Capítulo 25

Hola!!!! ¿Cómo están? Ojalá que bien y sobre todo con ganas de meterle a fondo así terminamos la semana arriba para empezar el finde con todo no?! Gracias por tan lindos comentarios :D Un beso y nos leemos mañana!!!

P.D.: El finde comienzo a retomar las noves que leo y a ponerme al día de a pocos… ténganme paciencia!!!!!

Twitter: @Caparatodos

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—En la piscina. —Salió y cerró la puerta detrás de ella—. Ven. Te llevo. —Lo guió por un lateral de la casa y apuntó hacia una reja alta cubierta de rosas trepadoras. Un arco con una puerta entreabierta la dividía en dos.

—Por ahí —señaló la mujer antes de retirarse.

Capítulo 25:

Peter atravesó el arco y dio dos pasos antes de detenerse. El patio trasero estaba cubierto de una profusión de flores coloridas y olorosas. Mariana Espósito flotaba en una piscina para niños. La recorrió con la mirada de arriba abajo, pero lo que captó su atención fue el pequeño aro del ombligo que ya había notado unos días antes al revisarla. Nunca se había sentido atraído por mujeres con piercings, pero... pero..., ese pequeño aro de plata lo dejaba con la boca seca.

Lali levantó la mano para acariciar la superficie del agua y luego se pasó los dedos mojados por el abdomen. Varias gotitas se deslizaron sobre el estómago y costados. Una de ellas capturó un rayo de sol mientras se deslizaba lentamente por su vientre antes de desaparecer en el ombligo. A Peter le subió la temperatura y el deseo aumentó en su ingle. Permaneció parado en medio del jardín, sin poder controlar los inoportunos pensamientos que lo embargaban. Quería meterse en esa piscina, poner los brazos alrededor de su cintura y succionar la gotita de agua del ombligo. Quería sumergir la lengua dentro y lamer su cálida piel. Comenzó a repetirse que ella estaba loca como una cabra, pero después de nueve horas, todavía sentía la suave textura de sus labios contra los suyos.

Ese beso había sido parte de la actuación, algo necesario para cerrarle la boca antes de que contara todo el plan. Su cuerpo había respondido, por supuesto, y no se había sorprendido por su reacción ante el sabor de su boca y el contacto de sus senos, pero había cometido un grave error. Le había metido la lengua en la boca y había descubierto que ella sabía a una mezcla de menta y pasión. Ahora sabía cómo se sentían sus dedos entre su pelo y que olía a flores exóticas. Lali no lo había alejado ni se había resistido y su respuesta lo había hecho reaccionar, tomándolo por sorpresa. Había hecho acopio de sus fuerzas para controlarse y había tenido que hacer un gran esfuerzo para mantener las manos quietas, para no llenarlas con sus pechos. Era policía, pero también un hombre.

Mientras permanecía en el patio trasero de la casa de Lali deslizando la mirada por el pequeño triángulo plateado que cubría su entrepierna, sus pensamientos no tenían nada de policía y todo de hombre. Su mirada se movió a la pequeña marca de nacimiento en el interior del muslo derecho, recorrió sus piernas hasta las uñas de los pies pintadas de color morado, después la volvió a pasear por el aro del ombligo hasta la parte superior del biquini plateado. La costura de la tela cruzaba por sus pezones y apretaba los dos perfectos montículos bronceados de sus pechos. La tierra se movió bajo los pies de Peter, tembló y se abrió bajo él con intención de absorberlo. Ella era su aliada. Era una loca. Pero también era guapa y no deseaba otra cosa que arrancarle el bikini como si fuera la envoltura que cubría un chocolate para poder enterrar la cara entre sus pechos.

Movió la mirada al hueco de su garganta, pasando de la barbilla a la boca voluptuosa. Observó el movimiento de sus labios y, por primera vez desde que había puesto los pies en el jardín trasero, se dio cuenta de que sonaba una suave voz de hombre diciendo algo sobre una caverna.

—Ésta es tu cueva —canturreaba el hombre—. Este es tu lugar. Un lugar donde podrás encontrarte a ti mismo, donde encontrarás tu equilibrio interior. Inhala profundamente... expandiendo el pecho y el abdomen…Exhala muy lentamente y repite después de mí... Estoy en paz, Ohm Na-Ma-See-Va-Yaa... Humm...

La tierra regresó bajo sus pies, sólida otra vez. De nuevo, todo estaba bien en el mundo de Juan Pedro Lanzani. En perfecto equilibrio. Ella aún estaba loca y nada había cambiado. Sintió un abrumador deseo de reírse, como si se hubiera burlado de la muerte.

—Debería haber imaginado que te gusta Yanni —dijo lo suficientemente alto para que lo escuchara sobre la otra voz.

Lali abrió los ojos de golpe y se incorporó bruscamente. La piscina se movió y Peter observó cómo brazos y piernas se hundían en el agua. Cuando logró sentarse en el fondo de la piscina, tenía pétalos rosados y rojos pegados al pelo. Las rodajas de limón habían caído al agua y las flores silvestres se movían a su alrededor.

—¿Qué haces aquí? —susurró.

—Tenemos que hablar —respondió él con una sonrisa que intentó contener, pero que no logró reprimir.

—No tengo nada que decirte.

—Entonces puedes escucharme. —Se dirigió hacia el reproductor—. Pero antes tenemos que deshacernos de Yanni.

—No escucho a Yanni. Eso es meditación yoga.

—Ok. —Presionó el botón de stop y se volvió para enfrentarse a ella.

El agua se deslizó por el cuerpo de Lali mientras se levantaba y él no pudo evitar notar que una ramita de flores púrpura se había pegado a la parte superior del bikini.

—Era de esperar. —Se tiró el pelo sobre un hombro y lo exprimió—. Justo cuando encuentro mi equilibrio interior apareces en mi jardín y lo arruinas todo.

Peter no creía que ella conociera nada que pudiera denominarse equilibrio. Agarró una toalla blanca del respaldo de una silla de mimbre y se dirigió hacia la piscina. Fuera o no una desequilibrada tenían que fingir que eran novios, sin embargo, durante los últimos dos días ella se había portado como si él fuera la peste. Ignacio seguía sin sospechar nada, pero Peter no podía seguir justificando su comportamiento contrariado con celos y dolores menstruales.

—Tal vez podemos dedicarnos a eso —le dijo y le dio la toalla.

Sus manos se quedaron inmóviles y lo miró fijamente; entrecerró los ojos con desconfianza.

—¿Dedicarnos a qué? —Tomó la toalla y salió de la piscina.

Continuará…