Capítulo 34

Hola de nuevo!!!! Cómo están?! Ni les pregunto qué tal el día porqué la mayoría me imagino cómo está… Aquí para que se animen un poquito les dejo un capítulo extra ;) Besos y muchas gracias!!!!!!

Twitter: @Caparatodos

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De repente, algo crujió bajo sus pies. Se agachó para buscar que había sido y un trozo de porcelana rota le pinchó el dedo, causándole una herida. Comenzó a sangrar.

Capítulo 34:

—¿Qué…

El pánico se apoderó de él. ¿Acaso alguien había entrado en la casa?

Se acercó a la pared y buscó el interruptor de la luz, pero al apretarlo descubrió que no funcionaba.

—Lali, Lali, ¿dónde estás?

¿Por qué no había llamado a la policía? De pronto, imágenes horribles lo embargaron. Lali podría estar gravemente herida.

—¡Lali, contéstame! —gritó con desesperación.

—Estoy aquí —dijo ella suave y calmadamente.

Peter se volteó hacia donde provenía la voz.

—¿Dónde?

—Aquí.

Se movió hacia allí y casi se tropieza con ella. Estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el marco de la puerta.

—¿Estás bien?

—No, la verdad es que no —respondió.

Tomó su rostro entre las manos.

—¿Qué pasó?

Ella respiró pesadamente.

—Nos peleamos, una gran pelea.

—¿Con quién?

Ella lo agarró con fuerza de la camiseta.

—No era mi intención —dijo con desesperación—. Sólo quería explicarle lo que pasaba y entonces ella se puso a discutir y se me fue de las manos…

—¿Quién? ¿Quién es ella?

—¡Candela!

—¿Candela?

—¡Sí, sí! Tu ex amante y la mujer que todavía amabas.

—Lali, yo…

—Le conté lo nuestro… Estaba furiosa. Parecía que un demonio la hubiera poseído. Jamás la había visto así. Gritaba y pataleaba. Me daba miedo. Agarré una estatua de porcelana y se la tiré…

Peter se sentó junto a ella.

—Lali, lo siento, nunca pensé que esto pudiera complicarse tanto… yo…

—¡La maté! —dijo Lali—. Esas estatuas son más pesadas de lo que parecen.

Peter se quedó sin respiración.

—¿Qué? ¿Qué dijiste?

—Que esas estatuas son más pesadas de lo que parecen. Es gracioso, no se rompió cuando le golpeó la cabeza, sino cuando cayó al piso.

—No, no me refiero a eso. ¿Qué dijiste sobre Candela?

—Que la maté… o eso creo.

Peter paró rápidamente.

—¿Dónde está, Lali? ¿Llamaste a una ambulancia, a la policía?

—No respiraba, así que estoy casi segura de que estaba muerta. La saqué al jardín y cavé un hueco. La enterré allí. Yo creo que estaba muerta. No se movía.

Peter se agachó y la obligó a pararse.

—¡Por Dios, Lali! ¿Qué hiciste? ¡Jamás pensé que esto podría llegar tan lejos!

—Cavé un hueco muy profundo. Pero, tal vez no debería haber tapado el cuerpo con tanta tierra.

—¡Enséñame dónde está!

Él la siguió a través de la cocina, hasta el jardín. Rogó al cielo para que no fuera demasiado tarde.

Estaba completamente oscuro. De pronto, todo el escenario cobró sentido: la casa a oscuras, la porcelana rota… Debería haberse imaginado que algo no estaba bien cuando Lali lo llamó.

Se maldijo a sí mismo una y cien veces por no haber sido sincero desde el principio. Ya veía a dónde lo había llevado aquella sarta de mentiras. Sin duda, el amor era como una poción que te anulaba la voluntad y te obligaba a hacer cosas irracionales.

Pero no tenía justificación. Había manipulado a Lali y a Candela hasta causar aquella tragedia. En todo caso, si Candela estaba muerta, si Lali había cometido el crimen, él estaba dispuesto a sufrir las consecuencias junto a ella.

—Aquí es donde la enterré.

Peter tomó una pala que había al lado y se puso a cavar.

—¿Está muy profundo?

—Sí, muy —respondió ella—. Quizás lo mejor es que la dejemos ahí. Estará toda llena de tierra.

—¡No, Lali! ¿Cómo puedes actuar así? Parece que no te importara…

—Pero a ti sí te importa, porque sigues enamorado de ella, por eso quieres salvarla.

Clavo la pala con fuerza en la tierra.

—¡Pero si ni siquiera conozco a tu hermana! —dijo con voz angustiada—. Candela estaba enamorada de mi hombre de confianza, quien había fingido ser yo para no decepcionarla. Después de que él terminara con ella, tú comenzaste tu venganza. Yo sólo quería que confesaras lo que habías hecho, por eso te dije que iba a volver con Candela. Nunca pensé que…

De pronto, Peter se detuvo. Había algo en toda esa situación que no le cerraba. El tono de voz de Lali estaba lleno de humor y su rostro mostraba una sonrisa complacida nada adecuada a las circunstancias.

Levantó la cabeza.

—¿Tú crees que así es lo suficientemente profundo, Cande? —preguntó Lali.

Junto a ella, había otra mujer, con el pelo oscuro, como el de ella y la figura estilizada.

—No sé. A papá le gusta que los rosales queden bien hondos. Tal vez, debería cavar un poco más.

Peter las miraba en silencio. Por fin, soltó la pala.

—¿Tú crees que parece arrepentido, Cande? Después de todo, ha sabido la verdad durante muchos días, pero no se dignó a decir nada. Prefirió divertirse un rato.

Peter la miró incrédulo.

—¿Y qué me dices de ti, Mariana Espósito? ¿Y tus trucos y venganzas?

—Era yo la que me estaba vengando, no ella —dijo Candela—. Lali lo único que hacía era arreglar lo que yo hacía para que no me metiera en problemas. Y todo, porque tu hombre de confianza decidió hacerse pasar por ti. Así que, no se te ocurra culparla de nada. Es una gran hermana y la adoro.

Con esto, Candela se dio media vuelta y se dirigió hacia la casa.

—Bueno, este ha sido el principio y el final de mi corta carrera en el arte de la venganza. Respecto a ti, será mejor que salgas de ese hueco, parece que va a empezar a llover.

Lali se dio la vuelta y se dirigió hacia la casa. Apenas estuvo bajo techo, comenzó a llover.

Había habido más de una ocasión en la que habría deseado no haber conocido, jamás, a Mariana Espósito. Aquel era uno de esos momentos.

Continuará…