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Se
enteró de que había algo llamado el «síndrome del nido vacío», que Nadia
Castillo lo padecía y que Beatriz Valle lo había pasado también, hacía tiempo;
también supo que Santiago Prado seguía deprimido por la muerte de su esposa. Al
escucharla hablar de la gente con la que él había crecido, se quedó sorprendido
y algo triste. ¿Por qué a él nadie le decía nunca nada?
¿Dónde
había estado él mientras sucedía todo aquello?
Capítulo 51:
Al
cabo de un rato, mientras Peter la llevaba a través de ese desierto, Lali pensó
que no le hablaba porque era una mujer. Se pasó el viaje mirando fugazmente su
duro y marcado rostro hasta que al final decidió que probablemente hablara
igual de poco con los hombres.
No
era la primera vez que se le ocurría que sabía de su cuerpo mucho más de lo que
sabía sobre sus pensamientos. Era la relación más intensa que hubiera tenido
nunca, pero era incapaz de hacerlo abrir la boca.
Normalmente
no obligaba a nadie a que le hablara si no quería. Bueno, perfecto, prefería
hablar a estar callada, pero aun así... había que respetar las decisiones de la
gente. Pese a que fuera incapaz de comprender esas decisiones.
Pero
ahora estaban fuera, al aire libre. Allí no había nadie, sólo grandes
extensiones de tierra. Y luego, peor aún, a unos pocos kilómetros de Fiambalá
el paisaje cambiaba y atravesaron el corazón de un bosque donde los árboles,
altos y espantosamente oscuros, bloqueaban el sol.
Él
paisaje estaba tan vacío como su alma; como su vida.
Su
vida. Lali se esforzó por no pensar en qué iba a ser de su vida. Más tarde.
Después del juicio, si lograba llegar. No tendría una vida a la que volver.
Si
es que volvía.
Sabía
muy bien que su trabajo no le estaría esperando para cuando volviera. Sí, si el
gobierno le diera la suficiente importancia, la compañía tal vez no la echara,
pero le dejarían algún puesto de poca importancia, y no el de editora al que
había conseguido llegar.
En
el mundo de los negocios, nadie deja un agujero al irse. Las empresas eran como
el océano: las olas cubrían los espacios vacíos, de manera que nunca sabrías si
ahí había habido alguien.
Federico
Fellini tenía otra familia ahora y, mientras le dieran raciones generosas y
nadie lo molestara, estaría feliz de la vida. Jerónimo y Candela se acordarían
de ella los sábados por la mañana, pero ya está. No había ningún hueco vacío en
Buenos Aires esperando a que ella llegara a llenarlo. No había estado allí el
tiempo suficiente para echar raíces. De hecho, nunca había estado el tiempo
suficiente para echar raíces en ningún lado, pensó Lali con tristeza.
Para
bien o para mal, la vida que tenía en Fiambalá era su vida ahora.
Se
estremeció y apenas notó que Peter se agachaba para encender la calefacción. No
tenía frío fuera, sino dentro de su cuerpo. Se sentía fría, miserable y sola.
¿Quién
sabía cuántos tipos la perseguían para matarla? Héctor Lavalle siempre
intentaba tranquilizarla cuando llamaba, pero sabía que estaba preocupado.
Preocupado por el caso, por el testimonio. Preocupado por que no lo lograra.
Bueno,
ella también lo estaba.
Aun
así, seguro que mientras estaba en un auto en movimiento, y con Peter, estaba a
salvo. No necesitaba mirar el timón para saber que tenía manos grandes y
competentes. Para saber que era alto y fuerte. Que parecía saber muy bien qué
hacer en cualquier situación.
Si
se les bajara una llanta seguramente fuera capaz de levantar el auto con una
soga que mantuviera entre los dientes y cambiar la rueda mientras ahuyentaba a
los delincuentes. Después de todo, era un soldado entrenado. Y para colmo,
había un arma en la camioneta y Peter había dicho que sabía cómo usarla.
Claro
que también había dicho que prefería los cuchillos.
