Capítulo 7

Hola, hola!!!! ¿Qué tal todo por ahí? Ojalá que bien :D No falta nada para el finde, así que vamos vamos!!!! Gracias por leer y me pone feliz ver que les gusta! Mañana nos leemos!!! Besos :D

P.D.: Larguito porque sí, y porque la verdad este Peter es como para aplicar los planes de Yanira con el abecedario completo :P ajajaja

Twitter: @Caparatodos

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—Es verdad, Peter. Estoy embarazada. Compré el test de embarazo hace un par de días y dio positivo —incapaz de mirarlo a los ojos por un momento, se miró las manos—. Como puedes imaginar, no quería creerlo, pero fui a la ginecóloga esta tarde y ella lo confirmó. Estoy embarazada de seis semanas.

Antes incluso de que terminara, Peter se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación como un animal enjaulado.

Capítulo 7:

—¡Dios! No puedo creerlo —declaró, hundiendo los dedos en su pelo—. Ya me parecía horrible que te dejara plantada la noche antes de casarse, pero dejarte embarazada es... es demasiado mezquino incluso para Martín —la contempló con una mirada de genuina incertidumbre—. ¿Qué pasó? ¿se descuidaron porque se acercaba el día de la boda? —movió la cabeza—. Y aun así, yo imaginaba que esperarían un poco antes de tener hijos. Para adaptarse al matrimonio, a la vida en común. Ya sabes.

Con los ojos cerrados, Lali movía la cabeza. —Peter, por favor... —ella también se levantó de su asiento—. No es de Martín.

—¿No es de Martín?

Lali vio que todavía no estaba entendiendo.

—No, es imposible que el bebé sea de Martín. Tú eres el padre, Peter.

Se quedó atónito, mirándola, luego se dio la vuelta y se acercó a la ventana. Prácticamente gritó sus siguientes palabras sin apenas volver la cabeza.

—Eso es imposible. Debe haber un error.

—No es ningún error, estoy embarazada. Pasó la noche en que... en que me contaste que Martín estaba rumbo a Aruba.

—Mierda.

Esa simple palabra le dolió, y Lali no pudo contener el leve gemido que brotó de sus labios; De repente, Peter relajó los hombros y apoyó la cabeza sobre el panel de madera, todavía sin mirarla.

—Lo siento. Es que estoy...

—¿Sorprendido? ¿Desconcertado? ¿Incrédulo? —soltó una temblorosa carcajada—. Bienvenido al club.

Peter se dio la vuelta.

—¿Cómo puedes estar tan segura? Me refiero a que estás embarazada de seis semanas, pero los médicos pueden equivocarse. Podrían ser ocho, ¿no?

Lali lo miró en silencio durante unos segundos.

—No, Peter —dijo con voz firme—. Sólo pueden ser seis semanas porque es el único momento posible en los dos últimos años en que he podido quedar embarazada. Y fue la noche en que tú y yo estuvimos juntos.

—¿Tanto cuidado tenían tú y Martín? ¿Estás segura?

—Martín y yo... nunca llegamos tan lejos.

—¿Me estás tomando el pelo? —dijo con evidente incredulidad.

Lali suspiró cansada.

—Olvídate de Martín y de mí, Peter. Y no intentes hacer como si nunca hubiera sucedido. Los dos quisimos hacerlo y, aunque fuésemos un par de irresponsables, el daño ya está hecho. Te pedí que vinieras a verme esta noche para contártelo... qué tonta fui, pensé que querrías saberlo, dadas las circunstancias. En cualquier caso, si tienes alguna idea o sugerencia para suavizar... las consecuencias, adelante.

Peter seguía de pie mirándola como si el mundo se estuviera derrumbando bajo sus pies. Lali no estaba segura de la reacción que había imaginado de Peter, pero no era la negativa rotunda que veía en su rostro.

—No entiendo por qué Martín y tú nunca estuvieron juntos —dijo, todavía perplejo.

—¿Acaso importa eso? —preguntó con cautela.

—Sí. Martín siempre ha tenido fama de tener a muchas mujeres ansiosas por irse a la cama con él. ¿Y ahora me dices que no fue así con la mujer que iba a ser su esposa?

—«Iba» es la palabra clave —murmuró Lali—. Y aunque te parezca... extraño dado el gran número de parejas que viven juntas y tienen sexo antes de casarse, la cuestión es que yo quería esperar. A Martín no le entusiasmó la idea, pero dijo que lo entendía. Dijo que así nuestra noche de bodas sería mucho más especial —volvió a levantarse, rápidamente—. En cuanto a que me exigiera una relación sexual, la sola insinuación me habría alejado de su lado.

