Capítulo 37

Buenas chicuelas!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal las trató el finde? Ojalá que bien y con las pilas bien puestas para empezar la semana!!! :D Gracias por leer!!! Besos y hasta mañana!!! Que tengan buen lunes y empiecen arriba la semana!

Twitter: @Caparatodos

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—Habla con ellos y diles que necesito que me concedan media hora más, Stella, por favor —le dijo a su secretaria—. Dentro de veinte minutos te paso esos archivos. Y perdóname por las molestias.

Capítulo 37:

Esa noche, cuando Lali oyó que la puerta de entrada se abría y cerraba, el corazón le palpitó con fuerza. Peter le había dicho que probablemente no iría a casa a dormir, pero una parte de ella había estado esperando que al final sí lo hiciera.

Había estado toda la tarde intentando no pensar en todas las noches en vela que había pasado de niña, atenta a cada pequeño ruido, esperando el regreso de Eduardo, ese regreso que nunca ocurrió. A pesar del repentino cambio de actitud de Peter se repetía que no era lo mismo, que sí iba a volver.

No iba a alejarse de ella, no iba a dejarla. Y su reacción no había sido una puñalada por la espalda, que era la sensación que había tenido con Eduardo y otros de sus padrastros. Se había quedado aturdida porque no se lo esperaba, pero no la había destrozado.

Además, Peter lo había hecho porque se preocupaba por ella. Quería que se tomara más tiempo para que no tuviera las mismas dudas que había tenido durante el primer mes.

Y ya había vuelto a casa. Lo oyó colgar el abrigo en el armario y soltar las llaves en la mesita de la entrada antes de que pasara a la sala y la saludara como hacía cada noche.

—Hola, señora Lanzani.

Una sensación de alivio la invadió cuando se levantó del sillón y fue junto a él para ofrecerle el beso de bienvenida que se había convertido en parte de su rutina casi desde el primer día. Estaba todo bien, nada había cambiado.

En ese momento no quería otra cosa más que hundir el rostro en la camisa de Peter y dejar salir las emociones que amenazaban con ahogarla. Quería sentir sus brazos alrededor de su cuerpo, que le susurrara palabras de consuelo al oído, diciéndole que todo iba a salir bien. Quería que acallara con razonamientos sensatos las inseguridades que la habían atormentado desde que había salido por la puerta esa mañana.

Sin embargo, se dijo, tenía que ser fuerte, no quería que la inseguridad fuera parte de esa vida que se suponía estaban construyendo. Por eso, en vez de buscar el consuelo que ansiaba de Peter, se dio por satisfecha con la sonrisa que afloró de sus labios. Le preguntó cómo había estado su día, y durante unos minutos estuvieron hablando de su trabajo y de cosas triviales.

Luego Peter se agachó para abrir su maletín, que había dejado en el suelo, y sacó de él una carpeta.

—¿Tienes tiempo para hablar del viaje de luna de miel? —le preguntó incorporándose y yendo hacia el sofá con la carpeta.

Una risa de alivio escapó de la garganta de Lali. Peter quería hablar del viaje, pensó eufórica mientras lo seguía. Nada había cambiado, era ella quien se estaba preocupando sin necesidad.

Cuando se sentaron en el sillón, él abrió la carpeta y sacó unos cuantos folletos de viajes.

—¡Ah, bueno! veo que tienes unas cuantas ideas —comentó Lali divertida.

Sin embargo, cuando vio las fotos de los folletos frunció el ceño: Zúrich, Múnich, Taiwán... El estómago le dio un vuelco al darse cuenta de lo que implicaban esos lugares.

—No eres muy de playa, ¿no? —comentó aturdida.

Peter se encogió de hombros.

—La playa me gusta, pero he pensado que tiene más sentido matar dos pájaros de un tiro.

¿Matar dos pájaros...? Lali volvió a mirar los folletos.

—Tengo que ir a estas ciudades por trabajo el mes que viene —le explicó él—. Hey... —añadió acariciándole el hombro al verle la cara—, ya sé que hablamos de convertir nuestra luna de miel en una especie de fantasía romántica, pero después de la reunión que tuve ayer me he dado cuenta de que tengo que bajar de las nubes y volver a la realidad. Tengo muchas ganas de hacer ese viaje contigo, pero siendo  prácticos  estarás  de  acuerdo  conmigo  en  que  lo  que  te  estoy  proponiendo  es  lo  más conveniente. Y, cuando yo esté en una reunión de trabajo, tú puedes aprovechar y hacer un poco de turismo o ir de compras.

La ira estaba empezando a reemplazar el aturdimiento de Lali. ¿Qué le pasaba? Había sido él quien sugirió lo de la luna de miel, lo de los destinos románticos. Pero por supuesto eso había sido antes de que ella se ofreciera a él en bandeja de plata.

Lali se quedó mirando a Peter, que tenía una expresión indulgente y una sonrisa en los labios, y por primera vez tuvo la sensación de que era un extraño.

¿Bajar  de  las  nubes  y  volver  a  la  realidad?  ¿A  qué  venía todo eso?  ¿Era  una  especie  de advertencia  antes  de  que  se  comprometiera  con  su  matrimonio?  ¿Era  la  manera que Peter tenía para asegurarse de que entendiera que su vida juntos no iba a ser siempre rosas y champagne?

—Claro que, si tienes muchas ganas de ir a la playa, podrías hacer un viaje al Caribe, o algún spa. Quizás podrías ir con alguna amiga —añadió él.

Lali levantó una mano para interrumpirlo.

—Entendí perfectamente lo que me querías decir, Peter.

La luna de miel se había terminado, y tenía la sensación de que estaba a punto de ver un lado de su esposo que no le había mostrado antes.

Continuará…