Capítulo 27

Hola, hola!!!! Qué tal todo?! Espero estén llevando bien el día, y lo terminen mejor! Gracias por estar ahí!!!!! Besos y nos estamos leyendo ;)

Notedigoadios: Hola! Intenté mandarte las noves pero el mail me dice que no es… Avísame así las mando de nuevo ;)

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¿Tendría razón Agustín? ¿Se estarían olvidando de algo tan importante para el bienestar de su hijo a quien amaba ya, con un amor incondicional?

Pero era un asunto de retórica, porque Peter no tenía intención de pedirle que se casara con él, se vistiera de blanco o de beige.

Capítulo 27:

Peter se pasó la siguiente mañana limpiando las tuberías de la casa de su mamá. El trabajo físico le vendría bien para no pensar, sobre todo después de haber visto a Lali con Agustín Pérez.

Estaba furioso con Lali.

¿Cómo se atrevía a tener una relación con ese tal Agustín cuando llevaba en su vientre un hijo suyo? ¿Cómo era capaz?

Esa misma tarde iba tener que contestar a algunas preguntas, decidió Peter.

A las dos fue a casa de Lali. No estaba su auto, pero golpeó varias veces hasta convencerse de que no había nadie. Entonces fue a su oficina. Hacía mucho calor. La empresa Paisajes Espósito ocupaba un modesto edificio, pero estaba recién pintado y el jardín del frente le daba un aire fresco y alegre. Había un camión con el logotipo de la compañía estacionado en la calle.

«Está aquí», se dijo.

–¿Desea algo, señor? –le preguntó David.

–Estoy buscando a Lali –contestó Peter cortante.

–Ahora mismo no se encuentra aquí. ¿Puedo ayudarlo en algo?

–¿Dónde puedo encontrarla?

–Si se trata de alguna queja, yo puedo...

–No, gracias. Quiero hablar con ella. Sólo con ella.

–Debe estar trabajando aún en el proyecto del planetario. Puedo darle la dirección... –dijo David entrecerrando los ojos.

Pero Peter ya se había dado la vuelta para salir del lugar.

–Sé dónde es.

–¿Por casualidad, es usted Juan Pedro Lanzani? –le preguntó David con el mismo tono de antipatía que su interlocutor.

–Sí –contestó Peter.

–Usted ha sido quien donó los terrenos, ¿no?

–Exacto –contestó con impaciencia Peter–. Perdone, pero quiero ver si encuentro a Lali antes de...

–¿Eres tú por casualidad el hombre que la ha dejado embarazada?

Peter pensó que el otro quería pelea. Si quería pelea, la tendría.

–Sí... aunque no es asunto tuyo, me parece...

–La dejaste embarazada y te volviste a Buenos Aires. ¿Entraba en el contrato llevártela a la cama? «Lo siento, Lali, pero no habrá terrenos si no tienes una aventura conmigo...», ¿fue así?

Peter echaba fuego por los ojos.

–¡No! –entonces respiró hondo, apretó los puños– yo no me manejo así.

–Ahora me acuerdo... Tú estabas en casa de la señora Molinari cuando fui a entregarle el presupuesto, me engañaste bien. De eso hace tres meses, y no te he visto salir corriendo a ayudar a Lali en todo este tiempo.

–¿Y no se te ha ocurrido pensar que Lali no ha querido que lo hiciera?

–No, realmente no. Desde que te vi esa primera vez la he visto llorar más de una vez, y ella es mi amiga, además de mi jefa. En mi pueblo, para los tipos como tú tenemos un nombre...

–David –dijo Peter tenso–. Si quieres que nos peleemos, lo haremos. Pero no creo que a Lali le guste la idea de que armemos una pelea en su oficina. Déjame que te diga algo: fue idea suya quedar embarazada.

David se rió despectivamente, y soltó una retahíla de insultos en los que incluía a la madre de Peter. Entonces, Peter, con un movimiento tan rápido que tomó a David desprevenido lo alzó, y lo tiró contra el mostrador de la entrada.

–Tu jefa me está volviendo loco, y voy a tratar de que entre en razón. No deberías pararme, sino desearme suerte. Y hablo de suerte porque es la mujer más testaruda que he conocido en mí vida. ¡Y en cuanto a este famoso embarazo, ha sido idea suya! ¡Puedes creerme o no, a mí me da igual! –le gritó enfurecido.

Dejo a David, y se fue antes de que el otro pudiera decir nada. La última imagen de David fue la de un hombre levantándose, y mirando pensativo a Peter.

Irse a la cama con Lali Espósito era lo peor que podía haber hecho en toda su vida.

Peter fue en busca de Lali lo más rápido que pudo, estacionó a una cuadra del planetario y caminó hasta el lugar. Aunque iba dispuesto a preguntar por Lali, y estaba de muy mal humor, al llegar allí comenzó a aminorar el paso, y una sonrisa irreprimible asomó a sus labios.

En lugar de encontrarse con el solar abandonado que había visto hace unos meses, se encontró con un jardín formando un cuadro, y un almacén para las herramientas. Los girasoles y los tallos color púrpura se movían con el viento, y entre el verde de los canteros anidaban calabazas naranjas. Unos pocos trabajadores andaban por allí quitando las malezas y recogiendo frutos, al fondo, las voces de los niños subían y bajaban el volumen como el canto de los pájaros.

Era una escena de quietud, y Peter se sintió orgulloso de haber sido parte de ese proyecto. Pero el mérito era fundamentalmente de Lali. Había sido idea suya.

No todas sus ideas eran locas, pensó Peter. Y preguntó por Lali a la primera persona que apareció, un hombre mayor.

Continuará…