Capítulo 33

Hola!!!! Le subo tempranito y más tarde me paso de nuevo para subirles otro, les va?! :D

Capi dedicado a:

@CielooMagicoo y Ale que, dicho sea de paso, tiene una nove buenísima en http://corazondehielo01.blogspot.com/  

Ahora sí, nos leemos más tarde ;) Besos!!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

¿Iría a confesar sus errores? Eso sería maravilloso. Todo lo que tenía que hacer era lanzarse a sus brazos y besarlo. La pesadilla habría acabado y no tendría que seguir adelante con su plan.

Capítulo 33:

—Está relacionado con una mujer… de mi pasado.

—¿La muñeca inflable?

Peter frunció el ceño. ¿Qué le pasaba a Lali? Jamás la había visto tan sarcástica.

—No —continuó Peter—. Se llama Candela.

—¿Candela? —no había caso, el hombre iba a mentir otra vez. Levantó la ceja sin entusiasmo.

—Estuvimos juntos antes de conocerte. Luego, lo dejamos. Pero no estoy seguro de si realmente lo he superado.

Durante un instante, Peter creyó distinguir cierta rabia en su mirada, pero pronto la encubrió con una sonrisa.

—¡No me digas! Eso sí, es un problema: un hombre y dos mujeres. Bueno para ti, malo para nosotras.

De repente, Peter se sintió como si acabara de saltar de un avión sin paracaídas. Lali no estaba reaccionando, para nada, como él había esperado. Tal vez, no sentía nada por él.

—Lali, no creas que yo me siento bien por esto que me pasa —dijo él—. Y por eso, precisamente, necesitaba verte otra vez. Tengo que tomar una decisión.

—¿Decidir a cuál de las dos prefieres?

—Me resultaría más fácil si supiera qué sientes tú por mí —le sugirió Peter.

—¡Lo que yo siento! —Lali sonrió—. Sí, claro.

—¿Y?

—Te la hago fácil. Creo que deberías volver con esa tal Candela. Está claro que, realmente, es a ella a quien amas. ¿Y quién soy yo para meterme en el medio de un verdadero amor?

Peter se tensó.

—Pero… pero yo no estoy seguro de querer volver con ella —dijo.

—Seguro que sí lo sabes —le aseguró ella—. Algunas mujeres son imposibles de olvidar.

La verdad de aquella afirmación lo conmovió. Claro que había mujeres imposibles de olvidar y para él esa mujer era Mariana Espósito.

—¿O sea que no te importa?

Ella se encogió de hombros.

—No tengo ningún derecho sobre ti. Ella apareció primero.

—¿Y nosotros?

—No existe un nosotros —dijo Lali con total frialdad—. Si no pudiste olvidar a esa tal Candela a pesar de todo, lo mejor es que nos digamos adiós. Ha sido un placer.

Le ofreció su mano. Peter, desconcertado, se limitó a saludarla.

—Lali, yo no creo que deberíamos…

—Me voy. Tengo que ir a trabajar —dijo ella.

Se dio media vuelta y salió de la oficina. Peter fue detrás de ella, pero se detuvo en la puerta de su oficina.

Agustín apareció en aquel preciso momento.

—¿Cómo le fue, señor?

Peter agitó la cabeza confuso. Le había ido fatal, nada fue como él esperaba.

—¿Señor? ¿Está bien?

—No, no lo estoy —le confesó—. Mariana Espósito acaba de dejarme.

Un sonoro trueno anunció, desde la distancia, la presencia de una tormenta. Peter llegó hasta la puerta de aquella oscura y silenciosa casa, repentinamente iluminada por la luz de un rayo.

Se estremeció. Nunca le habían gustado las tormentas.

Lali lo había llamado media hora atrás rogándole, en un tono frenético, que fuera a su casa. No esperaba volver a saber de ella después de su último encuentro y, mucho menos, pasar la noche en su compañía.

Las últimas semanas habían sido realmente difíciles. Se había sentido solo y trataba desesperadamente de ocupar su tiempo en algo para evitar pensar en Mariana Espósito. Había empezado a tener una profunda amistad con Rufus, quien ya dormía a los pies de su cama. Pero aquello no reemplazaba el vacío que había dejado Lali.

Miró la fachada de la casa, nuevamente iluminada por un rayo. Era como tantas otras casas de la zona.

Tal vez, Lali había decidido darle otra oportunidad. Por si acaso, había agarrado un pantalón y un polo de repuesto que había dejado en el auto.

Pero le extrañaba que la casa estuviera tan oscura.

Podría ser que el motivo de su llamada no fuera una reconciliación. ¿Y si se había enfrentado con su hermana por su culpa? Después de todo, ella seguía creyendo que Peter salía con Candela y Candela también. Sólo Agustín y él sabían la verdad.

Cuando estaba a punto de tocar el timbre, se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. La empujó y miró dentro de la casa.

—¿Lali? ¿Dónde estás?

Aquella situación era algo absurda. Si lo que quería era contarle la verdad, ¿por qué lo había despertado a las dos de la mañana obligándolo a levantarse y a manejar en medio de la noche hasta aquel tenebroso lugar? ¿Acaso quería que su hermana fuera testigo de lo que sucedería?

La verdad era que estaba ansioso de conocer a la mujer que había ocasionado todo aquel enredo, la mujer que había conquistado de tal forma el corazón de Agustín y que había llevado a Lali a planear toda aquella serie de venganzas.

Entró en la casa y llegó a la sala, tropezándose con todos los muebles que había. De pronto, un rayo iluminó las ventanas y Peter creyó ver una figura fuera.

—¿Lali? ¿Eres tú?

De nuevo, un rayo destelló y la figura había desaparecido. Debió de habérsela imaginado.

Continuó caminando, hacia la parte trasera de la casa.

De repente, algo crujió bajo sus pies. Se agachó para buscar que había sido y un trozo de porcelana rota le pinchó el dedo, causándole una herida. Comenzó a sangrar.

—¿Qué…

Continuará…