—Por eso decidió ser él el que te dejara.

—Supongo que sí, si piensas que tengo tan poco atractivo que tengo que brindar favores sexuales para retener a un hombre —respondió, dolida por la insinuación.

—Lo siento —dijo Peter, moviendo la cabeza con pesar—. No he querido decir eso, Lali. Es que conociendo a Martín como lo conozco, seguramente interpretó que no te atraía lo suficiente como para querer intimar con él, así que no me sorprende tanto que buscara a Daniela.

—Quien, al parecer, no supo decir que no. O prefirió decir que sí. —Lali levantó un brazo con impaciencia. —Pero esto no tiene nada que ver con lo que en realidad nos compete. Necesito saber qué piensas de todo esto, Peter. Tengo que hacer planes.

—¿Por ejemplo?

—¿Perdón?

—¿Qué planes estás haciendo? —la miró con intensidad—. ¿No estarás pensando en librarte del paquete, no?

—¿Y si así fuera?

—¡No! Hay muchas cosas que puedes hacer. Está la adopción o, si decides quedártelo, hay niñeras profesionales, o si quisieras quedarte en casa con la criatura podría pasarte una pensión el tiempo que quisieras.

—¿El paquete? ¿La criatura? —movió la cabeza con disgusto—. Se trata de mi hijo, Peter —se llevó la mano al vientre—. Tal vez hoy sólo tenga el tamaño de un frijol, pero ya es una persona, y es mi hijo.

—Podría ser una hija —agregó Peter.

Lali rodeo la barra, de camino a la cocina. Sacó otra cerveza, la abrió y se la pasó.

—Mira, Peter, como ya te he dicho, me sentía moralmente obligada a decírtelo. Por alguna razón, has decidido afrontar el hecho de tener un bebé como cualquier problema fastidioso de los que surgen todos los días en tu trabajo. Pero para mí, se trata de algo muy distinto. Estoy sorprendida, asustada, quizás. Pero no podría considerar otra opción más que la de tener el bebé y amarlo desde el momento en que lo vea por primera vez —dudó unos instantes, llevándose ambas manos a su estómago todavía plano—. En realidad, ya amo a este niño.

Peter contempló la cerveza, consciente de que si la miraba, Lali malinterpretaría su expresión. Dios, no podía creer que hubiese sido tan estúpido como para terminar en aquella situación. No quería otro hijo. En su experiencia como padre, la vida había consistido en una serie interminable de altos y bajos. Y si otra vez ocurría una tragedia, sentiría como si le arrancaran el corazón. No estaba preparado para recorrer de nuevo el mismo camino, ni siquiera con Lali. De ninguna manera.

La miró.

—¿Lo hiciste a propósito?

—¿Perdón?

Si su tono suave no bastó para alertarlo, reconoció el brillo en los ojos de Lali y supo que estaba a punto de estallar. Pero él nunca había sido objeto de su ira, así que continuó hablando sin pensar—. Quiero saber si sabías lo que hacías. Una de las razones por las que te ibas a casar con Martín era porque querías tener hijos y los años no pasan en vano. Tú misma lo dijiste. Así que cuando te dejó plantada, ¿pensaste que cualquiera de los dos era igual de bueno como donante de esperma?

—¿Cómo? ¿Cómo? —con iracundos ojos, Lali respiró profundamente y exhaló el aire con furia. Peter pensó que iba a romperle la cabeza, pero en cambio, susurró con voz temblorosa por la furia:

—Sólo voy a decírtelo una vez, Juan Pedro Lanzani. Después de lo que acabas de decir, no te molestes en terminar esa cerveza. No eres bienvenido en mi casa —extendió un brazo, señalando hacia la puerta—. Vete ahora mismo antes de que pierda el control. De lo contrario, no creo que pueda contenerme y te golpearé con mis propias manos.

—Maldición, Lali.

—Te lo advierto, Peter...

—Creo que tengo derecho a una explicación. ¿Fue una trampa? —dijo sin pensar. Aunque abrió la boca para disculparse, las palabras simplemente brotaron de su boca.

—¡Largo! —gritó, perdiendo el control.

Peter dejó la cerveza con un golpe sobre la barra y caminó hacia la puerta. Pero antes de salir, se volvió y la miró.

—Cuando estés más calmada, hablaremos otra vez.

Continuará…