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Peter
se había quedado mirando la taza, y ella hizo lo mismo, confiando en encontrar
ahí la respuesta a los problemas de Euge. Pero en la taza no había más que un
líquido turbio y dañino. Clavó los ojos en el fondo de la taza y, de pronto, se
le ocurrió.
Capítulo 24:
—Té.
—Lali se sorprendió de oírse hablar.
Euge
alzó la cabeza.
—¿Té?
—Té
—dijo Lali con convencimiento—. Tienes que ofrecerles té a los clientes. Té
negro e... infusiones.
—¿Infusiones?
—Euge parecía perdida.
—Sí.
—Lali miró a Peter y se encontró con que la miraba fijamente. Era imposible
saber qué pensaba—. Mucha gente toma té, ¿o no, Peter? —Se sintió osada y le
dio un golpecito por debajo de la mesa en el tobillo con el pie.
—Por
supuesto. —El rostro de Peter no dejaba entrever nada pero, de nuevo, a Lali le
dio la sensación de que sonreía. Brevemente—. Todo el tiempo.
Estaba
mintiendo, obvio, pero Lali le habría dado un beso por eso. Se calentó con solo
pensar en besar a Peter.
—¿Peter?
¿De verdad? —Euge no parecía muy convencida.
Peter
asintió pesadamente con la cabeza y Euge dejó de fruncir el ceño. Estaba claro
que, para Euge, lo que dijera Peter era ley.
—Vi
que tenías una planta de menta ahí fuera. —Lali de pronto revivió los calurosos
días del verano en Marruecos y el té de menta fresca—. Deja secar las hojas y
haz una infusión con ellas. Puedes hacer infusiones aromáticas prácticamente
con cualquier cosa... hierba luisa, poleo, romero, anís, salvia... La lista es
interminable. Luego puedes añadir cosas como canela o cáscara de limón al té
negro, para darle sabor. Tengo una receta maravillosa para el té de vainilla;
no sabes lo bien que sabe.
—Espera.
—Euge sacó un block de notas y un lápiz del bolsillo del delantal y empezó a
escribir como loca—. Canela, cáscara de limón, vainilla. —Sacudió la cabeza—. Ay,
¿quien sabe? Puede funcionar. Además, ¿qué podemos perder? —Vio que Peter se levantaba—.
¿Qué te parece, Peter?
—Puede
funcionar —respondió, dejando unas monedas encima de la mesa—. ¿Por qué no lo
intentas? —Y le tendió una mano a Lali para ayudarlo a levantarse—. Deberíamos
irnos —le dijo.
Euge
los miró boquiabierta, primero a Peter y luego a Lali, para volver a Peter. Se
veía claramente lo que pensaba.
—Ah
—dijo, respirando interminablemente—. ¡Ah!
Lali
iba a empezar a negar lo que fuera que estuviera pensando Euge, pero Peter le
agarró fuertemente del codo y empezó a caminar hacia la puerta. Lali sólo tenía
dos opciones: o se iba con él, o le regalaba el brazo.
—Te
daré las recetas después —se apresuró a decirle a Euge por encima del hombro.
Justo
entonces se abrió la puerta y apareció un adolescente. Llevaba la parte
inferior de la cabeza rapada y la parte superior recogida en una cola que le
llegaba hasta los hombros. Tenía un arete en una de las orejas, otro en la
nariz y otro en la ceja. Tenía una rotosa casaca de jean, sin nada debajo pese
al frío, un jean roto en las rodillas y botas negras con suficientes clavos y tachas
como para arreglar el techo de un estadio de fútbol.
El
joven se detuvo y observó pasar a Lali y a Peter.
—Hola
hermanita —dijo lo suficientemente alto como para que lo oyeran—, ¿quién es esa
lindura?
Lali
hizo una mueca. Matías Prado era un verdadero dolor de cabeza.
