Capítulo 5

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–¿Sabe? Es la primera vez desde que nos conocemos que no está siendo sincera conmigo.

–Señor Lanzani, yo...

Capítulo 5:

-Peter, por favor -la interrumpió.

Lali no sabía cómo decirle diplomáticamente que no se metiera en su vida privada. No podía explicarle sus sentimientos contradictorios y confusos, entre otras cosas porque ni ella misma podía explicárselos a sí misma completamente.

-Mi vida privada es privada. Nunca le hubiera hablado de mi amiga Candela, de no ser porque he llegado tarde.

El sintió que ella le dirigía un golpe con su respuesta. ¿Por qué le molestaba? Los negocios eran los negocios. Y era un error mezclar los asuntos personales con ellos. Entonces, ¿qué hacía él sentado en esa camioneta cuando todos sus instintos le decían que debía alejarse de ella?

-¿En cuánto tiempo piensa llevar a cabo este proyecto? -preguntó él, tan enojado con él mismo como con ella.

-Todavía no lo tengo totalmente decidido. Tal vez la primavera sea una época de demasiado trabajo para mí, pero he contratado a un par de empleados más para que trabajen con mi ayudante. Así que supongo que podré arreglarlo sin problemas.

¿Sería José Rojas su ayudante? Pero ésa era una pregunta personal que no haría.

-¿O sea que podrían estar listos para el verano?

-Sin duda -ella se metió por una calle y estacionó en una esquina con un cartel enorme que decía: «Se vende». La próxima media hora era crucial para ella. Se bajó de la camioneta con su pantalón de color beige y sus botas de trabajo y atravesó la calle-. Para mí las zonas verdes tienen prioridad, así que el parque no quedará sin hojas en invierno -dijo entusiasmada-. Podríamos poner un camino sinuoso con árboles a sus lados, y muchos bancos.

-¿No le preocupan los actos vandálicos?

-Ya he pensado en eso. En lugar de flores de todos los colores que pudieran tentar a la gente para que las arrancasen, me centraré en las plantas y árboles. Helechos, arbustos... Algunos de ellos son de un verde azulado muy bonito. También quedarían bien unas rocas de granito, y algo de estilo jardín japonés. Puede que consiga un arce japonés de hojas rojas. Crecen lentamente, pero quedan muy bien con los arbustos de hoja perenne. Aquí tiene el diseño. -le entregó los papeles, en uno se veía el lugar desértico transformado en un oasis en medio de la ciudad.

-¿Y qué me dice de una fuente?

-Eso resulta mucho más caro. Aunque sería maravilloso.

-Tengo un amigo que diseña fuentes; son muy bonitas y están a prueba de actos vandálicos. El sonido del agua puede ser muy relajante. Y me parece perfecto que se centre en las plantas de verde perenne sobre todo.

Lali se sonrojó entusiasmada.

-Los pájaros seguramente apreciarán la idea de una fuente.

-¿Quiere que los pájaros y la gente estén contentos?

Ella se rió.

-¡Por supuesto! ¿Ha visto los planos? No quiero que se le haga tarde para su siguiente reunión.

Cuando iban caminando, Peter miró nuevamente los planos del jardín. Al llegar al otro terreno recorrieron a lo largo y a lo ancho. Lali le mostró dónde situaría cada una de las cosas que pensaba colocar allí, los jardines, las sombras, el lugar para juegos.

-Necesitará un montón de abono y tierra fértil -comentó él.

-Puedo conseguirla. El toldo tendrá que ser muy sencillo. Pero he pedido a una de las asociaciones de servicios locales que me envíen los juegos de los niños. Son muy buenos en esto.

Después de recorrer el lugar, salieron a la calle, igual de inhóspita que el descampado.

-¿Y el agua?

-Mangueras del subsuelo. El mejor método de riego.

-Pero no el más barato.

-Lo único que le pido es el terreno, Peter. Anoche he leído un par de artículos más sobre usted y sus proyectos en la zona pobre de Córdoba, cuando estaba estudiando arquitectura. No todos salieron bien. Pero lo intentó -ella se quitó el pelo de la cara y se lo puso detrás de las orejas-. Eso es todo lo que podemos hacer: intentarlo.

-Pone mucha pasión en esto -dijo él.

-Sí. Así es.

-Haré el contrato a nombre de la ciudad -se oyó decir-. Con la condición de que me deje abastecer la tierra fértil para ambos lugares, y pagar el toldado. También donaré algunos árboles grandes para ambos lugares.

-¿Quiere decir que lo hará?

El asintió con un sentimiento de predestinación.

-¿Los jardines y el parque?

-Los dos, Lali.

Ella no podía creerlo. Lo agarró de las manos y se movió de un lado al otro. Su cara irradiaba alegría.

-¡Es genial! ¡Gracias, Peter, gracias! Es muy generoso de su parte. ¡Estoy tan contenta!

El viento soplaba con fuerza. Los pechos de Lali, bajo el polo beige con el logotipo de su empresa, parecían moverse también. Y Peter deseaba tanto besarla, que tuvo que hacer un esfuerzo enorme para controlarse.

-Me encargaré de los asuntos legales -dijo él formalmente-. ¿Podría ocuparse su abogado de hacernos un contrato?

-¿No está entusiasmado?

«Sí», pensó él. «Sexualmente entusiasmado, y excitado, y no de la forma que usted quisiera, señorita Espósito».

Continuará…