Capítulo 9

Hola chicas!!! ¿Qué tal su día? Ojalá que bien y ahora sí, listas para el finde!!!!! :D Gracias por leer y me pone feliz les esté gustando la nove!!! Besos y hasta mañana!

Twitter: @Caparatodos

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—Sólo era una idea, hija —hizo una mueca de fastidio y frustración —. Es que es tan buen partido, Mariana.

—¡Mamá! .....

Capítulo 9:

—Tendremos que casarnos.

—¿Perdón?

—Es la única solución, Lali —Peter tiró su billetera sobre el sillón de su departamento y permaneció de pie ante ella con las manos en las caderas—.Te pido disculpas por todas las tonterías que dije anoche, la noticia me tomó por sorpresa. Podrías haberme derrotado con una pluma cuando me dijiste que el... —una rápida mirada a su rostro y se enmendó enseguida— el bebé. Mi bebé —volteó la cabeza hacia la cocina—. ¿Qué tal una cerveza? Tómate otra tú también. No, supongo que no puedes, ¿no? Dios, yo tampoco la necesito. ¿Qué más tienes?

—¿Coca-Cola?

—Bueno —hundió los dedos en sus cabellos —. Esta noche no pude pegar un ojo, Lali. Cuando me fui de aquí, di vueltas con el auto durante horas. De hecho, fui el último en salir del bar. Lo sé, no debí hacerlo, esa no es manera de resolver un problema, pero estaba tan sorprendido que necesitaba verlo todo con perspectiva. Quiero decir, que no pensé que nunca volvería a tener...

Carraspeó, aceptó la bebida que Lali le ofrecía desde detrás de la barra y tomó un buen trago, dando gracias por el respiro. No había hablado de la pérdida de su esposa y de su hijo desde el accidente y tampoco quería hacerlo aquel día. Contempló fijamente el vaso que tenía en las manos y trató de borrar la imagen del auto chocado por un conductor borracho, como si así pudiera borrar de su vida a Carla y a Maxi. La noche anterior, al enfrentarse a la realidad de tener otro hijo, no había podido dar nombre a lo que sentía. Pero sabía cuál era su deber.

Cinco años atrás, había jurado que nunca se volvería a casar, ni a tener hijos, ni a poner su corazón en juego de aquella forma.

«Bueno. Nunca digas nunca». Hizo un esfuerzo por mirar a Lali a los ojos. Unos ojos preciosos, pensó, y no por primera vez. De un color miel a tono con su pelo castaño.

—Tú misma dijiste que no considerarías la posibilidad de abortar.

—No.

—Y como sé que una de las razones por las que querías casarte era para tener hijos, sé que la adopción tampoco es una opción.

—Iba a casarme porque pensé que había conocido a un hombre con el que quería compartir mi vida, no porque quisiera tener hijos, Peter.

—Está bien, está bien, eso era lo que sentías entonces —dijo Peter, estudiándola con intensidad—. Y ahora, ¿qué sientes?

—Que soy una idiota por confiar en un hombre.

—Martín es el único idiota aquí, Lali —dijo en voz baja—. No tú y no deberías juzgar a toda la población masculina por lo que él te hizo.

Lali respiró hondo.

—No quiero volver a hablar de Martín, Peter, de verdad.

—Perfecto —vació el vaso de gaseosa y lo dejó con un golpe seco—. Porque tenemos cosas más importantes de las que hablar esta noche. Entonces, ¿qué te parece la idea de casarnos?

Lali se quedó mirándolo, y Peter se quiso golpear por su falta de tacto. Podría haberlo planteado de una forma más sutil. Soltándoselo de aquella manera, Lali seguramente pensaría que no estaba muy lejos de parecerse a Martín.

—He pasado veinticuatro horas meditándolo, Lali. No te mentiré, nunca pensé que me volvería a casar, pero no puedo permitir que mi hijo venga al mundo mi apellido.

—Tendría un apellido, Peter. El mío.

Peter movió la cabeza.

—Sabes que hoy día eso no es suficiente, Lali. Esa forma de pensar ha dificultado la vida de demasiados niños. No puedo permitir que eso le ocurra a un hijo mío —hizo una pausa y la miró pensativamente—. ¿No creerás que esté bien que un hijo tenga sólo un padre, no?

—No, en realidad, no. Pero piensa en lo que acabas de decir. Has pasado veinticuatro horas meditándolo. Veinticuatro horas, Peter —lo miró, esperando que lo entendiera—. Eso es absurdo. Paso más de veinticuatro horas decidiendo cuánto espacio para armarios necesitan las casas que diseño. Tú tardaste tres semanas para elegir al capataz para la obra que estamos haciendo.

—Eso es distinto.

—Nada de eso. Un matrimonio afectará nuestras vidas, y la del bebé, para siempre. Necesito más tiempo, semanas, meses, tal vez, para pensarlo.

—Tiempo es algo que no tenemos, Lali, esa es la cuestión. Mi primera preocupación es el bienestar del bebé, pero también esperaba ahorrarte más vergüenza. Ya sabes lo que la gente va a pensar.

—Que Martín es el padre —Lali suspiró, apoyando una cadera sobre el mostrador de la cocina—. Que piensen lo que quieran, Peter. Me niego a casarme por conveniencia.

—Funcionará, Lali.

Lali lo miró con rabia.

—¿Y por qué estás tan seguro? ¿En qué te basas, Peter?

Continuará…