viernes, 12 de octubre de 2012

Capítulo 85


Twitter: @Caparatodos

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El almuerzo estaba a punto de finalizar y Lali extendió un cheque. Cuando volvió a guardar el talonario en el bolso, sacó una nota que había escrito aquella mañana y la deslizó bajo el celular de Laura.
El siguiente paso era el más difícil. Ahora tenía que esperar.

Capítulo 85:

Sábado, 3:45 p.m.

—¿Está en casa? —preguntó sin más cuando Reinaldo salió a su encuentro en la puerta principal.

—Sí, señor. Llegó hace unos minutos. Creo que iba a cambiarse y a nadar.
Asintiendo, Peter se aflojó la corbata y se dirigió hacia las escaleras.

—Pídele a Hans que prepare todo para un asado. Esta noche vienen los Dalmau. Llegarán a las seis.

—Muy bien. Hans está preparando una torta para el postre. ¿Le… ?

—¡Buenísimo! —lo interrumpió Peter, considerando por un instante si cancelar la comida en favor de otra noche desenfrenada como postre. Pero cambió de idea casi al instante; no iba a esperar tanto.

Se paró delante de la puerta del cuarto de forma silenciosa, quitándose los zapatos y empujando poco a poco la manija hasta que se abrió. Tenían otras cosas de qué ocuparse, y Nicolás seguía en prisión, pero aquello no cambiaba un hecho inevitable: era un hombre y tenía necesidades. Incluso, se había llevado los documento de Bedoya-Agüero y de la inmobiliaria Laba en lugar de quedarse en el estudio de Gastón para revisarlos, a pesar del riesgo de que los encontrara Lali.

La vio de inmediato, una mano sobre el respaldo del sillón azul marino mientras se ponía las zapatillas. Tenía puesto un bikini rojo, y a Peter se le secó la boca. Lali era una mujer delgada, pero con curvas en los lugares correctos.

Caminando deprisa, bajó de un salto los dos escalones alfombrados y la agarró por la cintura, tirándolos a los dos sobre los blandos almohadones del sillón. Ella pegó un grito, dándole un fuerte codazo en las costillas antes de darse cuenta de quién era.

—¡Caramba, Peter!, me asustaste —protestó, retorciéndose debajo de él hasta que se puso de espaldas.

—Un punto a mi favor —respondió, agachando la cabeza para besarla.
Ella le devolvió el beso, tirando suavemente de su labio inferior. Mmm, qué vida tan maravillosa. Su corbata cayó al suelo, seguida de su saco.

—Imagino que tu reunión fue bien —murmuró, alargando la mano entre ambos para desabrocharle la camisa—. Ya eres el rey mundial de las tuberías, ¿no?

—Obvio.

—Genial. Tal vez me expanda en el sector de la seguridad y de las instalaciones de tuberías.

—Me parece bien. Ahora, me puedes explicar ¿por qué Lyon dijo que debería darte las gracias?
Lali lo miró, sonriendo de oreja a oreja.

—Porque me pidió una opinión sobre ti, y le dije lo triste y sabelotodo que eres y lo mucho que siempre has querido tener tu propia empresa de tuberías.

—Entiendo. —No sabía si tomarla o no en serio. Pero fuera lo que fuera que le hubiera dicho a Lyon, el hombre había entrado en razón.
Ella se rió.

—Me debes todo este trato a mí, bombón.

—Cállate —murmuró, besándola de nuevo.
Ella le arrancó dos botones de los puños de la manga cuando le quitó la camisa.

—Uf. ¿Puedo al menos decirte que has colaborado con SPERM?
Eso captó su atención. Se detuvo a mitad de su labor de desatarle la parte de arriba del bikini.

—¿Qué?

—La Sociedad para la Protección del Entorno y la Región de los Manatíes —dijo, moviéndole la mano para que le cubriera el pecho izquierdo—. Les donaste cinco mil dólares.

—Por un instante pensé que estábamos apoyando una clínica de fertilidad o algo así.
Lali se rió de nuevo, el sonido reverberó en su mano y fue directo a su corazón.

—¿No es genial? ¿Quién iba a pensar que las señoras de Buenos Aires tuvieran sentido del humor?

—Yo no —agregó, y retomó la tarea de desnudarla, quitándole la diminuta parte superior y bajando la boca hasta sus pechos—. Así que, también te fue bien en tu almuerzo, ¿supongo? —murmuró.

—Tú, preocúpate por alegrarme la tarde. Del resto hablaremos luego.

