una noche mala –le dijo el entrenador Vázquez en el vestuario–. Ignacio la tuvo el mes pasado. No te preocupes, Peter.

–Ninguno de nosotros ha jugado como debía esta noche –le dijo Agustín.

–Deberíamos haber jugado mejor para ti –apuntó Rojas–. A veces olvidamos protegerte.
Peter, sin embargo, no se libraría de su frustración con tanta facilidad. Nunca había culpado a nadie, era el responsable último de cómo jugaba.

Continuará…

Capítulo 26


Hola!!! :D Cómo les va??? GRACIAS por sus comentarios de ayer y BIENVENIDAS las nuevas comentaristas!!!! ;D Besos … y hasta mañana!

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–¿Estoy consiguiéndolo?

Capítulo 26:

–No –mintió ella y caminó hasta el lugar donde estaban los jugadores–. ¿Van a acabarse las cervezas o no?
Pablo le dio una palmadita en la cabeza.

–Por supuesto, Tiburoncito.

¿Tiburoncito? Bueno, se había ganado un apodo, y debía de ser mejor del que sin duda utilizaban cuando ella no estaba delante. Y le había dado una palmadita en la cabeza como si de un perro se tratara. «Voy progresando», pensó mientras miraba a Peter levantar la mano, lanzar el dardo y clavarlo en el centro mismo de la diana.

–A Peter le molesta más perder que a cualquier otra persona que conozca –le dijo Agustín.

–Tal vez no le ganes –le advirtió Victorio–. Tal vez le dé la vuelta al marcador.

–Olvídenlo, chicos. –Lali meneó la cabeza mientras Peter clavaba el segundo dardo fuera del área de puntuación y maldecía como todo un jugador de rugby. –No voy a dejar ganar a nadie.

–Perder tal vez le haga jugar como un perro rabioso mañana por la noche en el partido.

–Sí, acuérdense de cuando perdió por la mínima a los bolos y la noche siguiente se llevó por delante a Martín –les recordó Felipe.

–Ese fullback es muy rencoroso.

–Esa noche jugaron al estilo antiguo.

–Fuera cual fuese la razón, se irritaron en medio de la cancha y, colega, fue bonito de ver.

–¿Hace cuanto fue eso? –quiso saber Lali.

–El mes pasado.

El mes pasado, y todavía le quedaba más de media temporada por delante. Peter seguía ante la línea de lanzamiento, mirando la diana como si se tratara de la meta de todos sus deseos. Un retazo de luz cruzó la barata mayólica de color rojo e iluminó sus zapatos de piel y sus pantalones negros. Entonces, como si se dispusiera a lanzar un misil, clavó el dardo en el doble veinte consiguiendo un total de sesenta y cinco puntos. Con la cara de pocos amigos con que le entregó los dardos Lali comprendió que no estaba satisfecho con la diferencia de setenta y cinco puntos.

–Si obtuvieres diez puntos adicionales por lo profundo que clavas los dardos, aún tendrías posibilidades de ganar –dijo ella–. La próxima vez, pon algo más de suavidad y algo menos de músculo.

–La suavidad no va conmigo.

¡Cómo si ella no se hubiera dado cuenta! Se colocó en posición, y justo cuando estaba a punto de lanzar el dardo, Peter dijo a su espalda:
–¿Cómo puedes recogerte el pelo tan fuerte?
Los demás jugadores rieron como si Peter fuera un tipo realmente divertido.
Lali bajó el brazo y lo miró.

–Esto no es rugby –dijo–. No se intimida al contrincante en el juego de dardos.

–Hasta ahora –replicó él con una sonrisa.
Lali decidió que le daría una paliza. Mientras Peter continuaba burlándose de ella, sus tres tiros sumaron cincuenta puntos. Su tanteo más bajo por lejos.

–Vas ciento dieciséis puntos por detrás de mí.

–No por mucho tiempo –gruñó él. Se acercó a la línea y consiguió un doble y un simple de veinte.
Había llegado el momento de que ella lo molestara un poco.

–Oye, Lanzani. ¿Lo que tienes encima de los hombros es una calabaza o sólo tu vacua cabeza?
Él la miró.

–¿No se te ocurre nada mejor que decir?

Los otros jugadores de Alumni parecían muy impresionados. Felipe se acercó a ella y le susurró al oído:
–No lograste impresionarlo.

–¿Qué demonios significa «vacua»? –preguntó Agustín.
Felipe respondió por ella.

–Significa vacía o hueca.

–¿Por qué no dices simplemente eso, Tiburoncito?

–Sí. No puedes molestar a nadie usando palabras como ésa.
Lali frunció el entrecejo y se cruzó de brazos.

–A ustedes cualquier frase que no empiece con «mierda» les resulta incomprensible.

