Capítulo 92

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—Tal vez —admitió.

—Vas a perder.

Capítulo 92:

Lali parecía adormilada cuando sonó su celular. Se incorporó en la cama, fijándose la hora en la pantalla iluminada al tiempo que contestaba la llamada.

—¿Aló?

—Tengo algunas condiciones. —Era Laura.

Peter deslizó la mano a lo largo de su espalda desnuda cuando se incorporó a su lado.

—¿Es que estás completamente loca? —siseó Lali en voz baja—. Son las tres de la madrugada.

Lanzó un vistazo a Peter. En un segundo su mirada se agudizó, y asintió.

—¿Quién es, Lali? —preguntó, bostezando para asegurarse.

—Número equivocado —respondió—. Te llamo en cinco minutos —susurró, y colgó.

—Laura, ¿supongo? —dijo, encendiendo la luz de la mesita de noche.

—Sí. Estoy segura de que ha sido una prueba para descubrir si hablaría delante de ti.

—¿Porque tu nota también le decía que yo no era más que un arrogante que no sabía nada de tus viles actividades y que seguramente los denunciaría a ella y a su hermano ante las autoridades?

—¡Vaya! Pareces realmente aristócrata a las tres de la madrugada. —Estaba, además, verdaderamente guapo, con una barba incipiente y el pelo tremendamente despeinado de dormir—. Y no. Es más por si estoy dispuesta a dar un paseo por el lado oscuro. Tú eres el lado bueno.

—¿Luke Skywalker?

A pesar de la broma, Lali sabía que estaba preocupado. En cuanto a ella, en el instante que sonó el teléfono había estado completamente lúcida y preparada para la acción. Vivía para ese tipo de cosas.

—Más parecida a Obi–Wan. Soy Anakin Skywalker, supongo —frunció el ceño—. No, Han Solo. Es más chévere, y resultó ser un héroe.

—No puedo creer que estemos hablando de esto en estos momentos —murmuró—. ¿Piensas que se creyó el retraso como garantía de que eres de confianza?

—Ya veremos. —Miró el reloj—. Dos minutos más. Y recuerda, diga lo que diga, tú no estás escuchando.

—Sé jugar, chiquita.

«Por supuesto que sabía.»

—Lo siento. Lo que pasa es que no quiero arruinar todo.

—No lo harás. Tú piensa que te quiero sana y salva.

Lo miró fijamente durante un largo momento; vigilantes ojos verdes, extremadamente inteligentes, oscurecidos por mechones de pelo con la cara de actor; torso desnudo y músculos de deportista, rodeado por unas sábanas azul marino y almohadas de fino satén.

—En un mundo ideal, ¿qué estarías haciendo en este preciso momento?

—Exactamente lo que hago, salvo que no tendrías un celular en la mano.

Lali sonrió ampliamente.

—¿Y qué es lo que tendría en la mano? —preguntó astutamente, bajando la mirada hasta la sábana que cubría sus caderas.

—Mi mano —dijo sin demora—. Suele tratarse de sexo, pero no siempre. Sin embargo, siempre se trata de estar contigo.

Antes de que Lali pudiera responder a eso, aunque no es que tuviera en mente algo para decir, Peter se había inclinado sobre ella y la había besado. Su boca era suave y tierna, una cálida caricia, consolador apoyo y… amor.

 Le había dicho con anterioridad que la amaba, y había podido ver en sus ojos y en su expresión que lo decía en serio, pero esto era diferente. Lo sentía, y eso lo hacía inevitablemente real. Y lo más extraño de todo era que no la asustaba.

—Llama de una vez —la animó después de un segundo beso.

Ella se aclaró la garganta.

—Está bien. —«Recomponte, Lali.» Respirando hondo, sacudió los hombros y a continuación marcó el número que había guardado.

—¿Aló?

—Muy bien, ¿qué condiciones?

—Si pensara que Daniel pudiera tener problemas, no resultaría demasiado útil tener a la policía buscando al asesino y al ladrón.

Lali entendió al instante. Formando un apretado puño con sus dedos libres, asintió.

—De acuerdo. Vázquez se queda en la cárcel, si haces que valga la pena. Encontrar un nuevo perista es realmente complicado. ¿Eso es todo?

Laura guardó silencio durante tanto rato que Lali comenzó a preguntarse si mordería o no el anzuelo.

—Necesito la garantía de que puedo confiar en ti —respondió al fin—. Está en juego el futuro de mi hermano. Y también el mío, si es que tú y yo vamos a trabajar en equipo.

—Para mí, es una cuestión de dinero. Tu hermano me quitó un trabajo, así que si te entrego, no saco nada.

—Entregar a Daniel sería una propuesta arriesgada, de todas formas —dijo Laura, la voz teñida de cínica diversión—. No recomendaría limitarle los fondos a un mimado niño rico que tiene una adicción a la cocaína.

—Entonces, probablemente debamos incluirlo en esto —apuntó Lali, poniéndole una sonrisa a su voz mientras la adrenalina atravesaba violentamente su cuerpo. Daniel había disparado a Bartolomé—. Yo me llevo el veinte por ciento por vender los rubíes, los cuadros y todo lo que puedan robar de la casa sin levantar sospechas. Y no es negociable.

—Está bien. Pero ya me han seguido una vez. Si me traicionas, no vivirás lo suficiente para lamentarlo.

Así que, había sido ella quien había alquilado el BMW negro.

—¡Ay! qué miedo me das. ¿Hacemos negocio o no?

—¿Esperas que deje una vasija con joyas en Sonne Brilliant? O tal vez podría enviártelas por FedEx. Estoy segura de que la policía no se daría cuenta de nada.

Laura sin duda tenía una vena desfachatada.

—¿Vas a ir el lunes a ese estúpido partido de polo? —preguntó Lali, mirando a Peter y preguntándole sin articular sonido alguno «¿A qué hora empieza?».

Él sostuvo dos dedos en alto.

—Claro. Daniel juega en uno de los equipos e irá todo aquel que es alguien.

—Bien. Lleva una canasta para picnic con algunas frutas y cosas de ésas. Manzanas bien rojas. Me gustan las manzanas. Me reuniré debajo la carpa de las bebidas a las dos y media.

—Allí estaré. Y no intentes nada, Espósito.

—No. Es más, me preguntaba cómo iba a entretenerme mientras Peter está jugando con palos y caballos.

Finalizó la llamada. Le temblaban las manos por el flujo de adrenalina.

Peter le quitó el teléfono y lo dejó sobre su mesa de noche.

—Lo de la manzana ha sido muy inteligente. Eso sí que es improvisar sobre la marcha.

—Gracias. Sólo espero que funcione.

Le deslizó los brazos alrededor de la cintura, apretándola contra su cuerpo.

—Yo también. Sobre todo si tengo que salir al campo a jugar con «palos y caballos» mientras que tú aceptas propiedad robada vinculada con un asesinato.

—Sólo por aparentar —dijo, esperando que ésa fuera la verdad. Iba a tener que avisarle a Castillo, o estaría quebrantando la ley.

Y él tenía razón sobre lo de «vinculada con». Los objetos robados no equivalían a un asesinato, encontrar la pistola sí, pero eso significaba otro montón de problemas. Menos mal que le gustaban los problemas.

Continuará…