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Lali
se lo quedó mirando unos segundos antes de correr para alcanzarlo, llena de
alivio.
Capítulo 25:
—Y,
¿cómo está Rafael? —preguntó, más por oír el sonido de una voz humana que por
saber la respuesta.
—Bien
—contestó Peter. Era la tercera palabra que decía en veinte minutos. Las otras
dos habían sido «sí» y «no», como respuesta a dos preguntas directas. Lali se
dio por vencida y se puso a contemplar el paisaje. O eso, o se ponía a mirar a
Peter y, para su asombro, se encontró con que la ponía nerviosa mirar a Peter,
así que trató de apartar los ojos de él.
Era
un conductor maravilloso.
Lali
admiraba de verdad a los buenos conductores, en parte por lo mal que ella
manejaba. Daba igual los esfuerzos que hiciera por concentrarse, pasados unos
cinco minutos siempre encontraba algo mucho más interesante en lo que pensar
que no tenía nada que ver con los semáforos en verde o rojo o quién debía
cederle el paso a quién. Pero Peter estaba concentrado y relajado, y hacía los
cambios como si tocara un instrumento musical. «El Beethoven de las
Camionetas», pensó con ironía.
Tal
vez no fuera muy hablador, pero era un verdadero as al volante.
No
era normal que Lali apreciara si hombre manejaba bien o no, o que tuviera manos
fuertes o piernas largas. Aunque era perfectamente consciente del hombre alto,
guapo y silencioso que iba sentado a su lado y, por mucho que lo intentara, no
lograba saber por qué.
Claramente,
no podía ser por que tuviera una conversación maravillosa, que era lo que
normalmente le atraía de los hombres. Hasta ahora habría jurado que tenía todas
las hormonas sexuales en la cabeza. Las tres relaciones que había tenido
empezaron porque descubrió que compartían los mismos gustos literarios, o
porque tenía alguna razón interesante para no hacerlo, o porque se trataba de
un conversador ingenioso o la hacía reír.
Nunca
porque sus fuertes manos, que tenían una ligera película de pelo negro en el
dorso, descansaran con facilidad y elegancia sobre el volante, ni porque los
músculos de su antebrazo se movieran de manera fascinante cada vez que
realizaba los cambios, o porque cuando pisaba el embrague se le marcaran los
músculos que iban desde la rodilla hasta la ingle... Lali alejó la cabeza
rápidamente y se quedó mirando sin ver por la ventana.
Definitivamente,
algo le pasaba. El estrés la estaba volviendo loca; o eso, o el silencio era lo
que la volvía loca. No estaba acostumbrada al silencio. Puede que si hablara
con él se rompiera el extraño hechizo bajo el que estaba.
—¿Falta
mucho?
Peter
la miró brevemente.
—Ya
estamos.
Lali
lo miró fijamente.
—¿Ah,
sí? —Observó a su alrededor. No veía nada que no fuera lo que estaba viendo
desde hacía media hora: árboles, pasto, árboles, pasto y más árboles.
—Hace
unos diez minutos que estamos dentro de Doble C —dijo Peter. Cierto, ahora que
lo mencionaba podía ver vallas perfectamente ordenadas, paralelas a la
carretera y que, a lo lejos, bordeaban las montañas. Las vallas delimitaban un
terreno exactamente igual al que llevaban media hora atravesando. Lali era
incapaz de ver la diferencia entre la parte vallada y la parte sin vallas.
—¡Hey!
—dijo de repente, apretando la nariz con emoción contra la ventana de la
camioneta—. ¡Caballos! —Se giró para mirar a Peter con imágenes románticas
rondándole la cabeza—. ¿Crees que son salvajes?
—No
—dijo Peter, reduciendo la velocidad—. Son míos.
—Ah.
—Lali observó a los maravillosos animales. Había al menos cuarenta de ellos
trotando con gracia en una llanura, y sintió una extraña punzada de decepción—.
Supongo que los salvajes sólo existen en las películas.
—De
hecho —dijo Peter, girando por un amplio camino de piedra—, se encuentran sobre
todo en otros países de américa. Ya llegamos.
Había
tanto que ver, y todo extraño para ella, que Lali tardó unos minutos en decidir
qué le parecía. La valla aquí era blanca y encerraba unos edificios grandes y
recién pintados, así como áreas circulares llenas de arena. Lali había leído
suficientes libros como para reconocer los establos y los picaderos. ¿O en
Fiambalá se les llamaba corrales?
Había
diez o doce hombres trabajando laboriosamente; unos cuantos rastrillaban el
suelo, varios de ellos llevaban a los caballos de lo que parecía una sola rienda
larga y otros pocos montaban a caballo. Daba la impresión de ser un negocio
próspero y ajetreado.