Peter lanzó su tercer dardo y anotó un total de ochenta puntos. Era el momento de dejar de hacer el tonto y jugar en serio. Lali caminó hasta la línea, alzó el brazo y esperó a que empezaran los comentarios. Pero Peter permaneció en silencio, sin intentar ponerla nerviosa. Consiguió hacer un triple veinte, pero cuando se disponía a concentrarse otra vez, Peter dijo:
–¿Alguna vez llevas ropa que no sea gris o negra?

–Por supuesto –respondió ella sin mirarlo.

–Tienes razón. –Entonces, justo cuando iba a lanzar, añadió–: Tu pijama de vaquitas es azul.

–¿Cómo sabes que tiene un pijama de vaquitas? –preguntó uno de los chicos.
Peter no respondió y ella lo miró. Allí estaba, rodeado por sus compañeros, con las manos en jarras y una sonrisa en sus labios.

–La otra noche salí de mi habitación para comprar un paquete de M&M's –explicó–. Pensé que ya estarían todos en la cama, así que salí en pijama. Peter me espió.

–Yo no estuve espiando a nadie.

–Sí, sí que lo hiciste. –Lali lanzó el dardo y consiguió un doble diez.

Peter esperó hasta el preciso momento en que ella se disponía a lanzar el tercer dardo, para decir:
 –Y usa lentes de lesbiana.
Lali ni siquiera dio en la diana. Hacía años que no le ocurría algo así.

–¡No es cierto! –exclamó, y al instante se dio cuenta de que quizá se había mostrado demasiado vehemente.
Peter se echó a reír.

–Son unos lentes horribles, todos grandes y cuadrados de color negro, como los que llevan las chicas de hoy en día.
Los demás se reían a carcajadas.

–Lentes de lesbiana... –repitió Felipe, partiéndose el pecho de risa,
Lali desclavó los dardos de la diana.

–No lo son. Son perfectamente heterosexuales.

Dios del cielo, ¿qué acababa de decir? ¿Lentes heterosexuales? Aquellos tipos acabarían volviéndola loca. Respiró hondo para calmarse y le pasó los dardos a Peter. No permitiría que aquella pandilla de descerebrados la desconcentrara.

–No soy lesbiana –añadió–. Aunque no hay nada malo en serlo. Si lo fuera, lo sería con orgullo.

–Eso explicaría los zapatos –intervino Victorio.
Lali se miró los pies.

–¿Qué tienen de malo mis zapatos?

Continuará…

martes, 28 de febrero de 2012

Capítulo 25


SON UNAS GENIAS!!! En serio cambian mi humor! :D Las quiero y el capi va para todas pero en especial a @Vagomi (por hacerme un poco más el aguante ya es un exceso) , @R_Keny (espero que te mejores prontito), @jor_rosarina (por qué no! ella quiere que Lali se vengue YA jajaj), @aamoalaliypeter (a pedido porque el capi quedo corto no?! jajaja), @VickyDelsart (gracias por buscarme para seguir leyendo las noves), CHARI (gracias por firmar y la espera! Se que es tarde igual esto salió improvisado), ANONIMO (no sé quién eres :S pero querías llegar a las firmas, que por cierto no pedi, para que deje mas jajaja) y A CADA UNA DE USTEDES por leer, firmar y engancharse con las noves!!! En serio lo digo siempre pero es verdad SON LO MÁXIMO! No saben lo feliz que me pueden hacer con un comentario!!! Las quiero y ahora si hasta mañana ;) Besos y que sueñen lindo!

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–La suerte de los principiantes –respondió ella, vaciando su copa de un trago–. ¿Quién es el siguiente?

Capítulo 25:

–Yo–Peter dio un paso al frente y cogió los dados de Pablo. La luz de la barra proyectaba sombras sobre sus anchos hombros y un lado de su cara. Su cabello húmedo brillaba.

–Oye Peter, cuidado que es toda una profesional –le advirtió Pablo.

–¿De verdad? –Peter esbozó una media sonrisa–. ¿Eres una profesional, campeona?

–El hecho de que le haya ganado a Pablo, ¿me convierte automáticamente en una profesional?

–No. Le has hecho creer a Pablo que iba a ganar y después lo has destrozado. Eso sí te convierte en una profesional.
Lali intentó no sonreír, pero no pudo evitarlo.

–¿Tienes miedo? –preguntó.

–No mucho. –Peter meneó la cabeza y un par de mechones cayeron sobre su frente–. ¿Preparada?

–No lo sé –respondió Lali–. No tienes mucho espíritu deportivo.

–¿Yo? –Peter se llevó una mano al pecho.

–Te he visto golpear los palos cuando hacen un try.

–Sólo soy competitivo. –Dejó caer la mano a un lado.