Aquello no pintaba bien, pero no quería que lo distrajeran en ese momento. Cuatro horas de reunión, manteniendo a raya su carácter y su impaciencia, trabajando lentamente para convencer a un director y una junta directiva sumamente tercos y recelosos… En fin, estaba listo para dejarse llevar.

Deslizó la mano dentro de la prenda inferior del bikini y la tomó en ella. Estaba impaciente. Si esperaba otro minuto sin estar dentro de ella, iba a explotar. Por suerte, su bikini se amarraba con lo que parecía hilo dental, y sólo tardó un segundo en quitárselo. Con su ayuda, Juan Pedro se desabrochó la correa, el pantalón y se los bajó hasta los muslos.

Con un gruñido empujó, introduciéndose en ella. Lali gimió ahogadamente, hundiendo los dedos en su espalda y rodeándole las caderas con las piernas. Él embistió con fuerza y rapidez, sintiéndola contraerse a su alrededor con delicioso calor.

—Dale, mi amor —le pidió, capturando su boca con un apasionado y profundo beso.

Ella llegó con un grito medio estrangulado, y Juan Pedro cerró los ojos, empujando hacia delante, alcanzando el clímax. Ambos se convirtieron en un tumultuoso montón de miembros enredados y sudorosos.

—Dios mío —jadeó Lali un minuto después, todavía aferrada a él.

—Siento la brevedad —logró a decir, posando con cuidado su peso sobre ella. Lali podía soportarlo.

—¡Al diablo con eso!. Debe de haber sido una negociación muy buena.

—Lo fue. Al final lo único en lo que podía pensar era en volver casa y estar contigo.
Lali se rió entre dientes, levantando la cabeza para dejarle un beso en la mandíbula.

—Bueno, me alegro de haber estado aquí, por el bien de Reinaldo.

—No hubiera sido igual. —Estiró el brazo para sujetarse y rodó del sillón hasta el suelo. La arrastró con él, todavía a horcajadas sobre sus caderas, todavía acogiéndolo en su interior.

—¿Quieres nadar conmigo? —preguntó Lali, incorporándose con las manos apoyadas sobre su pecho—. Podríamos tapar las cámaras y meternos como Dios nos trajo al mundo.

—Los Dalmau vienen a comer a las seis —respondió, observando su rostro.
Su expresión se tensó un poco, luego volvió a relajarse.

—¿Todos?

—Sí. Incluso Cristóbal. También los he invitado a darse un chapuzón. —Le pasó las palmas de las manos por los hombros, bajándolas sobre sus pechos.

—Está bien. —Se apoyó en ellas, suspirando con una profunda satisfacción que hizo que Peter considerara seriamente cancelar la invitación.

—¿Vas a contarme sobre tu almuerzo?
Sus ojos verdes le sostuvieron la mirada.

—¿Fuiste con Laura Bedoya-Agüero a buscar propiedades?
«¡Oh, oh!».

Continuará…

15 comentarios:

  1. No me pueedes dejar asi, la pregunta clave era esa jaja
    Espeero mas :)
    Beso

    Arii
    @AriadnaAyelen

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  2. Que buena la novela, no nos puedes dejar asi!!!

    sube otroo

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  3. Genial el capítulo como siempre y ella siempre consigue lo que quiere y creo que esta vez tambien lo va a conseguir ... Maaaaaas quiiierooo massss :).

    María.

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  4. que es tonto peter le deberi haber contado jajajajja

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  5. no me podes dejar asi!!!!!! quiero más novela!!!!!

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  6. haber como salís de esta jp!!! Me encanta más!!

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  7. Le cuenta todo obviando lo d Laura ,ahora haber como sale d esta,parece k Peter no se lo esperaba.

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  8. Una cosa k me escama es xk se pone tensa con la llegada d "todos "los Dalmau.

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  9. Jejeje eso fue rápido eh!
    Quiero más novela!
    Lore456

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  10. ahora si Peter explicale!!

    @angelaliter

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  11. Jajajajaaa me encantooo!! Mori de risa y amor !

    "Oh Oh"

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  12. Q buen cap!Lali sí qcno deja escapar una!

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  13. estos dos si que no pierden el tiempo,se la van es con toda
    mas noveeeeeeeee

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  14. jajajajaja ya estaba considerando la idea de cancelar la cena para repetir lo de la otra vez jajajaja uuuhhh y Lali se lo dijo qe va a hacer Peter :O ME ENCANTOOO @LuciaVega14

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