Capítulo 21

Hola, hola!!!! ¿Qué tal estuvo su día? Ojalá que todo bien por ahí y pasando un lindo día!!!! Nos leemos mañana, chicuelas!!!!! Espero les guste, firmen y disfruten el capítulo! Besos

Marcela: Hola! Puede que este sea el blog http://tamarluiica.blogspot.com/?! Espero te sirva ;)

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–No tengo por qué encontrarle una familia antes de Navidad. Voy a esperar hasta después de las vacaciones, así Paz podrá pasar su primera Navidad aquí.

Capítulo 21:

Dado su encuentro anterior, la última persona a la que Lali quería ver al entrar a su casa al día siguiente por la tarde era a Peter. Para empeorar las cosas, parecía estar muy cómodo echado en la alfombra de la sala con la corbata gris suelta, la camisa remangada y con el pelo alborotado. Paz estaba a su lado dando patadas al aire con gesto feliz mientras la luz del árbol de Navidad brillaba al fondo.

Todo era muy alegre y acogedor. Una postal navideña. Pero Lali se sentía extraña en su propia casa.

–¿Dónde está Mariela? –preguntó parándose frente a Peter.

–Le dije que se tomara un rato libre mientras yo estaba aquí.

Su actitud dominante le molestó. Mariela estaba bajo sus órdenes, no bajo las de su enemigo. Tendría que hablar con la niñera.

Entonces Lali se dijo que debería de estar contenta. Era viernes por la noche, quería relajarse. Pero tener a Peter ahí, se lo impedía. Paz soltó un grito y Lali cayó al instante de rodillas a su lado. La niña parecía fascinada con sus propias manos. Soltó otro chillido.

A Lali se le volvió a tranquilizar el corazón. No pasaba nada malo, excepto que estaba demasiado cerca de la bebé. Se giró y alejó la mirada. Y se cruzó con los ojos de Peter, que se incorporó y dijo:

–Pedí algo para cenar. Pensé que te gustaría no tener que cocinar hoy. Podrías darle a Mariela la noche libre.

–Entonces tendría que cuidar a Paz en lugar de cocinar –señaló ella conteniendo el aliento, esperando que la acusara de tener poco instinto maternal, como solía hacer.

–Tenía intención de jugar con ella. Pensé que te gustaría relajarte.

Lali parpadeó. ¿Estaba tratando de ser considerado? Deslizó la mirada hacia Paz. La niña movía los dedos y emitía sonidos. Parecía feliz de la vida.

–¿Pediste la comida? –preguntó, por si acaso hubiera entendido mal.

–Sí. Comida italiana. Del restaurante La Rosa. Candela una vez comentó que era tu restaurante favorito.

¿Qué se suponía que debía pensar sobre que recordara algo que su hermana había mencionado seguramente de pasada? Lali se inquietó. Seguramente solo significaba que Juan Pedro Lanzani tenía muy buena memoria.

         

         

Fiel a su palabra, Peter se ocupó de Paz. Incluso ayudó a Mariela a bañarla y cambiarla antes de que la niñera se fuera. Jugó con la beba, agitando juguetes y sonajeros para estimular su interés. Antes de quedarse embelesada viendo a Paz interactuar con su tío, Lali se disculpó para ir a sacarse leche para el siguiente biberón de Paz y darse un baño relajante antes de que llegara la comida.

Cuando salió, vestida con un jean ajustado y cómodo y una blusa, Peter había preparado la mesa para dos y, milagrosamente, había dormido a Paz. El monitor para bebés estaba sobre la mesa.

Lali estaba impresionada con sus esfuerzos. Pero entornó los ojos al ver el segundo plato.

–Voy a quedarme. Quiero comprar que la comida de La Rosa es tan buena como dices. Y hay algo que quiero pedirte. Pero primero comamos.

Para alegría de Lali, la comida estaba buenísima. Peter afirmó educadamente que era una de las mejores que había probado.

–¿Qué querías pedirme? –le preguntó después de dejar la cucharita de postre sobre la mesa tras saborear el último bocado de tiramisú.

Peter no respondió. Se limitó a dar vueltas a la copa y a mirar fijamente el cristal. Cuando levantó la mirada tenía una extraña expresión.

–Hace un rato hablé con Lucía Torres –dijo finalmente.

¿Qué le habría dicho Lucía? Lali buscó la respuesta en su mirada. Pero no encontró nada que justificara el pánico que sentía. Lucía no podía haberle dicho nada, porque ni siquiera ella lo sabía.

A menos que se lo hubiera contado Candela…

Lali rechazó aquella posibilidad porque significaría una traición demoledora.

–La forma en que Lucía me explicó tu decisión de no formar un lazo con la beba hizo que me diera cuenta de que no se trata de un acto de negligencia ni de egoísmo.

Lali apretó los dientes. Eso era lo que había intentado explicarle hace días, pero Peter había preferido escuchar a una extraña.

–Gracias.

–También me dijo que no abandonarás a Paz del todo, que pretendes mantener un contacto cercano con ella.

Lali se estremeció y alejó la mirada. Si él supiera…

–Yo misma te lo habría contado, pero es muy difícil acercarse a ti. No dejas que nadie se te acerque.

Reconoció la reacción de Peter. Ella hacía lo mismo desde que tenía diecinueve años. Guardaba recelosamente sus sentimientos y solo permitía que Candela atravesara sus defensas.

–Deja de psicoanalizarme.

–¿Por qué? –Lali se inclinó sobre la mesa del comedor y le puso una mano en el brazo. Sintió su piel firme y el músculo fuerte–. ¿Me estoy acercando tanto que voy a quemarme?

–¿Quemarte? –Peter se soltó de su agarre–. Eres fría como el hielo.

Lali se sintió dolida. Alejó la mano y también la mirada, decidida a no dejarle notar que le había hecho daño. ¿Qué le importaba que él pensara que era fría como el hielo? No era el primero que pensaba algo así y no sería el último. Era lo que ella buscaba, ¿no? Cultivaba una imagen distante y reservada para mantener a los hombres alejados.

–Voy a ir a chequear que Paz esté dormida –murmuró levantándose–. Puedes irte cuando quieras. Cierra la puerta al salir.

Unos minutos más tarde, cuando Lali escuchó cómo se cerraba suavemente la puerta, se dio cuenta de que se había quedado sin saber qué quería pedirle Peter.

Continuará…