Capítulo 23

Hola, hola!!! Cómo arrancaron el domingo?! Sale maratón??? Ustedes deciden, 35 y más!!! ;) besos y disfruten del día!!!!

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—Tampoco son sus secuaces.

—¿Quién es, entonces?

Capítulo 23:

—Creo que será mejor que se siente mientras le explico lo que está pasando.

Agustín parecía seriamente preocupado, casi se podría decir que estaba apenado por lo acontecido. Claro que, conociéndole, no le sorprendía que un envío de aquellas características hubiera atentado contra todos sus principios. Sin embargo, era Peter el que estaba siendo objeto de tales humillaciones, no él. Realmente aquel hombre se tomaba su trabajo demasiado en serio.

—Cálmate, Agustín, y dime todo lo que sabes. Pero sé breve. Lali está arriba y no quiero tenerla esperando.

Agustín se dejó caer sobre la misma silla que había ocupado la muñeca minutos antes.

—¿Está aquí? Ha dejado que esa mujer entre en su casa —Agustín se restregaba la frente con preocupación.

Peter lo miró algo indignado.

—Creo que será mejor que te expliques, Agustín —le dijo con impaciencia. ¿Qué tenía Sierra contra Lali? Que él recordara, no la conocía de otro lugar.

Agustín alzó las manos con desesperación.

—¡Es ella, señor! —dijo, con voz angustiada—. Ella es la que está haciendo todo esto.

Peter soltó una sonora carcajada.

—¿De qué estás hablando? ¿Por qué iba a querer humillarme?

—Porque, en realidad, es a mí a quien quiere poner perjudicar. Pero ella piensa que yo soy usted —Agustín respiró potente y sonoramente, como tratando de recabar todas las fuerzas que tenía—. Estoy seguro de que después de que se lo cuente, estaré despedido. Pero antes que nada, quiero decirle que me alegro mucho de haber tenido la oportunidad de trabajar con un hombre con su talento.

—¡Agustín, dímelo ya, por favor!

La explicación salió toda de golpe, sin respiraciones o pausas.

—Mientras usted estaba en Tokio fingí que era usted para impresionar a una mujer y ella se enamoró de mí, porque creía que su casa era mi casa y su auto era mi auto y tuve que cortar todo antes de que me descubriera. Pero la amo —hizo una pausa—. Señor…

—¿Fingiste ser yo para impresionar a una mujer? El mundo no tiene lógica —Peter consideró la confesión durante unos segundos—. Así que utilizaste mi auto y mi nombre.

Agustín asintió.

—Y su perro, señor.

—¿Y funcionó?

—Sí. —dijo él sorprendido—. Pero, como ya le dije antes, yo también me enamoré.

—Y ¿qué tiene que ver Lali en todo esto?

Agustín tragó saliva.

—La mujer con la que corté es su hermana, Candela.

—¿Y piensas que Lali trata de vengarse por ello?

—Estoy seguro que así es.

—Podría ser la misma Candela.

—¡No, por favor! Candela no sería capaz de planear algo tan complicado. Yo tengo serios motivos para pensar que su hermana Lali está detrás de todo.

—Porque dejaste a su hermana…

—No, ella piensa que fue usted el que abandonó a su hermana.

—¡Pero yo ni si quiera la conozco!

—Lo sé, señor y siento mucho todo esto. Sé que, además, ni siquiera le podría gustar una mujer como Candela. No es su tipo.

—¡Por favor, Agustín, cállate un segundo! Necesito poner en orden mi cabeza.

¿Eso significaba que todo lo que había compartido con Lali había sido falso, parte de una venganza? ¿Acaso su forma de comportarse no había sido más que una mentira para atraparlo en sus redes y luego dejarlo?

—¿Señor? —la voz de Agustín resonó en el vacío de su cabeza—. ¿Tengo que dejar libre mi oficina hoy o puedo hacerlo mañana?

Peter comenzó a pasear de un lado al otro, otra vez.

—No estás despedido, Agustín. Todos cometemos errores cuando estamos enamorados. Además, seguramente voy a necesitar tu ayuda.

Agustín se paró, completamente ruborizado.

—Estoy a su servicio. —dijo—. Hablaré con su abogado y la llevaremos a juicio, señor. Seguro que está atentando contra sus derechos de ciudadano.

—¡No! No quiero que nadie sepa nada de esto. Dame tu palabra de que así será. Para todo el mundo, seguimos sospechando de Ludovico.

—Pero, ¿no debería…?

—Si Lali lo único que quiere es vengarse de mí, muy pronto lo sabré. Y creo que yo mismo pensaré mi pequeña contra venganza.

Peter miró hacia la parte alta de las escaleras y se preguntó qué estaría haciendo Lali en aquel preciso momento.

Si Agustín tenía razón, lo más seguro era que hubiera revisado todos sus armarios y estuviera husmeado ya en todas sus pertenencias. Pero nada de eso le importaba. Ya había tramado un pequeño plan con el que acabaría consiguiendo que Lali cayera en su propia trampa.

Continuará…