Fuera
se había levantado un viento helador. Lali se detuvo en medio de la desértica
calle y se abrazó con fuerza, frotándose los brazos. El día se presentaba mucho
más frío de lo que pensó al principio, y la chompa que tenía puesta no le
servía de nada contra ese viento. Se sintió perdida y muerta de frío.
«¿Qué
estoy haciendo aquí?», se preguntó de pronto.
La
ansiedad y la depresión la dejaron casi paralizada. Allí estaba, a punto de ir
a un campo aislado con un hombre al que apenas conocía... por mucho que le gustara...
para hablar de los problemas de un chiquito, algo para lo que no estaba
preparada. Y todo ello con el estómago vacío. ¿Qué estaba haciendo?
«Huir
de un asesino, eso es lo que hago».
Lali
volvió a estremecerse y casi pega un brinco cuando alguien le puso algo pesado
y cálido sobre los hombros. Era la casaca de cuero negra de Peter, que le
llegaba hasta las rodillas. Dejó el maletín que tenía en el piso y metió las
manos en las mangas, saboreando por un momento lo calentito que estaba. Levantó
la mirada.
—Gracias.
—Trató de sonreír, pero le castañeaban los dientes—. No pensé que fuera a hacer
tanto frío. Pero, ¿y tú? —Agitó torpemente la manga de la casaca, de la que
sólo sobresalían los dedos.
—No
tengo frío —soltó. Probablemente estuviera mintiendo, pero Lali no pensaba
renunciar a la prenda calientita—. ¿Dónde tienes el auto?
Lali
se quedó paralizada y trató de sofocar la incipiente oleada de pánico.
—¿Mi...
mi auto?
¿Quería
que manejara hasta allá? Su mente se
vio invadida por los recuerdos de su accidentado viaje a El Puesto. Nunca había
sido una conductora demasiado buena y la mera idea de ponerse detrás del volante
y manejar por aquellos parajes inhóspitos le ponía los pelos de punta, pese a
que sabía que él iría delante.
Además,
cuando terminaran de hablar de Rafael, tendría que manejar de vuelta a casa.
Sola.
Claro
que no podía demostrarle lo mucho que le horrorizaba la idea si no quería que
la considerara una extraterrestre. En Fiambalá, los niños aprendían a manejar
casi antes que a caminar. Tampoco había otra opción en esas tierras enormes y
desiertas. Lali deseó una vez más volver a la ciudad. A cualquier ciudad. Con
tranvías y metros, y buses y taxis. Y gente. Y no estas interminables
extensiones de vacío.
Lali
trató de sonreír y se lamió los labios resecos.
—De…
dejé mi auto detrás de casa. Si me esperas un segundo voy a buscarlo... —Se detuvo
súbitamente al ver que le agarraba del brazo.
—Sólo
quería saber dónde estaba —dijo Peter—. Tengo que volver al pueblo después
—comentó, aunque Lali estaba segura de que volvía a mentirle—, así que puedo
traerte de vuelta. —Se agachó para recoger el maletín del piso y comenzó a
caminar.
Lali
se lo quedó mirando unos segundos antes de correr para alcanzarlo, llena de
alivio.
Ayy me encantaaaaa masss ❤️❤️❤️❤️👏
ResponderEliminarMas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! mas capis!!!
ResponderEliminarMe encanto!! Peter un tierno que le dio Lali su campera!! Espero el proximo!
ResponderEliminarEs todo un caballero! me encanta Más!
ResponderEliminarEs un caballero,es muy protector pero me mata la ansiedad de saber su historia q lleguen ya a ese campo y empiece a hablar!
ResponderEliminar<3<3 masss
ResponderEliminarLali poco a poco se va rodeando de amigos =)
ResponderEliminarespero massss
Quiero mas!
ResponderEliminarLore
me encanto el capitulo. quiero massssssssssssss. viva cadiz.
ResponderEliminarme encnata el capi,mas novee
ResponderEliminarK arranques le dan a la pobre d nostalgia ,a la" comodidad",d su ciudad.
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