Hola, hola!!!! ¿Cómo están, chicas? Espero que bien y
pasando un lindo sábado. Disfrutándolo, descansando o haciendo lo que les
guste, ojalá lo estén pasando bien! Un beso enorme para todas y nos leemos
mañana!!! ;)
Twitter:
@Caparatodos
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—No he encontrado a la mujer adecuada.
—Si hasta los hombres del corredor de la muerte
encuentran una mujer para casarse, ¿por qué tú no?
Capítulo 13:
Los negocios en el barrio de San Telmo eran tan
eclécticos como los residentes. La vieja zapatería estaba abierta desde que se
podía recordar y en la misma manzana un chico podía cortarse el pelo por nada. Podías
comer en la variedad de cafés y pizzerías que había en sus calles. También encontrabas
antigüedades, artesanos y chucherías como las que le gustaban a su madre. Podías
perderte entre sus calles para hacer prácticamente de todo, desde curiosear en
librerías de segunda mano hasta ir al museo de Arte Moderno. Había un poco de
todo y, Mariana Espósito y Pérez encajaban perfectamente con el lugar.
El sol matutino se derramaba sobre el barrio iluminando
directamente la vitrina de Whim y llenando la tienda de luz. La vitrina estaba
repleta de una gran variedad de platos orientales de porcelana. Una fuente
dorada de unos treinta centímetros con grandes palomas dibujadas en la
superficie llenaba de sombras irregulares la alfombra.
Lali estaba en la parte oscura de la tienda, agregando
algunas gotas de aceite a un delicado hornito de cerámica. Durante más de un
año, había experimentado con diferentes aceites esenciales. Todo el proceso era
un ciclo continuo de probar, equivocarse y volver a probar.
Estudiaba las propiedades químicas mezclando los aceites
en pequeños frascos, utilizando las pipetas y los quemadores como si fuera un
científico loco. Crear aromas maravillosos satisfacía su lado más artístico.
Creía que ciertos aromas podían curar mente, cuerpo y espíritu, ya fuera por
sus propiedades químicas o evocando imágenes cálidas y agradables que tranquilizaban
el alma. Sin ir muy lejos la semana anterior había logrado crear con éxito un
preparado único. Lo había embotellado en bellos frascos rosas y como parte del
marketing, había colmado la tienda de una suave fragancia a flores y cítricos
embriagadores. Lo vendió todo el primer día. Esperaba que le fuera igual de
bien en la feria.
El preparado que se traía entre manos no era tan
especial, pero era muy conocido por sus efectos relajantes. Enroscó el gotero
al frasco de pachuli y lo devolvió a la caja de madera que contenía los demás
aceites. Cogió otro de los pequeños frascos que contenía salvia y, con mucho
cuidado, añadió dos gotas. Se suponía que ambos aceites combinados ayudarían a
reducir la tensión nerviosa, relajarían, y aliviarían el exceso de cansancio.
Esa mañana, con un policía a punto de infiltrarse en la tienda, Lali necesitaba
las tres cosas a la vez.
La puerta trasera de Whim se abrió y cerró, y se sintió
invadida por el pánico. Miró por encima del hombro hacia la parte trasera de la
tienda.
—Buenos días, Ignacio —saludó a su socio.
Le temblaron las manos mientras cambiaba de frasco. Eran
las nueve y media de la mañana y ya tenía los nervios de punta, y además estaba
cayéndose de sueño. No había dormido en toda la noche intentando convencerse a
sí misma de que podría mentirle a Ignacio. De que no era tan malo dejar que el
detective Lanzani trabajara de encubierto en la tienda si con eso ayudaba a
limpiar el nombre de Ignacio. Pero tenía varios problemas graves: era una pésima
mentirosa y, para ser sinceros, no creía que pudiera fingir que le gustaba el
detective pues era incapaz de imaginarse a sí misma como su novia.
Odiaba mentir. Odiaba crear mal karma. Pero realmente,
¿qué era una mentirita más cuando estaba a punto de crear una revolución
kármica de proporciones sísmicas?
—¡Hola! —saludó Ignacio desde la entrada prendiendo las
luces—. ¿Qué estás mezclando hoy?
—Pachuli y salvia.
—¿Y no acabará oliendo la tienda como un concierto de hippies
en los años 70?
