Capítulo 54

Buenas, buenas!!!! Cómo les va?! Qué tal su día??? Ojalá que todo bien y si no tratando de manejarlo para que pase rápido ;) Mañana nos leemos!!! Besos y gracias por sus lindos comentarios!!!!

Twitter: @Caparatodos

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La abrazó disfrutando de la sensación de sentir su piel. Era mucho más deseable que a los diecisiete años, aunque en aquella época él no lo hubiera creído posible.

Capítulo 54:

De madrugada, Lali se despertó y contempló su rostro. Se dio cuenta entonces de que no había respondido a la pregunta de si pensaba volver a Buenos Aires. Lo amaba, pero sabía que no la había perdonado completamente. Quizás el amor no era suficiente. Su relación estaba ligada al asesinato de una niña y al secuestro de otra.

Angustiada, se levantó de la cama y se puso una bata. Peter dormía como un niño. Lali se acercó a la ventana y abrió la cortina. El farol de enfrente de su casa se había quemado y no veía más que oscuridad. Allí afuera dormía un asesino que la había perseguido aquella misma noche. Sintió escalofríos. ¿Tendrían Peter y ella una oportunidad o era su relación demasiada ligera como para sobrevivir a la horrible verdad que se escondía en Arcadia?

Rara vez el trabajo en la tienda la había hecho sonreír. Sin embargo, Lali se pasó la siguiente mañana sonriendo. Los pensamientos oscuros se habían esfumado al despertarse y descubrir a Peter a su lado. Ni siquiera le importó barrer, cosa que debía haber hecho Patricio la noche anterior.

Cuando llegó su hermano se detuvo a contemplarla trabajar.

—¿Te das cuenta de que tarareas «Qué hermosa mañana»? —preguntó él, después de esperar un rato a que descubriera su presencia. Lali lo saludó alegremente antes de servirle una taza de café—. Me parece que te estás tomando las cosas muy a la ligera. Pasé por casa de Ana y me contó que anoche te siguieron cuando saliste de la casa de Daniel.

—Es verdad.

—Me rindo. ¿Desde cuándo que te sigan es un motivo para tararear de felicidad? ¿No estás asustada?

—Soy demasiado feliz como para estar asustada o molesta.

Deseaba compartir la noticia antes de que estallara en su interior. Patricio esperó sin quitar los ojos de su sonrisa.

—Estoy enamorada.

—¿Qué dijiste?

—Estoy enamorada de Peter. Por primera vez desde hace muchos años, me siento viva. No me había dado cuenta de que mi vida se había detenido hasta que Peter regresó. No lo supe hasta hace poco, Patricio, pero lo he querido siempre.

—¿Qué significa esto, Lali? ¿Vas a casarte con él?

Lali era lo bastante sincera consigo misma como para saber qué era eso lo que quería. Pero una cosa era desearlo y otra muy distinta era decirlo en voz alta.

—No hemos hablado de matrimonio. La verdad es que ni siquiera hablamos de amor.

—¿Y crees que él siente lo mismo?

—No lo sé, pero pienso averiguarlo.

Patricio dejó su taza sobre el mostrador y la miró. Los dos hermanos tenían los ojos del mismo color pardo.

—¿No te parece que te estás precipitando un poco? Peter sólo ha estado en Arcadia un par de semanas.

—No te olvides que lo conozco hace años —respondió ella, manteniéndole la mirada.

—No me olvido de nada —dijo él muy serio—. No sé lo que pasó entre ustedes, pero sí que nunca has pensado con prudencia cuando se trataba de él.

—¿Qué me quieres decir?

—No soy muy diplomático, lo sé. Sólo quiero decirte que pongas un pare. Han sucedido cosas terribles y tú estás escuchando a tu corazón en vez de a tu cabeza.

—Ya era hora de que lo hiciera. Siempre he sido la «niña obediente», escuchando lo que decía papá, escuchando lo que decía mamá. Me parece que olvidé escucharme a mí misma. Mírame, Patricio. Casi tengo treinta años y nunca he podido hacer lo que me dice mi corazón. Me enamoré de Peter cuando tenía diecisiete años y lo perdí. Me enamoré de mis cuadros y los abandoné para manejar esta tienda.

Patricio frunció el ceño. Lali supo que estaba pensando en el sacrificio que le habían exigido a ella. Nunca había podido estudiar arte porque los Espósito querían que Patricio hiciera la carrera militar. Lali había cumplido con su parte, pero él no.

—Siempre me sentí culpable por eso, hermanita. Creo que de verdad tenías talento. Sentí mucho que tuvieras que dejarlo.

—Yo también. Pero me siento viva otra vez, ¿te acuerdas? Mientras venía hacia acá estuve pensando en retomar los pinceles. Peter y yo abrimos el depósito y me estuvo animando para que lo intente otra vez. Tal vez no sea demasiado tarde.

—Quizás sería mejor que te tomaras el resto del día libre no sea que se te pase.

Lali se sintió aliviada. Patricio se preocupaba porque ella le importaba de verdad.

—Muchas gracias. Te tomo la palabra. Y me voy antes de que cambies de parecer. No te preocupes por mí, Patricio —dijo mientras se dirigía a la puerta—. Peter es un buen hombre que no tiene nada que ver con lo que está pasando en Arcadia.

—Es probable que tengas razón. Pero escucha lo que voy a decirte. ¿Qué va a pasar si Joaquín nunca resuelve el asesinato de Erika o la desaparición de Luz? ¿Podrías vivir con Peter el resto de tu vida con esa sospecha encima de él?

Lali le apretó la mano como respuesta y salió de la tienda. Nunca lo había pensado. Amenazas aparte, se proponía restaurar el bueno nombre de Peter. Se negaba a pensar en lo que ocurriría si no lo conseguía.

Lali se dirigió directamente al depósito en cuanto llegó a su casa. Había dejado la puerta abierta temiendo que si la cerraba se desvanecería toda esperanza de volver a pintar. Buscó las pinturas, un lienzo en blanco y un viejo caballete. Había un paisaje a pocas cuadras de su casa que siempre había deseado plasmar.

Continuará…