Capítulo 6

Hola, hola!!!!! ¿Cómo les va? Espero que esté todo marchando como se debe en sus vidas y si no, que pronto tome el rumbo que debe para que las cosas mejoren! Gracias por leer y comentar, amo leerlas!!!! :D Un beso y hasta mañana!!!

Twitter: @Caparatodos

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Peter la miró de reojo. Lali no quería ni imaginarse lo que pasaba por su cabeza en esos momentos. Candela y él venían de una familia tan normal y estable... Por suerte todo era una mentira. De haber sido su esposo de verdad, seguramente hubiera salido corriendo para no tener que ser parte de ese clan disfuncional que estaba a punto de conocer. 

Capítulo 6:

Lali comprobó las instrucciones al tiempo que Peter giraba para entrar en la calle donde vivía su mamá.

—La segunda casa a la izquierda —dijo, mirando los números—. Sí. Aquí es.

Había una camioneta y un auto estacionados en la entrada, así que Peter se detuvo junto a la vereda.

—Una casa muy bonita —comentó, examinando la casita situada en una calle llena de viviendas con construcciones parecidas—. Algo más… normal de lo que esperaba.

—Está bien, ¿no? —Lali miró las flores de las macetas a ambos lados de la entrada—. Por lo visto, mamá se ha convertido en toda un ama de casa últimamente.

—¿Ama de casa?

—Su primer esposo, mi papá, era militar, así que pasó muchos años viviendo en una base militar. Se separaron cuando yo tenía dos años, y él murió en un accidente de moto poco después. Su segundo marido, el papá de mi primer medio hermano, Julián, cantaba en una banda. Viajaban mucho. Vivíamos en un tráiler. Mamá se volvía loca y hacía macramé mientras él estaba de gira por ahí. Se divorciaron cuando yo cumplí ocho años. El cantante pensó que su música estando solo era mejor. Su tercer marido tenía mucho dinero, así que fue toda una experta de la alta sociedad durante esa etapa. Entonces nació mi medio hermano pequeño, Salvador. Ese matrimonio terminó cuando yo tenía trece años. Detuvieron al padre de Salvador por fraude y evasión de impuestos. Lo perdió todo, incluyendo a mi madre.

Peter escuchó en silencio, así que Lali remató la historia rápidamente.

—Su cuarto esposo era un ganadero del interior. A mi madre le gustó la vida en el campo, aprendió a hornear, a tejer, y a criar pollos. Yo viví con ella hasta que cumplí los dieciocho y entonces me fui a Buenos Aires para estudiar en la universidad. Nunca regresé. Gonzalo y ella se separaron antes de terminar mi primer semestre en la facultad. Ella tuvo varios amoríos después, pero no volvió a casarse hasta hace tres años. El último, Roberto, es contador. Ella acaba de cumplir cincuenta, aunque no lo admitiría ni aunque la torturaran. Solo he visto una vez a Roberto. Parecía un buen tipo, aunque un poco blandengue.

—¿Ves seguido a tus hermanos?

—No. La verdad es que no. Salvador era muy chiquito cuando me fui, y no he compartido mucho con él desde entonces. Julián, después de graduarse del colegio, se alistó en el ejército. Al tiempo de eso se casó y lo mandaron a otro lugar. Regresó hace unos meses, sin su esposa. Parece que ella se buscó a otro mientras él estaba en servicio.

—Ah, pero que bonito...

—Sí. Mi hermano y yo, en lo que al romance se refiere, compartimos la suerte de mamá.

Salió del auto sin dejarlo hacer más preguntas. De repente se abrió la puerta de la casa y su María José salió a recibirla.

—¡Lali! ¡Paulo! Cuánto me alegro de que ya estén aquí. ¿Dónde está mi nieta?

Majo fue a donde Peter directamente. Este ni siquiera tuvo tiempo de sorprenderse. Nadie hubiera sospechado jamás que esa era la primera vez que veía a su yerno postizo.

Le dio un efusivo abrazo y le plantó un beso en la mejilla.

—¿Qué tal el viaje? —le preguntó.

—Muy bien. Gracias. Eh, ¿conozco a su esposo? —le preguntó Peter en voz baja.

Lali, que iba hacia ellos con Valentina en brazos, apenas le escuchó.

—Todavía no —dijo María José, sonriente—. ¿No te acuerdas que fui sola a visitarlos cuando nació Valentina?

—¡Es verdad! —dijo Peter, sonriendo de oreja a oreja—. ¿Cómo pude olvidarlo?

Majo esbozó una sonrisa radiante y le dio una palmadita en el brazo a su yerno, mostrando esa manicura rosa impecable.

—Simpático y guapo. Como ya he dicho muchas veces, mi hija tiene mucha suerte de estar casada contigo.

Peter se rio suavemente. Majo se volteó para mirar a su hija y le dio un beso en la mejilla.

—Hola, mi amor. Estás guapísima, aunque me gustaba más como te quedaba el pelo un poquito más corto. Y mira a esta pequeñina. ¡Crece tan rápido! No le des mucho de comer. Los niños gorditos terminan siendo adultos fofos, ¿sabías eso?

Lali contó hasta tres y le contestó.

—Valentina está justo en el peso recomendado para su edad, mamá. Está perfectamente sana.

Majo se limitó a darle un beso en la mejilla a la pequeña y entonces retrocedió. Lo de cargar a un bebé no era para ella, pero eso no era ninguna sorpresa para Lali.

—¡Ay, me encantan sus anillos! La tuya te queda un poco apretada, Lali. A lo mejor has engordado desde la boda —comenzó a caminar hacia la casa sin esperar una respuesta—. Vengan. Todo el mundo tiene ganas de conocer a Paulo.

—Se llama Peter, mamá. Prefiere que lo llamen así.

—Juan Pedro Lanzani —murmuró él.

María José le guiñó un ojo y lo agarró del brazo.

—Por supuesto.

Peter sonrió, mirando a Lali por encima del hombro.

—Después vuelvo para llevar las maletas, chiquita —dijo.

—Me parece perfecto, amor.

Dejándose llevar por esa corriente de la que era imposible escapar, Lali comenzó a caminar detrás de su madre, y de su «esposo».  

Continuará…