Capítulo 75

Hola, hola!!!! Cómo les va?! Les cuento que la nove va a tener 82 capítulos, así que falta poco para que termine y arranquemos con otra ;) Gracias por sus comentarios y por acompañarme en una historia más!!! Besos y nos leemos mañana! Ahora, les hago un pedido S.O.S necesito saber si alguien me ayuda con la carátula/portada/como quieran llamarle de esta nove “Con un poco de espíritu” así la tengo lista para descargar apenas la termine de subir! Si alguien quiere y puede, me avisa?! Gracias!!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Lali no estaba tan segura como Candela de que ella y Peter estuvieran preparados para un compromiso semejante. Habían dado un gran paso al estar juntos, y ella había dado un paso aún mayor al hablar con su padre. Pero ¿casamiento? Era demasiado pronto para hablar de ello.

Capítulo 75:

—Creo que te estás precipitando —le dijo a Candela.

—¡Ay, Lali! Por favor. Todo el mundo ve la buena pareja que hacen.

Lali no pudo contener un suspiro.

—¿Te parece?

—¿Cuál es el problema? —le preguntó Candela.

—Lo creas o no, la navidad. Después de tantos años, logré superar los malos recuerdos que me traían estas fechas y volver a disfrutar como cuando era niña. Pero él sigue mostrando un desprecio total por las fiestas. Tendrías que haberlo escuchado hace un par de horas. Daba la impresión de que navidad se hubiera inventado exclusivamente para molestarlo.

—Tal vez sea el tipo de hombre que se obsesiona con los detalles —sugirió Candela, pero Lali negó con la cabeza.

—Es algo más profundo que eso. Tiene una relación con el glamur y los excesos de su madre, pero por favor, no vayas a compararlo con mis propios traumas.

—Nunca me has hablado de tus traumas —le recordó Candela—. Esperaba que lo hicieras algún día, pero me obligué a no presionarte. Ahora, ya que sacaste el tema, dime… ¿por qué reaccionaste tan mal cuando te pedí que formaras parte del comité? ¿Y qué tiene que ver con lo que hay entre tú y Peter?

Candela podía ser incansablemente insistente, así que Lali decidió darle una versión resumida del accidente de su hermano y sus terribles consecuencias. Al terminar, los ojos de Candela se llenaron de lágrimas.

—La, no tenía ni idea… Jamás se me habría ocurrido obligarte a hacer esto si lo hubiera sabido. ¿Por qué no me dijiste nada ese día?

—Es mejor así —dijo Lali—. Tenía que enfrentarme a los recuerdos y olvidarme del dolor, y creo que lo he logrado. Incluso puede que este año vaya a la iglesia en Nochebuena con el corazón abierto. Ojalá Peter pudiera hacer lo mismo…

—Seguro se te ocurrirá la manera de convencerlo. No puedes dejarte vencer por unas diferencias sobre la navidad.

—No se trata solamente de navidades —insistió Lali—. No creo que pueda estar con alguien tan negativo.

—Eso son excusas, Lali —le dijo Candela—. No se trata de navidad ni de su carácter. ¿Qué es lo que te impide realmente dar ese paso?

A Lali no le sorprendió que la conociera tan bien. Candela era una mujer muy intuitiva. El problema era que no sabía cómo responderle.

—Podría darte muchas razones por las que no podemos estar juntos.

—¿Por ejemplo?

—Su mamá y yo no congeniamos —dijo, sin mencionar cómo la señora Lanzani había intentado sacarla de la vida de Peter utilizando a su marido.

—¿Acaso estás pensando en vivir con ella? —le preguntó Cande con sarcasmo.

—Obvio que no, pero aunque arregláramos las cosas seguiría metiéndose en nuestras vidas.

—¿Y no te parece que por Peter valdría la pena?

Lali pensó en cómo se sentía con Peter cuando estaban a solas y sonrió.

—Ahora que lo dices, tal vez tengas razón —admitió, y recorrió la abarrotada plaza con la mirada hasta encontrar finalmente a Peter. Estaba junto al escenario, discutiendo con Osvaldo para no salir de la rutina. Osvaldo le puso un gorro de Papa Noel en la cabeza y Lali no pudo evitar reírse.

—Es imposible no querer a un hombre con un sombrero de Papa Noel —le dijo Candela, dándole un codazo.

—Sí, supongo —dijo ella con un suspiro. Pero no podía dejar de preguntarse si acabaría arrepintiéndose.

Peter dio un vistazo por la plaza y sacudió la cabeza al ver las expresiones de asombro de los niños. Tal vez sólo los menores de doce años podían disfrutar de la navidad. Se giró para compartir sus pensamientos con Lali y vio que ella contemplaba las luces con la misma fascinación infantil.

—Te metiste de lleno con el tema de la navidad, ¿no?

—No lo digas como si fuera un delito —respondió ella—. Mira a la gente, Peter. Y mira a Osvaldo haciendo de Papa Noel. Los niños están felices con él, susurrándole sus deseos al oído.

—¿Cómo se sentirán cuando se despierten el día de navidad y no vean los regalos que han pedido?

—¿Quieres cortarla? Mira cómo se ha reunido toda la gente. ¿No te parece algo maravilloso?

—De verdad que no te entiendo —dijo él, sorprendido por su cambio de actitud respecto a las fiestas.

—Lo mismo digo —respondió ella, y se alejó rápidamente.

Años atrás, al enfrentarse a la falta de interés de sus padres, Peter había aprendido a ser independiente y a no confiar su felicidad en nadie. Pero aquella noche, por primera vez en su vida, se sentía realmente solo.

—Parece como si alguien te hubiera robado tus regalos de Navidad —comentó Nicolás, acercándose a él—. ¿Dónde está Lali?

—Ni idea.

—¿Discutieron?

—Eso parece.

Nicolás asintió pensativamente.

—¿Y sabes por qué?

—Creo que tiene algo que ver con mi odio a la navidad.

Nicolás sonrió.

—Sí, creo que tendrías que hacer algo al respecto. Todo el lugar comenta lo antipático que eres. No es lo más conveniente para tu futuro como secretario local.

—¿Acaso podrían despedirme por no participar en de la navidad? —le preguntó Peter, incrédulo.

—Puede que no, pero tendrías que disfrutar un poco más de todo esto.

—Ya lo sé —admitió Peter con un suspiro.

—Entonces sigue mi consejo —le sugirió Nicolás—. Encuentra una rama de muérdago, arrastra a Lali bajo ella y bésala como si no hubiera un mañana.

—¿Y crees que eso bastará para arreglar las cosas?

—Tal vez no, pero sería un buen comienzo. Hazme caso. Tienes que valorar lo que tienes antes de perderlo.

Valorar a Lali no era el problema. Lo difícil era entenderla. Pero Nicolás tenía razón en una cosa. No quería perderla y arriesgarse a pasar el resto de su vida sin ella.

Continuará…