Capítulo 63

Hola, hola!!! ¿Qué tal todo? Espero que bien y que el día les sea productivo ;) Al menos que se vayan a dormir con algo nuevo, aprendido o vivido, pero que lo haga distinto! Gracias por estar y buehhhhh les dejo un capítulo dedicado especialmente para las chicas con frio en sus países :P jajaajaj Besos y nos leemos mañana!!!

Twitter: @Caparatodos

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-Tengo unas cuantas ideas –sosteniéndole la mirada, se pasó la lengua por los labios.

Sus ojos se volvieron de inmediato intensa y ardientemente azules.

-Abogada… Me encanta tu manera de pensar.

Capítulo 63:

Peter sintió cómo el calor se acumulaba en su abdomen cuando ella cambió de postura y se situó entre sus piernas. Dios, cuánto deseaba aquello –lo había estado volviendo loco con sus reglas desde la primera vez que lo había besado.

Y cuando, repentinamente, Lali le lamió la cara interna del muslo, supo que la locura estaba lejos de terminar.

Apoyado sobre las almohadas, con las manos detrás de la cabeza, ya que había prometido no tocarla, vio caer su larga cabellera hacia delante, bloqueándole el panorama.

-Apártate el pelo –dijo con voz ronca-. Quiero ver cómo me tomas en tu boca.

La mirada de Lali se volvió provocativa mientras se levantaba y se pasaba el pelo por detrás de los hombros. Luego, se llevó las manos a la espalda, se desabrochó el sujetador, y lo tiró al suelo.

Peter la contempló, deseando sentir esas rosadas puntas en sus manos y recorrer esos tensos pezones con la lengua.

-Lali. Ven aquí.

Ella sacudió la cabeza. En su lugar, envolvió una mano alrededor de su masculinidad y, lentamente, lo acarició. Arriba y abajo.

-Tan suave –dijo. Luego cambió de postura y lo lamió mientras le sostenía la mirada.

Joder. Ya estaba llegando al límite y ella apenas había empezado.

-Más adentro, chiquita –dijo con voz gutural-. Envuélveme con esos labios.

Lali tomó el extremo de su pene entre los labios y succionó con suavidad. Luego, centímetro a centímetro, fue introduciéndolo en su cálida y deliciosa boca.

Peter sintió que la cabeza estaba a punto de explotarle.

-Así, Lali –gimió. Deseaba enredar los dedos entre su pelo, depositar las palmas de las manos sobre su cabeza y guiarla arriba y abajo.

Pero todo lo que pudo hacer fue mirarla, mientras ella lo sometía a la tortura más dulce imaginable, lamiendo, succionando, y acariciándolo con la boca y con las manos, hasta que Peter comenzó a arquear las caderas, empujando suavemente contra su boca y aproximándose peligrosamente a la explosión.

-Ven aquí –musitó con voz ronca.

Ella lo liberó, solo para recorrerle la piel con la boca en una trayectoria ascendente y rozarle el pecho con sus senos.

-¿Has traído un condón?

En realidad, había traído tres. Pero aún no estaba preparado para eso. Peter bajó la mirada hasta sus bragas.

-Quítatelas y colócate encima de mí.

-Alguien está volviéndose a poner mandón.

Sí, seguramente. Porque ese alguien estaba decidido a romper la regla “sin manos” aunque fuese lo último que hiciera.

Cuando volvió a colocarse a horcajadas sobre él, Peter se apoyó sobre los codos y le indicó por señas que se acercara.

-Quiero uno de esos pechos en la boca.

-Muy mandón –repuso ella. Pero aún así obedeció, y jadeó cuando le rodeó el pezón con la lengua y jugueteó con él hasta convertirlo en un duro y rígido pico. Instintivamente, Lali comenzó a deslizarse contra él, frotando sus ya listos sexos. A un paso de penetrarla, Peter se esforzó por mantener el control, deseando que se entregara a él.

Lali volvió a gemir cuando se llevó el otro pezón a la boca y luego empujó contra ella.

-Te necesito dentro de mí –dijo casi sin aliento.

-Pídeme que te toque.

Habría sonreído, al escuchar su gemido de frustración, de no haber sido porque él también se encontraba peligrosamente cerca del límite. Peter hizo uso de las piernas para abrirla un poco más mientras movía las caderas.

Todo su cuerpo temblaba cuando, finalmente, Lali cedió.

-Tócame, Peter. Ahora –suplicó.

Gracias a Dios… Peter deslizó las manos sobre la sedosa piel de su espalda, enredándolas entre su pelo, mientras se apoderaba posesivamente de su boca.

-Acuéstate en la cama. Sobre tu estómago.

Sus ojos llamearon al escucharlo, antes de que se separaran para poderse echar en la cama como le había pedido, Peter se incorporó en busca de sus pantalones. Sacó un condón de su billetera, rasgó el envoltorio, y se lo puso.

-Probablemente deberías empezar a tener unos cuantos por aquí –le dijo-. Pienso pasarme un montón de tiempo dentro de ti cada vez que venga a este departamento.

A continuación, se situó entre sus piernas y le alzó las caderas con suavidad.

-Ponte de rodillas –musitó con voz ronca. Luego empujó contra la húmeda ubicada entre sus piernas, deslizándose adentro y afuera hasta que se adaptara a él y lo envolviera hasta el último centímetro-. Quiero que hoy sea duro –dijo con aspereza.

-Sí –gimió Lali, aferrándose a la manta con las manos.

Él la agarró de las caderas y comenzó a moverse, primero con suavidad, penetrándola con firmes acometidas, y después más rápido, tomándola más profundamente, deseando reclamarla y hacerla suya. Cuando estaba dentro de ella no había normas ni complicaciones; no importaban el trabajo ni su pasado, no existía nada excepto ellos dos; y ese momento en el que todo parecía perfecto.

-Peter –dijo ella con un tono de necesidad.

-Te tengo –bajó una mano para situarla entre sus piernas y empezó a acariciarla. Lali se apoyó sobre los codos, empujó hacia atrás, y dejó escapar un grito cuando el orgasmo la alcanzó. Oleada tras oleada lo apretó en su interior mientras él la sujetaba por las caderas y se enterraba profundamente en su intimidad, una y otra vez, hasta que finalmente explotó. El orgasmo fue tan intenso que Peter tuvo que reducir la velocidad y abrazarse a ella con fuerza, apretando la mandíbula y gimiendo, hasta que por fin se estremeció y logró detenerse.

Jadeantes, se derrumbaron sobre la cama, cubiertos por una fina capa de sudor.

-¿Mejor que… no ha estado mal? –preguntó Peter sin aliento.

Con la cara sepultada en la manta, mientras yacía inmóvil, por lo visto completamente agotada, Lali logró apenas emitir un susurro.

-¡WOW!.

Con una sonrisa, Peter apoyó la frente contra su espalda.

Ya era hora.

Continuará…