Capítulo 25

Hola!!!! Cómo las trata/trató el domingo??? Ojalá que bien y hayan logrado recargar para la semana ;) Gracias por el aguante y sus comentarios!!!! Espero tengan y empiecen bien la semana! Besos :D

P.D.: En la lista de noves #FF agregué nuevas, fíjense por si quieren leer ;) 

Twitter: @Caparatodos 

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Sería mejor desaparecer antes de que fuera demasiado tarde, le decía una voz interior. Lali Espósito no era para él. Y nunca lo sería.

Capítulo 25:

Peter finalmente volvió a conciliar el sueño. Por la mañana su madre estaba muy contenta con todos los regalos que le había llevado. Al mediodía Claudia se reunió con un grupo de amigas, y él comió con ellas; y por la tarde, mientras su madre dormía una siesta él intentó leer un rato. A las tres y media tocaron la puerta.

Debía ser Lali, con los planos. Pero al abrir se encontró con un hombre joven muy atractivo. Debía ser David.

Seguramente David tendría montones de mujeres a sus pies.

–Por favor, ¿podría darle a la señora Molinari estos planos del jardín? Se los envía Lali. Soy su ayudante.

A Peter no le gustaba oír el nombre de Lali en labios de ese galán.

–Pensé que vendría ella misma a traerlos.

–Suele trabajar en casa por las tardes. Si necesita algo puede llamarla a casa. Su número está en el presupuesto.

–Gracias. Le daré esto a la señora Molinari, no se preocupe.

David se alejó por el sendero con andares de galán.

Peter entró a la casa y decidió escribir una carta. Después de varias versiones echadas a la basura, metió la última en un sobre blanco.

Antes de que se arrepintiera iría a casa de Lali. El auto estaba estacionado en la puerta.

Se sintió cobarde. « ¿Qué tipo de cobarde eres tú, Peter?»

Golpeó la puerta. No contestó nadie. Insistió, sin saber si se alegraba o no de que no estuviera. Finalmente la puerta se abrió.

Lali estaba pálida y ojerosa.

–¡Peter! –exclamó, y se lanzó a sus brazos.

Eso era lo que Cande quería decir con «no estar sola». Peter le parecía tan sólido como el árbol de su vecino. En sus brazos se sentía en el paraíso.

Peter se quedó sorprendido, luego la abrazó, con la carta aún en la mano izquierda.

–¿Tienes náuseas? –preguntó él.

–Me siento fatal. Me alegro tanto de que estés aquí...

Y él también se alegraba. Y sentía tanta ternura hacia ella...

–He venido a hablar contigo –agregó Peter en un todo frío.

Lali lo miró.

–Será mejor que entres –dijo ella soltándose de su abrazo.

Una vez en la sala, ella esperó a que él hablara.

–Tenías razón, Lali, cuando decías que no deberíamos vernos. Y para ser sincero, no deberíamos volver a hacer el amor como ayer. Habíamos hecho un trato, y debemos ajustarnos a él. La próxima vez haré que mi madre vaya a visitarme a Buenos Aires. Y cuando venga aquí, no me pondré en contacto contigo. Aunque sigo queriendo que me avises cuando nazca el niño.

Era lo que ella quería, que la dejaran sola. Entonces, ¿por qué se sentía como si le hubieran dado un golpe?

–Tienes razón, por supuesto –dijo ella, poniéndose rígida. Luego, vio la carta en su mano–. ¿Qué es eso?

–Te había escrito una nota por si no estabas aquí –le dijo. Porque, por nada del mundo le entregaría ahora esa carta–. No tengo más que decir, excepto que te cuides, Lali.

–Lo haré –contestó ella con una sonrisa vacía, y lo acompañó a la puerta.

Peter salió y fue hacia su auto, sin mirar atrás.

Lali cerró la puerta, y se quedó apoyada en ella. Se sentía herida e infinitamente sola. De sus ojos brotaron unas lágrimas.

Peter la había dejado. Era mejor. Y tenía todo el derecho del mundo a hacerlo.

Tres meses más tarde, en el mes de marzo, Peter voló a Rosario. Desde el avión vio la ciudad con sus edificios, plazas y el río... Le dieron ganas de decirle al piloto que diera la vuelta y regresara a Buenos Aires. Lali estaría en algún lugar allí, pensó él. Lali y su bebé aún no nacido. No había sabido nada de ella desde su última visita en diciembre. Y tampoco se había puesto en contacto con ella.

Se habían ajustado al trato completamente, pensó.

A su madre le había dado mil excusas para no ir a ver su jardín, pero no podía seguir postergándolo, porque su madre se ofendería. Y en un par de días volvería a su casa. No pasaría cerca de la casa de Lali.

El avión aterrizó, y Peter llegó a casa de su madre una hora después.

Claudia tenía entradas para un concierto de violín. Peter se lamentó de que fuera posible encontrarse a Lali allí; era el tipo de espectáculo que seguramente no se perdería.

–¿No te importa, Peter? Tal vez debería habértelo dicho, pero pensé que podría ser una agradable sorpresa para ti.

Era una sorpresa, sí.

–Es genial. Me sorprende que hayan traído a alguien de ese calibre –dijo él haciendo un esfuerzo por disimular.

–La cena está lista. Ponte cómodo.

A las ocho menos cuarto, Peter estaba al lado de su madre en la sala de conciertos.

La atmósfera que se respiraba era la de los grandes conciertos. El programa incluía el concierto de violín de Mendelsson, uno de sus favoritos.

En el momento en que su madre se puso a hablar con la mujer de al lado, él aprovechó para mirar en todas direcciones, tratando de disimularlo, claro está, con los nervios tan desafinados como los instrumentos que se oían detrás del escenario.

Continuará…