Capítulo 2

Hola!!!! Aquí les traigo el segundo capi de “Enredo Amoroso” me pone feliz que les gustara tanto el capi como el argumento! Sé que muchas querían la 2da tempo pero no desesperen… Próximamente ;) jajajaja No se si vieron, pero por las dudas les aviso, les deje un post con los videos y fotos de los TA ayer en Soñando por Cantar para las que no lo pudieron ver :) Espero les guste! Besos y nos leemos mañana! Se les quiere… MIL GRACIAS por todos sus lindos, lindos comentarios!

Sor: Sí, soy de Lima! Qué chévere saber que hay más gente de Perú y Lima leyendo, a parte me divierte más si de a poco algo las puedo “conocer”!

Lakshmitole: Estaría buenísimo el encuentro ah! Yo me recontra anoto jajaajaj! Me encantaría poder conocer a todas! Cada una de ustedes es más copada que la otra! Y esta bueno conocer aunque sea por acá y tw gente así ;)

Masi_Ruth: No te hubieras preocupado! Seguro que no! Es cuestión de días para que entres en el training! Después ya vas a estar recontra en tu cancha!

Lina_Ar12: Me encantó eso de no leer para que te sorprenda! ;) Espero que así sea! Gracias ayer por la data post ansiedad jajaja

Chari: Es verdad lo de las fotos entre Lali y Peter! No me había percatado de ese pequeño, gran, detalle! Laliter a full! ♥

Pásense por la nove de http://funnyangels-flog.blosgpot.com :D

Ahora sí, no las sigo demorando! Igual, antes de irme, capi dedicado a Adri, Bego y Faty! Daleeeee chicas! Que no decaiga y ustedes pueden ;) besos!

Twitter: @Caparatodos

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—Esta vez es peor de lo que creía —murmuró, al ver los trozos de porcelana rota que había esparcidos por todas partes. Candela coleccionaba ángeles de porcelana y su récord hasta entonces había sido de un máximo de tres, estampadas contra la pared—. Esta vez han sido cinco.

Capítulo 2:

Cuando Lali regresó a la habitación, Candela ya estaba sentada en la cama.  Tenía los ojos y la nariz rojos y el maquillaje completamente corrido.

Dejó la bandeja sobre la mesa, agarró un pañuelo de papel de la caja que Candela tenía en el regazo y se lo ofreció.

—El mundo sería mucho más llevadero si no hubiera hombres —dijo Cande dramáticamente.

—Hace mucho se habría extinguido el género humano si no existieran los hombres. Lamento decirte que gracias a la colaboración de uno de ellos tú estás aquí.

Candela se sonó la nariz y tiró el papel por encima del hombro con desprecio.

Lali se inclinó a recogerlo y la interrogó con impaciencia.

—Bueno, piensas decirme qué es lo que pasó o te vas a limitar a ensuciarme el cuarto.

—¡Deberíamos librarnos de todos los hombres! ¿Y qué si no podemos procrear? Después de todo, el sexo tampoco es tan bueno como lo pintan. Y, obvio que sin ellos seríamos mucho más felices —el labio inferior comenzó a temblarle—. ¿Alguna vez te hablé de sus ojos? Tiene los ojos más bonitos que he visto. Y ese pequeño frunce en la barbilla… y sus cachetes…

Candela se lanzó sobre la cama y se puso a llorar desconsoladamente.

Lali miró a su hermana, agarró un pañuelo, lo partió en dos y se puso un trozo en cada oído.

Seguramente, lloraría sin cesar hasta el día siguiente y, por la frustración que tenía, seguramente no se quedaría sin municiones hasta el mes siguiente, momento en que encontraría a su siguiente príncipe.

Lali tomó el paquete de galletas y se puso a comerlas con ansiedad.

¿Cómo podían ser dos hermanas tan diferentes?

Lali era racional, siempre sabía lo que quería y hacia donde iba. Candela era emocional y espontánea. Lali no había tenido ni una sola cita en los últimos dos años, mientras que Candela había tenido cuatro relaciones serias y varios “algo”.

Y con cada hombre llegaba la inevitable ruptura, el río de lágrimas y la promesa de meterse a monja.

Lali debería haberse esperado la catástrofe. Pero había pensado que Juan Pedro Lanzani, el famoso arquitecto, era diferente. Candela sólo había estado saliendo con él durante dos meses, pero había dado la impresión de que era una relación seria. Él la había llevado a los mejores restaurantes de Buenos Aires, habían pasado fines de semana en Tigre y en Colonia. Lali había llegado, incluso, a pedir detalles sobre aquel hombre, aunque había aprendido que no debía involucrarse demasiado en la vida amorosa de su hermana.