Peter
aminoró la velocidad de la furgoneta y se acercaron a lo que Lali, en un
principio, pensó que era una formación geológica. Hasta que volvió a mirarlo.
No conocía ninguna formación geológica rectangular y hecha de madera.
—¿Qué
es eso? —preguntó, agitando la mano hacia la... cosa a la que se acercaban.
—La
casa. —Peter giró y detuvo la camioneta bajo garaje enorme como un edificio. La
casa también era enorme y parecía haber sido diseñada por la NASA. Lali se
preguntó si sería uno de esos edificios con clima propio.
—¿Y
quién construyó la casa? —Alejando la mirada del gigantesco edificio y miró a
Peter—. ¿Dios?
—Mi
tatarabuelo. —Rodeó la camioneta y se acercó a abrirle la puerta a Lali, a la
que agarró del codo hasta que estuvo a salvo.
Lali
le sonrió.
—Debió
de tirar todo un bosque para construirlo.
—A
mi abuelo le gustaba tener espacio suficiente para moverse. —Sus ojos eran
indescifrables.
—Eso
parece. Seguro que se ve desde el espacio, como la Gran Muralla China.
Lali
salió del garaje un segundo y miró a su alrededor. Desde donde estaba tenía que
mover la cabeza para abarcar el edificio entero con los ojos, pues era más
grande que su campo de visión.
—Menos
mal que lo construyó antes de que se crearan las organizaciones para proteger
el medio ambiente, porque lo habrían encarcelado por destruir un ecosistema
completo. ¿Para qué necesitaba tanto espacio?
Peter
se encogió de hombros.
—Cuando
mi tatarabuelo emigró de Irlanda, siendo un niño, era muy pobre. Juró que
crearía una dinastía cuando hiciera su fortuna. Era el último de doce hermanos
y quería tener doce hijos que, a su vez, tuvieran doce hijos cada uno. Y quería
que todos ellos vivieran bajo el mismo techo.
—Eso
haría 144 personas de la generación de tu abuelo —dijo Lali, tratando de hacer
los cálculos mentalmente—. Y de la tuya serían, serían...
—Veinte
mil setecientos treinta y seis.
—Wow...
—Lali observó la casa totalmente sorprendida—. A lo mejor algunos de los primos
lejanos deberían quedarse en un hotel. Menos mal que se inventó el control de
natalidad antes de eso. ¿Entonces, cuántos Lanzani viven aquí ahora mismo?
—Sólo
yo —dijo Peter.
—¿Sólo
tú?
Vio
que ahogaba un suspiro.
—Sí.
—¿Ni
siquiera hay un primo o dos perdidos en algún lugar de la casa?
—Nop.
—Peter cambió el peso de un pie al otro. Debía de ser el lenguaje corporal para
expresar vergüenza—. Mi tatarabuelo tuvo un único hijo hombre, mi bisabuelo
tuvo un único hijo hombre, mi abuelo tuvo sólo un hijo hombre y mi padre...
—Espera
—dijo Lali—. Déjame adivinarlo: tuvo sólo un hijo hombre. Tú.
—Bingo.
—Puso la mano en el codo de ella—. Vamos.
Entraron
en una cocina que era exactamente igual de grande que el salón de baile las
películas antiguas.
Era
el ejemplo perfecto del dicho aquel de «si vale la pena hacer algo, mejor
hacerlo doble». Había dos chimeneas lo suficientemente grandes como para
cocinar dos vacas enteras y dos hornos en los que se podían asar niños enteros.
Una mesa de caballete lo suficientemente larga como para patinar sobre ella
atravesaba la cocina. Lali apenas tuvo tiempo verla completa, porque Peter
había vuelto a agarrarla fuertemente del brazo y parecía querer llevarla por
toda la casa, por pasillos interminables, antiguos y oscuros desde los que
divisó varias habitaciones grandes, antiguas y oscuras. Tras un par de
kilómetros, Peter se detuvo por fin para abrir una enorme puerta de madera y le
puso una mano en la espalda.
Lali
miró la puerta y entró con paso vacilante, sin saber muy bien qué habría
dentro.
Continuará…
Más! Me encanta!!
ResponderEliminarEspero el proximo!
ResponderEliminarFlor..
Parece q Peter tiene un palacio para él solo,quisiera ya entender q lo une a Rafael,por q esta solo,y tantas cosas más!
ResponderEliminarme gusto el capítulo!!! Espero le proximo!
ResponderEliminarmuchas preguntas sin resolver,mas capi
ResponderEliminarVan entrando en confianza jajajaja
ResponderEliminarquiero massssssssssss PD: te extraño amigaaa
que pase algo entre ellosss! mas nove
ResponderEliminarUf lo que me costo abrir el link de la nove hoy, ni se imaginan!
ResponderEliminarMe encanta la historia.
Quiero mas!
Lore