–Claro. –Lali inclinó la cabeza y lo miró fijamente a los ojos, cuyo verde apenas resultaba perceptible en la semipenumbra del bar–. ¿Crees que podrías soportar perder?

–No tengo la intención de perder. –Peter se dirigió hacia la línea–. Las damas primero.
Cuando de dardos se trataba, Lali no tenía compasión, y no sólo era competitiva, sino que carecía por completo de espíritu deportivo. Si quería que ella tirara primero, no pensaba negarse.

–¿Cuánto dinero quieres apostar?

–Pongo mis cincuenta contra tus cincuenta.

–Muy bien. –Lali consiguió un doble con su primer tiro y anotó sesenta puntos en su primera tanda.
Peter, cuyo primer dardo rebotó contra la diana, no obtuvo un doble hasta el tercer tiro.

–¡Mierda! –masculló.
Con el entrecejo fruncido, caminó hasta la diana y sacó los dardos. Bajo el foco de luz, estudió los voladores y las puntas.

–Están flojos –dijo. Miró a Lali por encima del hombro y añadió–: Déjame ver los tuyos.
Ella dudaba que sus dardos estuviesen mejor, y caminó hasta él.

–Las tuyas no están tan romas como las mías –dijo Peter mientras comprobaba las puntas con el pulgar.
Estaba tan cerca, que si Lali se hubiera inclinado un poco se habrían tocado con la frente.

–Bien –dijo ella, intentando que su voz sonara más o menos normal, como si el perfume de Peter no la estuviera aturdiendo–. Quédate con los tres que quieras, y yo me quedaré con los otros.

–No. Usaremos los mismos dardos. –La miró fijamente–. De ese modo, cuando te gane no podrás llorar.
Ella clavó sus ojos en él; su proximidad hacía que el corazón le latiera con fuerza.

–No he sido yo la que ha hecho rebotar un dardo contra la diana en el primer tiro y después he culpado al estado de las puntas.
Mientras a ella el corazón le latía desbocado, él parecía totalmente frío. Lali dio un paso atrás y puso algo de distancia entre Peter y su estúpida reacción.

–Y bien, ¿piensas pasarte toda la noche hablando, Lanzani -añadió–, o me vas a permitir patearte el culo?

–Lo de los dardos te hacer sentir importante, ¿eh? –dijo él, entregándole los dardos que consideraba en mejor estado–. Creo que tienes uno de esos complejos típicos de las chicas bajitas –agregó, y fue a unirse a un grupo de compañeros que estaban sentados en una mesa un tanto alejada.

Lali se encogió de hombros como diciendo: «Sí, ¿y qué?», y caminó hasta la línea. Con los pies perfectamente afirmados en el suelo y la muñeca suelta y relajada, lanzó y obtuvo un doble, un triple y un sencillo. Peter caminó hasta la línea al tiempo que ella retiraba los dardos de la diana.

–Tienes razón –dijo Lali dirigiéndose hacia él–, éstos son mucho mejores. –Se los entregó–. Gracias.
Peter cerró su mano sobre la de ella, presionando los dardos contra su palma.

–¿Dónde aprendiste a tirar así?

–En un pequeño bar cerca de la universidad. –Lali sentía el calor de la mano de Peter–. Iba allí por las noches para pagarme los estudios. –Intentó soltarse, pero él apretó con más fuerza y los mangos de los dardos se clavaron en su piel.

–¿No había por allí bares de strip-tease?
Peter finalmente la soltó y ella dio un paso atrás.

–No, eso estaban por otro lado–respondió Lali, aunque imaginó que él sabía exactamente dónde había bares de ésos.

Peter estaba intentando ponerla nerviosa, y no lo había conseguido hasta que se acercó a ella y le dijo al oído:
–¿Trabajabas en uno de esos bares?
A pesar del calor que sintió en la nuca, se las ingenio para responder, si no como Bomboncito de Miel, sí con la suficiente frialdad.

–Creo que es más correcto decir que mi tipo no era el adecuado para trabajar en uno de esos locales.

Él bajó la voz, acariciándole la mejilla con su cálido aliento al preguntarle:
–¿Y eso por qué?

–Los dos sabemos por qué.
Él dio un paso atrás y le miró la boca antes de ascender lentamente hasta los ojos.

–¿No vestías del color adecuado?

–No.

–¿No te gustan las minifaldas?

–No era la clase de chica que buscan para eso.

–No me lo creo. Sé por experiencia que también buscan chicas diferentes. Yo las he visto. –Hizo una pausa y añadió–: Aunque, por supuesto, eso fue en Singapur.

–¿Estás intentando ponerme nerviosa para ganar la partida?
Peter entornó los ojos.

–¿Estoy consiguiéndolo?

Continuará…