Según Candela, él tenía una preciosa casa en Pilar, un auto increíble y mucho dinero. Vivía de su trabajo como arquitecto para los altos círculos.  Lali no había necesitado saber más. Conocía el gusto en hombres de su hermana: guapo, sofisticado y delicado, uno de esos individuos que consiguen que las mujeres se empeñen en llamar su atención.

—Candela, ese hombre no vale la pena. Es uno más, eso es todo.

Uno más de esos winners con los que siempre salía su hermana y que Lali no parecía tener posibilidades de encontrar. No porque no tuviera oportunidades. Su trabajo la llevaba siempre a lugares y ocasiones llenos de codiciados solteros. Pero nunca lograba la exacta combinación de buen peinado y un vestido que no la hiciera parecer como la de una publicidad para bajar de peso.

—Me hubiera encantado que lo conocieras —murmuró Candela—. Era tan maravilloso.

—Pues yo, sinceramente, prefiero que no haya sido así. Eso impide que me vaya a buscarlo para matarlo.

Candela se rió nerviosamente y miró a su hermana.

—Es un villano. Me hizo promesas. Incluso me dijo que me amaba. Y luego, me tiró como si fuera una zapatilla vieja —un nuevo río de lágrimas descendió por sus mejillas.

—Esto es lo que vamos a hacer —le dijo Lali—.Primero, quiero que te sientes y dejes de llorar.

Candela se secó las lágrimas de las mejillas.

—No pienso hacer eso de la lista. Me obligaste a escribirla con lo de Raúl, pero yo no creo en eso.

¿Cómo iba a creer en algo así? Candela era pura emoción. Su cabeza sólo le servía para llevar siempre un peinado impecable. Mientras que Lali se pasaba la vida leyendo sobre cómo mejorar su forma de vida y pensar positivamente, Candela se dedicaba a vivir desaforadamente. Lo único que Lali quería era que su hermana fuera un poco más precavida a la hora de lanzarse de cabeza a las mil relaciones en las que se veía envuelta por minuto.

—Pues eso de la lista te ayudó mucho, aunque tú ahora no quieras aceptarlo.

—Tampoco pienso hacer ese ejercicio de visualización. No voy a imaginarme a Juan Pedro como una serpiente, ni como un sapo, ni nada de eso.

—Tengo una idea mucho mejor —le dijo Lali—. Se trata de cerrar la relación. Hay una teoría que dice que si se le pone el final adecuado a las cosas, especialmente a las relaciones, las rupturas resultan mucho menos dolorosas.

—¡Podría llamarlo! —dijo Candela, con los ojos brillantes—. Quizás si se entera de lo que sufro por él, vea que ha hecho mal. Así se dará cuenta de que no debió de haberme dejado de ese modo.

—¡Candela, poner un final quiere decir eso, exactamente, poner un final, no empezar todo de nuevo! —le gritó Lali.

—Bien, ¿y cómo se supone que voy a poner un final si no puedo llamarlo y decirle que todo se ha terminado?

Lali se armó de paciencia.

—Se trata de un final simbólico: quemar sus cosas, por ejemplo.

—¿Y es necesario que queme sus cosas? Me dio unos regalos asombrosos. ¿Por qué debería quemarlos?

Lali suspiró.

—Entonces, olvidemos lo de quemar nada. Pero podemos pensar en otra cosa, darle un final adecuado a la historia.

—Lo que realmente me gustaría hacer sería quemar su casa… o hundir su precioso carro en la piscina… o pintar su perro de color verde.

—No se trata de cometer un crimen —le explicó Lali.

—No creo que pintar un perro de color verde sea un crimen. Más bien sería una mejora. Ese animal es feo como un demonio.

—Candela, se trata de romper con él, no con su perro.

—Entonces piensa en algo —dijo Cande—. Tú eres la que siempre ha hecho los planes y eres mucho más creativa que yo.

—Yo no puedo planear eso por ti. No funcionaría.

—Sí, sí puedes. Confío en ti.

Lali consideró la idea durante unos segundos.

Suspiró.

—De acuerdo. Pero lo haré sólo si dejas de llorar, te vas de mi cuarto y me dejas dormir. Discutiremos todo esto mañana; cuando vuelva de la fiesta, ya se me ocurrirá algún plan.

El rostro de Candela se iluminó.

—¿Qué le vas a hacer? ¿Será doloroso? Debería de ser un poquito doloroso.

—No sé lo que vamos a hacer. Ya se me ocurrirá algo.

Continuará…