Capítulo 7

Hola!!!!! Cómo les va?! Sepan que las extrañé el fin de semana!!! Cómo lo pasaron??? Qué tal empezaron la semana?! Espero que todo bien y recargadas para subsistirla :P Les cuento que una señorita MUY, pero MUY chantajista... a la cual le gusta jugar con mi ansiedad me obligó :/ a subir 2 capis hoy, así que acá me tienen tempranito! Lean, comenten y disfruten que se viene la "propuesta" ;) besos y nos leemos más tarde!

BTW: Aprovechen la otra parte del chantaje y pasen por http://mirincon-inma.blogspot.com/ que no solo tiene una nove increíble sino que también sube 2... no Inmilla??? jajaja

Twitter: @Caparatodos

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Chocaron las copas. Luego charlaron sobre el menú, los cambios de la ciudad y el alza del dólar. Comieron salmón ahumado y mariscos acompañados de vino blanco.

-¿Bailas? -le preguntó Peter.

Capítulo 7:

La música era movida, y como ella podía bailar sin tocarlo, se dejó llevar siguiéndole el ritmo. Lo que no se le ocurrió fue que la música podría darle un toque seductor, ni que sus movimientos pudieran recordarle a su compañero de baile, algunas escenas de los sueños eróticos con ella.

-¡Ha sido genial! Gracias, Peter.

Dijo Lali cuando sonó el último acorde. Él asintió con la cabeza, y la siguió a la mesa.

Los medallones de lomo con verduras estaban en el punto justo de cocción, y los saborearon con un buen vino. Entonces la banda comenzó a tocar un vals.

-Bailemos el vals -sugirió él.

Normalmente Lali evitaba los bailes en los que tuviera que haber contacto físico. Pero había bebido bastante, y se había reído hasta llorar, así que esa vez se abrió paso entre las mesas, relajada.

Como llevaba zapatos de taco, la barbilla le llegaba a los hombros de Peter. Él se inclinó para rozarle la mejilla. La apretó más contra su cuerpo, aunque notó una cierta resistencia por parte de ella.

De pronto parecía que los sueños se habían fusionado con la realidad. La mujer de sus sueños estaba allí, y la podía tocar.

Pero Lali se puso muy sobria de repente. Tenía una mezcla de sensaciones que le resultaban conflictivas.

El olía muy bien, tenía una fragancia de cítrico por encima del olor a su piel inconfundiblemente masculina. Ella estaba rodeada de sus brazos, y parecía segura y a salvo de todo, pero a la vez sentía que le faltaba el aire.

Generalmente solía mantener la distancia con los hombres. Porque sentía cierta claustrofobia al acercarse a ellos, como consecuencia de su relación con Guillermo, tal vez.

La mano que descansaba en su cintura se fue bajando hasta sus caderas y la acercó más. Sentía el endurecimiento involuntario del cuerpo de Peter, la señal inequívoca de que él la deseaba. Sintió pánico. Se puso rígida, y levantó la cabeza para mirarlo.

-Peter, yo no...

Peter se arrepintió de haberle demostrado su deseo. Entonces le puso un dedo sobre los labios para tranquilizarla.

-No he podido disimularlo, ¿no es así? perdóname. Te deseo... No puedo negarlo. Pero éste es un lugar público, y estás a salvo.

Ella se alejó, y él se dio cuenta que su expresión se llenó de miedo.

Lali se dio la vuelta y se apresuró en llegar a la mesa, se sentó y se sumergió en el menú para elegir un postre. Peter se sentó frente a ella.

-Dale, Lali. Estamos en el siglo veinte, y no creo que yo sea el primer hombre con quien tienes una cita. Tómalo como un cumplido, ¿sí?

-Está bien, me lo tomaré como tal. No sé si quiero postre. Quizás sólo tome café.

Peter tomó un sorbo del vino en su copa.

-¿O sea que vamos a hacer de cuenta que no pasó nada? -dijo él, furioso por la actitud de ella, que parecía más la de una joven adolescente que la de la mujer segura de sí misma que aparentaba ser en realidad-. ¿Que yo no estaba dispuesto a hacer el amor contigo? -La carta se resbaló de las manos de Lali. Y de pronto al oír sus palabras lo miró como si no lo conociera-. ¿Qué pasa? -insistió él.

Ella bebió su vino, para luego lanzarle una mirada interrogante.

-¿Estás casado, Peter? ¿O comprometido? ¿O vives con alguien?

-No, no, y no. ¿Y tú?

-El vino excelente, ¿no te parece? -dijo ella distraídamente.

Peter se le acercó un poco más.

-¿Por qué me preguntas mi estado civil?

-Tenía curiosidad, simplemente.

-¿Por qué no me dices la verdad? Eres una mentirosa.

-Mi madre solía encerrarme en un closet si le mentía. De todas formas, aunque sepa el motivo de mi pregunta, preferiría hablar de otra cosa, sobre horóscopos, plantas... Y tal vez así coma postre. Me encanta el pie de limón.

Peter se imaginó una niña de pelo castaño encerrada en un closet oscuro. Decidió hablar para de borrar esa imagen.

-Dime cuál es, ¿tiene que ver conmigo?

-¡Eh! Sí, seguro.

-Cuando llegaste, me pareció que estabas cansada, pero no me pareció oportuno decírtelo. Ahora te pregunto, ¿qué te pasa, Lali?

-No tengo por qué decírtelo. Y no voy a decírtelo.

-El restaurante no cierra hasta la medianoche, y son apenas las nueve y media. Puedo esperar. Incluso podría pedir otra botella de vino, que parece gustarte tanto -le sonrió seductoramente-. Me haría gracia tener que llevarte sobre mis brazos de vuelta a tu casa.

Ella sabía que lo haría. Que se saldría con la suya. Y si se guardaba el secreto, no lograría nada. Además, ¡quién sabe! ¡Tal vez le dijera que sí!

-¡De acuerdo! ¡Tú lo quisiste! -dijo resignada.

Continuará…