Capítulo 30

Hola, hola!!!!! :D Cómo les va?! Empezaron bien la semana??? Espero que sí pero sobre todo que siga estando o puedan convertirla en buena! Muchas gracias por sus lindos y matadores comentarios! jajajaaja Me encanta que les haya entretenido la maratón! Un beso y hasta mañana!!!!

Twitter: @Caparatodos

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—¿Tú crees que Peter todavía siente algo por ti?

Capítulo 30:

—¿Tú crees que Peter todavía siente algo por ti?

Candela levantó la cabeza.

—¿Peter? —preguntó confusa.

—Quiero decir… Juan Pedro —Lali no se molestó en deshacer el malentendido. Cuando Candela descubriera la verdad la iba a odiar igualmente—. ¿Crees que tienes alguna posibilidad?

Candela se encogió de hombros.

—Sé que he estado con muchos hombres y que he cometido muchos errores. Pero lo que compartimos él y yo no lo he tenido con nadie. Sé que me ama, Lali.

—Entonces deberíamos hablar con él —dijo Lali—. Ahora mismo.

—¡Se fue a trabajar! Vi salir su auto y por eso entré. Además, no estoy preparada. Tengo que ir a la peluquería y a comprarme un vestido nuevo.

Lali se levantó y se sacudió la ropa.

—Está bien, vámonos a casa. Nos prepararemos un enorme desayuno y después te acompañaré a comprar el vestido más lindo que haya.

Mientras se dirigían a la salida, Rufus las siguió. Su hermana ignoró por completo al perro, pero Lali, antes de salir, se agachó a acariciarlo. Le dio la nota que llevaba en la mano y le susurró algo al oído.

—Entiérralo en algún lugar del jardín —le dijo—. Lo más profundo que puedas.

Lali acababa de salir de la ducha, cuando Candela entró corriendo en la habitación. Estaba desbordante de alegría.

—¡Está aquí, está aquí! Vino, Lali. Está a punto de tocar la puerta. ¡Era el destino, ya te había dicho! Eso significa que realmente estamos hechos el uno para el otro.

—Peter… quiero decir Juan Pedro, ¿está aquí? —Lali se sentó lentamente en el borde de la cama. La emoción la superaba con sentimientos contradictorios. El momento de la verdad había llegado y ya no había vuelta atrás.

—Tienes que bajar a abrirle la puerta mientras yo me termino de arreglar —le pidió su hermana—. Dile que bajo enseguida. Tengo que retocarme un poco.

Fue a toda velocidad a su habitación y, antes de que Lali tuviera tiempo de ir a su closet, sonó el timbre.

—¡Demonios! —murmuró, mientras escondía la cara entre las manos—. Bueno, total, ¿qué importa lo que me ponga? Los dos me van a odiar me vista como me vista.

Lali se apretó el nudo del cinturón de la bata y bajó las escaleras.

El timbre sonó una vez más antes de haber podido hacer acopio del coraje que necesitaba. Pero, al abrir la puerta, su sorpresa fue enorme.

—¿Quién es usted?

El hombre la miró evidenciando su nerviosismo.

—Eso depende —dijo el extraño—. Eres Lali, ¿no?

Ella frunció el ceño, salió y miró de un lado a otro.

—¿Dónde está Peter?

—Yo… soy Peter —respondió el hombre—. Bueno, Candela me llama Juan Pedro. Mi verdadero nombre es Agustín Sierra. Soy el ayudante del señor Lanzani, su mano derecha.

Lali continuó buscando a otra persona.

—¿Dónde está él? ¿No es capaz de venir en persona? ¿Es tan cobarde que ha tenido que mandar a su mano derecha para que haga el trabajo sucio?

—Creo que no nos estamos entendiendo —dijo—. El señor Lanzani no va a venir. Por eso estoy aquí, para explicárselo todo. Todo lo que ha ocurrido ha sido por mi culpa.

—¿Culpa tuya?

—Candela piensa que yo soy Juan Pedro Lanzani. Vine a contarle la verdad y a pedirle perdón.

Lali se paró en seco.

—¿Me está diciendo que Candela, en realidad, está enamorada de ti, que no está enamorada de Juan Pedro Lanzani?

—Bueno, eso es algo que no puedo asegurar. En realidad, cuando me conoció, le dije que era Juan Pedro Lanzani. Estaba usando su auto y me estaba quedando en su casa. Nunca tuve mucha suerte con las mujeres y Candela es tan hermosa. Ella pensó que era el señor Lanzani y no quise desmentirlo, por si acaso. Pero, cuando señor Lanzani te conoció, la cosa empezó a complicarse de verdad.

Lali sintió que el mundo comenzaba a girar a su alrededor. Se sujetó a la pared para no caerse. De pronto, una gran sensación de alivio la invadió.

—Eso significa que mi hermana y yo no estamos enamoradas del mismo hombre.

—¡No! —dijo Agustín—. Del mismo nombre, pero no del mismo hombre.

Lali comenzó a reírse a carcajadas. En un ataque irrefrenable, se lanzó al cuello de Agustín.

—¡Soy tan feliz!

—¿Lali?

Lali se volteó y vio a su hermana.

—¡Ay, Cande! —se dirigió hacia ella y también la abrazó—. Este caballero ha venido verte. Tiene muchas cosas que explicarte. Voy a hacer un poco de café.

Lali los dejó en la entrada y se dirigió a la cocina, a gozar a solas de su reciente liberación. ¡Era libre para amar a Peter Lanzani sin remordimientos! Podría ir a buscarlo, explicarle lo sucedido. ¡Claro que lo entendería y la perdonaría! Después de todo lo había hecho por proteger a su hermana.

Respecto a Candela, la verdad era que no amaban al mismo hombre y eso era lo que importaba. Respecto a lo que sucediera con Agustín, sólo podía desearle suerte… aunque temía lo peor.

Lali preparó una cafetera y, para cuando su hermana llegó a la cocina, ya se había tomado cuatro tazas.

Levantó la vista, temerosa de lo que pudiera encontrarse. Pero lo que descubrió fue una imagen idílica. Agustín y Candela estaban amorosamente agarraditos de la mano.

Lali sonrió.

—¿Están bien?

Candela asintió, con una sonrisa luminosa.

—Sí —respondió su hermana—. Juan Pedro, quiero decir, Agustín y yo nos vamos a casar.

Lali se levantó de su asiento y se lanzó a abrazarlos. Después de unos minutos de emoción, todos se tranquilizaron.

—¿Qué fue exactamente lo que pasó?

Continuará…