Capítulo 1

Hola, hola!!!! Cómo les va?! GRACIAS por coparse con APLP y acompañarme siempre! Son lo más y no me cansaré de decirlo! Es lindo que se tomen el tiempo y me regalen un poquito de leer para leer y visitar el blog! Así que para mí siempre es lindo leerlas y poderlas entretener! Gracias de nuevo y espero les guste la nueva nove un poco más navideña! ;) 

PipuLalita: Hola!!!! Me encanta que de vez en cuando nos visites ;) Besos y si puedes me dejas tu mail o escribes a Caparatodos@hotmail.com que tengo una preguntita!

Bethanie: Déjame tu mail que te mando las noves! :D 

Nataly: Ahí dejé el link para descarga! Igual si tienes algún problema o no puedes avísame que te la mando! 

Irene (ruizirene897): Recién estoy volviendo de vacaciones y tengo que ponerme al día con todas las noves, que es mucho! Pero a penas empiece ten por seguro que ahí estaré firmando ;)

Ya les dejé el link de descarga de APLP 2!  http://www.4shared.com/file/XG7iV8HJ/Arte_para_los_Problemas_2_De_l.html y como ya saben, si no la pudieran descargar avísenme por acá o al mail Caparatodos@hotmail.com que se las mando! ;)

Ahora sí! Besos y nos leemos mañana!!!! Sí celebran Halloween, el día de la Canción Criolla, o lo que sea que celebren… Diviértanse y pasen un lindo miércoles!!!! 

Twitter: @Caparatodos

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Capítulo 1:

El relajante olor a lavanda de la crema que Mariana Espósito se masajeaba por las manos no conseguía calmar sus nervios. Unas horas antes, Candela Vetrano, su jefa en el Beleco Spa, había coordinado una reunión para las seis en punto, justo cuando Lali acabara con su última clienta. Candela no le había dicho de qué se trataba, pero su tono indicaba que no era nada bueno.

Lali tendía a preocuparse por todo, así que decidió terminar con el asunto incluso antes de que fueran las seis. Con el estómago hecho un nudo, atravesó el corredor hacia la oficina de Candela.

Tocó la puerta, que estaba entreabierta, y entró para encontrarse con un caos total. Una Candela despeinada y alterada cargaba al pequeño Felipe de seis meses en sus brazos, e intentaba darle de comer mientras Jessica, de dos años, corría de un lado al otro, pateando todo lo que hubiera en su camino. Las carpetas y archivos de Candela, normalmente ordenados y bien organizados, estaban tirados y esparcidos por todos lados, así como varias muestras de sus proveedores. Un frasco de crema de manos sin tapa había sido volteado.

—¡Ayúdame! —le pidió Candela en tono desesperado.

Lali se apresuró para levantar a Jessica y empezó a hacerle cosquillas hasta que la pequeña se convirtió en un solo de risas.

—¿Un día complicado? —le preguntó a Candela, sintiendo cómo se deshacía el nudo de su estómago mientras la pequeña le tocaba la mejilla con sus dedos impregnados de crema con olor a rosa.

Cuanto más tiempo pasaba con Jessica y Felipe, y también con la pequeña Sol, más fuerte parecía que su reloj biológico sonaba. Aún no había sonado la alarma, pero no debía de faltar mucho cuando el olor del talco para bebés empezaba a parecerle más agradable que los aromas del centro de belleza.

—Un día complicado, una complicada semana y todo indica que será un mes más complicado todavía —contestó Candela.

Su respuesta confirmó el tono fatídico que Lali había oído horas antes. Candela ya tenía tres hijos cuando se casó con Agustín Sierra, y ahora tenía dos hijos más. Su hijo mayor, Gonzalo, estaba en su segundo año de universidad y era una estrella del equipo de rugby, Martín estaba en el colegio y por fin empezaba a recuperar el equilibrio después del divorcio de sus padres, y Laura acababa de cumplir nueve años y apenas veía diferencia entre ser una hermana mayor y ser la chiquita de la familia.

Era obvio que Candela no se daba abasto, sin contar con la enorme responsabilidad que representaba dirigir el Spa, un exclusivo gimnasio y centro de belleza de Monte Grande. Lali no podía imaginarse cómo lograba sacarlo todo a flote y además con una compostura sorprendente… aunque en días como aquél pareciera totalmente desquiciada.

—¿Quieres que me lleve a Jessica a darle un tratamiento de belleza? —le propuso a Candela mientras la pequeña luchaba por salir de su agarre.

—Agustín llegará de un momento a otro para recogerlos —dijo Candela—. Y luego tú y yo podremos hablar —no había terminado de decirlo cuando Agustín entró en la oficina, observó la escena con una sonrisa y tomó a Jessica en sus brazos.

—¿Cómo está mi nena preferida? —le preguntó, levantando a la niña por los aire. Le dio un beso sonoro en el cachete y Jessica gritó de alegría.

—Creía que yo era tu nena preferida —murmuró Candela con un malhumor fingido.

Agustín dejó a la pequeña de dos años en el piso y se inclinó para besar a Candela, sin importarle que su mujer estuviera despeinada, sin maquillaje y con la blusa manchada.

—Tú eres mi mujer preferida —le dijo—. Lo cual es mucho, mucho mejor.

Lali observó con una punzada de envidia cómo Candela le acariciaba el rostro mientras lo miraba a los ojos. Era como si estuvieran los dos solos en la habitación. Eugenia y Nicolás Riera estaban igual de enamorados, y también Rocío Igarzabal y Gastón Dalmau. Mientras que Lali nunca había experimentado nada igual en sus treinta y dos años de vida. No era de extrañar que cada vez que estuviera con alguno de ellos, casi se le escapara un suspiro de anhelo.

Tal era la felicidad que veía en aquellas parejas que casi se sentía dispuesta a intentarlo otra vez. Llevaba tres años sin salir con nadie, desde que terminó con aquel hombre que le reprochó injustamente su compromiso con el Beleco Spa. Pero Lali sabía que era posible encontrar a un hombre que respetara su trabajo. No le faltaba más que ver a Agustín, Nicolás y Gastón, los tres enamorados de sus mujeres y apoyando sus carreras profesionales. En el caso de Lali, simplemente había tenido mala suerte.

Finalmente, Candela se puso colorada y quitó la mirada de su marido.

—Buena jugada, entrenador —le dijo, refiriéndose a su puesto de entrenador en el equipo de rugby—. Y ahora, ¿te importaría llevarte a estos dos monstruillos para que pueda conversar un tema importante con Lali?

—Claro —respondió Agustín. Puso a Felipe en su cochecito y cargó a Jessica en sus brazos—. ¿Quieres que vaya a comprar la cena a lo de Euge?

Candela asintió.

—Ya los llamé. Eugenia tiene un pedido esperándote. Sólo tienes que estacionar por la parte de atrás y asomar la cabeza por la cocina. Ella o Gastón te lo darán.

—Como usted diga, mi capitana —dijo Agustín con una sonrisa y un saludo militar—. Te veo en un rato. Buenas tardes, Lali… y no dejes que te coma la cabeza.

—Cállate —le ordenó Candela con una mirada furiosa, y lo echó del despacho.

Lali miró a Candela con desconfianza mientras cerraba la puerta.

—¿Qué estás tramando?

Continuará...