Capítulo 60

Buenas, buenas!!!! ¿Qué tal todo? Gracias por estar siempre chicas!!!! Sorry por la hora, pero tengo semana complicada! Igual, mañana intentaré subirles antes de irme a dar mi examen así no leen tan tarde ;) Un beso y espero hayan empezado bien la semana!!!! Hasta mañana!

Twitter: @Caparatodos

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-Euge… -protestó amenazadoramente.

Con una sonrisa, ella le puso la mano sobre el hombro y se lo apretó afectuosamente.

-Es perfecto. Confía en mí.

Capítulo 60:

Lali efectuó un barrido rápido con la mirada por el departamento mientras se dirigía hacia la puerta. Definitivamente, no se trataba un lugar grande, pero era bonito y acogedor y, por suerte, estaba limpio. Y tampoco era que Peter fuera a quedarse mucho, se recordó a sí misma.

Lo del viernes por la noche había sido algo aislado –entre los tragos, la iluminación romántica del club, y la forma en que él la había mirado cuando le había dicho que era la chica más linda del bar, se había dejado llevar por el momento.

Pero había llegado la hora de enfrentarse a la realidad.

Con eso en mente, abrió la puerta del departamento. Allí estaba Peter –vestido más formal de lo que esperaba, sorprendentemente guapo con un pantalón gris y una camisa azul.

Con una apreciativa mirada, él observó su top, color crema, y su jean.

-Así que, sí tienes pantalones.

Lali abrió la boca, decidida a soltarle su discurso sobre la importancia de no complicar las cosas, sin importar lo estupenda que hubiese podido resultar su aventura, cuando él levantó una mano, interrumpiéndola.

-Antes de que empieces con el sermón, o de que vuelvas a subirte por las paredes, deberías saber que esta es una visita sin compromiso. Tengo algo para ti –le mostró una bolsa de regalo para vinos plateada, tan brillante y llamativa que casi la cegó.

Lali retrocedió sorprendida.

-Oh, wow –no había esperado que le trajera ningún regalo. Especialmente, uno tan deslumbrante.

Él se removió incómodo, en la puerta.

-La bolsa no parecía tan brillante en la tienda.

Buscara lo que buscara lograr, parecía adorablemente nervioso. Lali extendió la mano.

-Déjame ver –intrigada, aceptó la bolsa, sacó la botella de vino, y leyó la etiqueta.

Indian.

-Es uno de mis favoritos. Te acordaste –dijo, con la mirada fija en la etiqueta-. Gracias.

Él se despabiló para tratar de mostrarse indiferente.

-No es nada. Eugenia tenía un par de botellas por ahí y tomé una.

Lali se apoyó contra el marco de la puerta.

-Por favor, no te lo tomes a mal, Peter, porque me encanta el vino pero, ¿dónde está la trampa?

-No hay ninguna trampa –se encogió de hombros-. No sé. Solo se me ocurrió que podíamos pasar un rato juntos y… hablar.

Peter pareció tan sorprendido por la sugerencia como la propia Lali.

-¿Hablar? –Lali lo estudió-. ¿Te sientes bien? No pareces… tú.

-¿Qué se supone que significa eso? –preguntó con indignación-. ¿Que no puedo pasar un rato con una chica sin tener una motivación sexual?

Buena pregunta.

-No lo sé. ¿Alguna vez has pasado el rato con una chica sin tener una motivación sexual?

Él resopló inmediatamente.

-Por supuesto.

-El colegio no cuenta.

Su mirada resignada lo dijo todo.

Lali sonrió.

-Deberías acogerte a ley para evitar auto-incriminarte.

Peter miró hacia el techo, sacudiendo la cabeza.

-Lo juro, no más obsesas del Derecho. Nunca. De ahora en adelante, solo chicas sencillas y despreocupadas, cuyo objetivo en la vida no sea tratar de volverme loco –se cruzó de brazos-. De acuerdo… escucha: hoy ha sido un día maravilloso para mí. Y, por extraño que parezca, tú, Mariana Espósito, eres la persona con la que quería compartirlo –levantó las manos con fastidio-. Haz lo que creas conveniente.

Más tarde, Lali se diría a sí misma que se había sentido tentada por el gesto de la botella de vino y por lo lindo que se veía Peter tan enojado con ella. Pero, siendo sincera consigo misma, tenía que admitir que el hecho de que hubiera ido a verla para compartir su día con ella, le había derretido un poquito el corazón.

Así que, sin pronunciar palabra, dio un paso hacia atrás, invitándolo a pasar.

Con una sonrisa victoriosa, Peter la siguió, cerrando la puerta a su espalda.

Lali le hizo una última advertencia.

-Recuerda, las manos quietas.

-Por supuesto, abogada –le hizo un guiño-. Al menos, hasta que me digas lo contrario.

Como estaban a veinti pico de grados y el cielo nocturno permanecía despejado, Lali propuso que se instalaran en la terraza que se encontraba en la parte trasera de su apartamento. Luego, colocó la botella de vino abierta que había comprado el fin de semana anterior sobre la mesa de madera. También había comprado unas cuantas macetas con flores, convirtiendo la terraza en un mini jardín urbano.

-Me gusta esto –repuso Peter, recostándose en su silla con una copa de vino en la mano-. La única objeción que tengo de mi apartamento es que no tiene espacios al aire libre. Créeme, valoras esas cosas cuando has tenido que pasar un par de semanas de arresto domiciliario.

-He visto tu departamento, Lunarcito. No estoy precisamente a punto de ponerme a llorar.

-Ah bueno, eso suena mucho más cariñoso que Acusatrix Espósito –dijo-. Increíble.

Lali comenzó a reír.

-¿Acusatrix Espósito? ¿Me llamas así?

Continuará…