Capítulo 33

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal las trató el día? Espero que todo bien y pasándolo lo mejor posible :D Gracias por sus comentarios y el aguante con la nove, me pone feliz que les guste y más saber que la disfrutan!!! Gracias, gracias!!! Nos leemos mañana ;) Besos!!!! 

Twitter: @Caparatodos

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Dejar a un lado sus temores era una de las cosas más difíciles que había hecho en su vida, pero al darse cuenta de en qué la estaban convirtiendo había decidido que al menos tenía que intentarlo.

Capítulo 33:

Y, una vez que Peter la había hecho renunciar a intentar mantener el control sobre la situación, se había dado cuenta de que era lindo dejarse llevar y vivir el momento. Era algo que nunca antes se había permitido, y era casi adictivo. Se sentía... libre. Y segura. Era como si los cuentos de hadas fueran posibles y aquel fuera el suyo.

Mientras los hombres iban a recoger sus abrigos, Gimena agarró las manos de Lali y las apretó afectuosamente.

—No sabes lo contentos que nos sentimos de que Peter te haya encontrado. Tuvo una infancia difícil con el padre que le tocó, y se ha ganado a pulso la felicidad que es evidente que los dos comparten.

—Gracias, Gime.

La mujer sacudió la cabeza.

—¡Y pensar que por muy poco todo habría sido completamente distinto!

Lali ladeó la cabeza sin entender.

Había quedado con Peter que no le contarían a nadie la parte de su «historia de amor» en la que ella se había despertado sin recordar nada y había intentado irse, así que no sabía a qué podía referirse Gimena.

—¿Quieres decir porque podríamos no haber coincidido en Las Vegas? —la jugó.

La sonrisa de Gimena flaqueó, y giró la cabeza hacia donde estaba Peter con su marido antes de volver a mirarla. Sin embargo, fue solo un instante, porque de inmediato volvió a sonreír para responder a su pregunta.

—Sí, claro —le dio un abrazo y le dijo en un susurro—: Nunca lo había visto mirar a otra mujer como te mira a ti. Es evidente que eres especial para él —agregó antes de soltarle las manos.

«Eres especial para él»... Lali frunció ligeramente el ceño, confundida por aquel instante de vacilación de Gimena y esas palabras. No, se estaba volviendo paranoica. Estaba viendo fantasmas donde no los había. Las palabras de Gime únicamente expresaban el cariño que sentía por Peter; quería verlo feliz.

—Así es como me hace sentir él: especial.

En ese momento regresaron sus maridos. Nico ayudó a Gimena a ponerse el abrigo mientras Peter la ayudaba a ella con el suyo y se despidieron en la puerta del restaurante, intercambiando buenos deseos y la promesa de otra cena muy pronto.

La velada había llegado a su fin, pero, al mirar a Peter y ver la sonrisa seductora en sus labios, Lali supo que para ellos dos la noche recién empezaba.

Con los ojos pegados a la pantalla de la computadora, Lali intentó concentrarse en la última línea de código que estaba repasando. Sin embargo, algo se lo impedía. Necesitaba un descanso; y tal vez algo de comida.

El  ruido  de  monedas  cayendo  de  una  máquina  tragamonedas,  su  nuevo  ringtone  para  los mensajes de Peter la hizo sonreír, y su cansancio se evaporó como por arte de magia. Agarró su celular para leer el mensaje, recibido a las 23:37 según indicaba la pantalla: ¿Estás levantada? :D

Excitada, contestó al momento, preguntándole cómo le había ido en las reuniones que había tenido ese día.  Lo había extrañado mucho, y aunque se  obligaba a refrenar ese sentimiento, no había podido evitarlo.

De repente sonó el timbre de la puerta. ¿Habría vuelto antes de su viaje para darle una sorpresa?

Corrió escaleras abajo con la esperanza de encontrarlo esperando en la entrada, pero cuando llegó a la puerta volvió a sonarle el teléfono, y apretó el botón para contestar la llamada al tiempo que abría la puerta.

—¡Oh, Dios mío! Eres el mejor, te adoro —murmuró dejando escapar una risa y conteniendo las lágrimas de la emoción.

El repartidor que estaba de pie en la entrada asintió.

—Me lo dicen mucho a lo largo del día —respondió burlón, tendiéndole una caja de pizza.

—¿Necesitan  un  momento  a  solas  o  estás  lista  para  disfrutar  de  la  pizza  que  te  he  pedido? —le preguntó Peter divertido al otro lado de la línea. —Dejándote sola estaba seguro de que no te prepararías nada para cenar.

Lali se rio.

—No te equivocabas.

Veinte minutos después, Lali se había terminado la pizza y estaba acurrucada en el sillón de la sala hablando aún por el teléfono con Peter mientras observaba las llamas de la chimenea. ¡Le gustaría tanto que estuviera allí con ella...!

—Me alegra que hayas llamado —le dijo.

—Me acostumbré a hablar contigo al final del día para contarnos cómo nos ha ido. Me gusta.

Lali cerró los ojos, concentrándose solo en la aterciopelada voz de Peter.

—Sí, a mí también.

Peter se quedó callado un momento.

—Bueno, y entonces... ¿cómo ves esto de estar casada conmigo? ¿Te estoy convenciendo?

Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de ella.

—Sí,  Peter;  estás  demostrando  ser  un  buen  marido,  alimentándome aunque estés a kilómetros de distancia.

 Peter se rio suavemente.

—No me refería a eso —le dijo fingiéndose molesto.

Lali se puso seria.

—Sí, Peter, creo que esto funciona, como dijiste que sería —respondió—. De hecho, me parece que está siendo aún mejor de lo que habría podido imaginar.

Esperaba que él la molestara, como había hecho ella con él hacía un instante, pero en vez de eso Peter respiró profundamente y murmuró:

—A mí me pasa lo mismo.

Continuará…