Lali
se estremeció al darse cuenta de la dirección que habían tomado sus
pensamientos. Se sentía completamente sola y perdida, fuera de su zona de
seguridad. ¿Qué hacía allí? En un sitio donde era una extraña, en el sentido
más literal de la palabra. Quería deshacerse de esas ideas negras y amargas,
pero no sabía cómo hacerlo; no tenía ni una buena película, ni un buen libro.
Ni siquiera tenía whisky.
Lo
único que tenía era a Peter; bastante bueno para deshacerse de los pensamientos
amargos por las noches, por cierto. Pero ahora, a plena luz del día, no podía
acostarse con él, al menos no mientras estuviera conduciendo. Así que tenía que
hablarle.
—¿Peter?
—¿Si?
—Háblame.
—Lali podía oír la nota de melancolía de su voz.
—¿Que
te hable? —Y la tensión en la voz de Peter—. ¿De qué quieres que te hable?
—Cuéntame...
cuéntame qué es eso de la Maldición de los Lanzani —dijo.
—Mierda.
Perdón. —Peter apretó los nudillos en el volante hasta que se volvieron
blancos—. ¿De dónde sacaste eso?
—Oh
—dijo con cautela—... De por ahí.
—No
es nada. —Peter hablaba en voz baja y tensa—. Es una leyenda estúpida.
—¿Sobre
qué? —Al ver que guardaba silencio, repitió la pregunta con voz suave—: ¿Qué
dice esa estúpida leyenda, Peter?
El
silencio se prolongó hasta que quedó claro que no iba a contestarle. Le había
hecho la pregunta dos veces; no sería educado hacerlo una tercera vez. Estaba
formulando un comentario sobre algo neutral, algo que Peter no viera como una
amenaza, tal vez algo inanimado, cuando oyó su gruñido:
—¿Qué
quieres saber?
No
le gustaba hablar de ello; pero le estaba hablando, y eso era mucho mejor que
el silencio.
—Bueno...
¿qué es? A ver, está claro que es una maldición y que afecta a tu familia,
puesto que es la Maldición de los Lanzani, y no la de los Pérez o la de los
Valle. Debe de ser fascinante tener una maldición familiar —dijo con
sinceridad—. Gozan de un pedigrí literario impecable. Como en El fantasma de
Canterville. —Se giró hacia Peter y le sonrió—. Piensa que es parte de una
arraigada tradición literaria.
Creyó
haber oído un pequeño suspiro.
—Ehh
—dijo, y se detuvo.
—¿Peter?
—dijo después de un minuto entero—. ¿Sigues ahí?
Otroooo :))
ResponderEliminarArii
otroooooo.. porfavor que me encantaaa
ResponderEliminarmaaaassss
ResponderEliminar@x_ferreyra07
masssss
ResponderEliminarMaaas
ResponderEliminar@laliteronfire
Pobre lali, pero con peter esta mejor protegida que nuca.
ResponderEliminarMas novee
Jajajajajajaka buen capitulo, ojala Peter mejore y hable, se esprese un poquitin mas! !!!!!! Amo la nove y a los personajes jajajaja
ResponderEliminarMaasss
ResponderEliminarFinally jajajaja Será que se revela el misterio?
ResponderEliminarHace como un mes que te corro con esto Vami, ya va haciendo hora, eh!
Quiero más!
Lore
Pobre Lali, pero que se quede tranquila que Peter la va a proteger SIEMPRE!!
ResponderEliminarEspero el proximo!
Más!! me encanta!! Ella desesperada pro que le hable y él que no se puede contener jaj a!
ResponderEliminarMe encanta! esto es adictivo! espero el proximo capi!Besos.
ResponderEliminarLali adora las maldiciones jajajaj parece ser fan de ellas, como que la divierte. Espero que cuando la conozca siga pensando lo mismo y se divierta y no se la tome en serio
ResponderEliminarespero mas noveeeee
me encanto y lali emocionada con lo de la maldicon,peter habla un poquito mas
ResponderEliminarotrooo quierooo mass
ResponderEliminarJajajajaj,a Lali le salió la vena editora.
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