—Probablemente. Lo hice para mi madre. —Además de ayudar
a relajarse, el perfume le recordaba cosas agradables, como el verano en que
ella y su mamá habían seguido a unos cantantes a lo largo del país. Lali tenía
diez años y le había encantado dormir en la camioneta, comer tofú y teñir todo
lo que caía en sus manos. Su madre lo había llamado el verano del despertar. Lali
no sabía exactamente qué era lo que había despertado, pero había sido la
primera vez que su madre había hablado de sus poderes psíquicos. Antes de eso
eran metodistas.
—¿Qué tal las vacaciones de tu mamá y tu tía? ¿Hablaste
con ellas?
Lali cerró la tapa de la caja de madera y miró a Ignacio,
que estaba al otro lado de la tienda, en la puerta de la oficina que
compartían.
—No, no hablo con ellas desde hace unos días.
—Cuando vuelvan, ¿se quedarán acá en capital unos días o
irán con tu abuelo?
Suponía que el interés de Ignacio por su madre y su tía
tenía más que ver con el hecho de que lo ponían nervioso que con la simple y
genuina curiosidad. María José y Carla Espósito no sólo eran cuñadas, sino que
también eran las mejores amigas del mundo y vivían juntas. Algunas veces se
leían el pensamiento, lo que podía llegar a ser aterrador si no estabas
acostumbrado.
—No estoy segura. Creo que vendrán para recoger a Micho,
luego irán en auto para ver qué tal anda mi abuelo.
—¿Micho?
—El gato de mamá —contestó Lali. La culpa le estaba creando
un nudo en el estómago mientras miraba fijamente los familiares ojos de su
amigo. El ya pasaba de los treinta años pero aparentaba alrededor de veintidós.
Era unos centímetros más alto que Lali y tenía el pelo castaña claro. Era contador
de profesión y anticuario de vocación. Manejaba la parte administrativa de Whim
dejándole a Lali total libertad para expresar su creatividad. No era un delincuente
y no creía en lo más mínimo que usara la tienda como tapadera para vender
artículos robados. Abrió la boca para contarle la mentira que había memorizado
en la comisaría de policía, pero las palabras se le quedaron atascadas en la
garganta.
—Trabajaré esta mañana en la oficina —dijo él,
desapareciendo por la puerta.
Lali cogió un encendedor para prender una vela y ponérsela
al pequeño hornito. Una vez más se dijo a sí misma que realmente estaba
ayudando a Ignacio aunque él no lo supiera. No era como si se lo estuviera entregando
en bandeja a Lanzani, ¿no?
Me encanto...seguila!!!
ResponderEliminarElla quiere ayudar a Ignacio?HMMMMMMM!!!!!!!!!!Dificil!Dificil!
ResponderEliminarAy pobrecita me está dando una pena ... ella y su dilema moral. Me entraron ganas de saber de su madre y su tía, me recuerdan a Pepa, la abuela de Olga y Maruja, la vecina jajaja (del libro "Fue un beso tonto") de verdad me encanta la novee quiero seguir leyendo =)
ResponderEliminarbesossss
Que pena que Lali sienta tanta culpa.. la quiero feliz!! :) ya quiero saber que pasa entre ella y pitt en esa tienda y en esa mision:))
ResponderEliminarcomo me gusta esta novee! beso Camii
tengo una adaptacion en mi blog si quieres pasa
ResponderEliminarhttp://mymemoriesold.blogspot.com/
me encantan todas las novelas que escribes son maravillosas y no puedes parar de leerlas
ResponderEliminarA toda costa sigue pensando en ka inocencia d Ignnacio.
ResponderEliminarPobre Lali, le va a producir una úlcera tanto nervio!!
ResponderEliminarSerá que Ignacio está prendido en todo eso?
Quiero más!
Lore456
Pobre lali como va hacer para mantener la mentira? Más! Me encanta!
ResponderEliminarMas noveeeeeee
ResponderEliminarmas nove!
ResponderEliminarmE ENCANTA
@ligiaelenaCM
Quieeeeeero mas, besito :)
ResponderEliminarArii
Lali en pleno drama moral!! Quiero laliter pero ajjaa!Ojala que prontito pase algo ajajja queremos accion!beso!Giu
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!! me da tanta intriga!! maaaaaaaaaaaaaaas!!!
ResponderEliminarBesos♥
ayy me encanta este personaje de peter:D
ResponderEliminarque situacion complicada la de Lali :( @LuciaVega14
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