Capítulo 11

Hola!!! Qué tal las trata/trató el día?! Ojalá que bien y si no que lo terminen mejor, siempre está la idea de que mañana será otro día y el mal rato habrá quedado en pasado ;) GRACIAS por sus comentarios!!!! Besos y nos leemos mañana!

P.D. El domingo maratón, les va?!

Twitter: @Caparatodos

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–Se me hace tarde –dijo ella, esquivando el tema–. Tengo que irme. Te veré en el bar dentro de una hora.

Peter se volvió a secar el sudor, y se fue a la ducha. El sólo había reiniciado las conversaciones, o eso quería creer.

No había tomado una decisión, aún.

Capítulo 11:

Peter se había comido ya un plato entero de carne con salsa picante, y tomado dos cervezas cuando Lali apareció por la puerta del bar. Varios de los hombres que estaban en el lugar la miraron con curiosidad, y entonces Peter, en una actitud instintivamente posesiva, se puso de pie y la saludó. Ella sonrió, y se abrió paso entre las mesas. Estaba muy atractiva con un jean y su casaca de cuero marrón. Él le apoyó una mano sobre el hombro y le dio un beso, y entonces notó toda la tensión que albergaba su cuerpo.

–Eres una mujer increíble. He estado jugando al tenis durante una hora y todavía siento ganas de recostarte en el suelo y hacerte el amor.

Lali se puso colorada.

–El gorila de la puerta no lo aprobaría, estoy segura.

–Además, habría que limpiar un poco la alfombra.

Lali se sintió aliviada al ver aparecer al mozo. Entonces pidieron hamburguesas y cerveza.

–He perdido. No podía concentrarme. Pensé que te habrías ido a Buenos Aires –dijo Lali.

–Me voy el viernes por la tarde –Peter pagó las cervezas cuando se las trajeron. Y luego esperó a que el mozo se alejara para agregar–: Pero puedo retrasar mi vuelo hasta el domingo. Así podríamos pasar el fin de semana juntos, durante el cual haré todo lo posible para que quedes embarazada.

–Peter, yo... Me parece que no me has entendido –dudó un momento y dijo todo de corrido–: Hay clínicas... Puede hacerse de forma artificial.

–¿Qué dijiste? –preguntó él sin poder creer lo que había oído.

–Lo que has oído.

El entrecerró los ojos.

–En el poco tiempo que te conozco, te he catalogado con varios adjetivos, pero no se me habría ocurrido pensar que eras una mujer de sangre fría. ¡Artificialmente! ¡Por el amor de Dios!

–¡Toda la situación es artificial! Y no soy una mujer fría. Apenas nos conocemos, ¿cómo piensas que podemos hacer el amor?

–Es muy fácil, te lo aseguro. La gente lo hace todo el tiempo.

–Yo no soy la gente. Soy yo.

–Entonces estamos perdiendo el tiempo. No voy a traer al mundo a un niño de esa manera, Lali. Puedes buscarte otro para eso.

Ella no podía ni imaginarse hablando con otra persona del tema. Mientras Peter miraba distraídamente su vaso, ella lo estudiaba. Y de pronto fue como si por primera vez descubriera el hueso de su mandíbula, las pequeñas arrugas alrededor de sus ojos, seguramente producto de su risa fácil, la boca bien dibujada, y el lunar en su mejilla. En ese momento parecía mayor de lo que era. Seguramente había sufrido, pensó ella, y recordó la pena que inundó sus ojos la otra noche en el restaurante.

–No quiero pedírselo a nadie más –soltó con firmeza.

El levantó la cabeza, y le clavó una profunda mirada.

–Pero quieres que desaparezca una vez que estés embarazada.

–Exacto. Lo criaré yo sola.

–¿Qué tienes en contra del matrimonio, Lali?

–Soy una mujer independiente, tengo solvencia económica, y me asusta el ochenta por ciento de los hombres. El veinte por ciento restante se lo quedaron otras mujeres más rápidas que yo en el juego.

–No dudo de que haya algo de verdad en eso. Pero no puede ser una razón para que reacciones de esa forma cada vez que nombre la palabra matrimonio. ¿Por qué no quieres casarte?

Lali se encogió de hombros.

–Por todo y por nada –contestó.

–¿No vas a contarme nada más? Es una buena forma de mantener a la gente alejada.

Ella frunció el ceño, no le gustaba la manera que tenía él de adivinar sus pensamientos.

–Suele funcionar con la mayoría de los hombres.

–Yo no soy la mayoría de los hombres.

–No es verdad, realmente –dijo ella de pronto, haciendo una pausa cuando el mozo les llevó la comida–. Estuve casada. Y no quiero casarme nunca más. Y eso es todo lo que te voy a contar. Tú tampoco me vas a contar por qué cambiaste de idea. Hablo con respecto a mi proposición.

–Tienes razón. No voy a decírtelo.

–Se trata de hacer un bebé, no de construir una relación.

Peter no quería una relación. Eso lo había tenido claro desde el primer momento. Llevaba dos años con esa idea. ¿Entonces por qué le molestaba tanto la sinceridad de Lali?

–Soy una garantía de salud. ¿Y tú?

–Yo también –ella sonrió–. No es un tema que me haya preocupado nunca por ambas partes.

El hubiera querido preguntarle por qué, pero estaba seguro de que ella no le iba a contestar.

–¿Qué ayuda económica quieres?

Ella detuvo el movimiento del tenedor hacía la boca para contestar con ímpetu.

–¡Ninguna! Esto no tiene nada que ver con el dinero.

El ya se había imaginado que esa sería su respuesta.

–Espero que cuando estés embarazada me lo digas...

–¡No quiero que me controles!

–Si no quedas embarazada supongo que querrás intentarlo nuevamente. ¿No es así?

¿Y qué se suponía que tenía que contestar a esa pregunta?

Lali se puso colorada.

–No me gusta hablar de la forma que lo estamos haciendo. Parece planteado desde un punto de vista totalmente utilitario...

–De la misma forma que tú tratas el nacimiento del bebé... Yo quiero saber cuándo nazca.

–Lo voy a pensar –dijo ella brevemente.

Continuará…