Capítulo 2

 

Hola!!! Cómo les va?! Gracias por todo el aguante, los comentarios y la buena onda en el final de la nove anterior y en el inicio de esta! Me pone feliz que les gustara y que esta ya les esté gustando, así como el diseño... al final saben que todo es para ustedes y por eso es importante que les guste y se sientan cómodas!!!! Gracias por leer, por estar ahí una nove más :D Son lo más!!!! Besos y nos leemos mañana!

Unamorasi_pyl: Déjame el link de tu nove para leer tu nove y recomendarte ;)

Twitter: @Caparatodos

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-Me gustaría pedirle algo, señor Lanzani, y deseo darle algo a cambio.

Capítulo 2:

-Veo que usted es diferente a muchas de las personas que vienen por aquí -dijo él.

-¿Sí? Usted es un exitoso hombre de negocios, pero realmente se preocupa de la calidad de su trabajo, y eso, para mí, lo diferencia de mucha gente -dijo ella, y luego pestañeó.

-¿Y por qué piensa eso de mí, señorita Espósito?- dijo él, y luego se dio cuenta de que podría estar cayendo en la trampa de sus cumplidos.

-He hecho mis averiguaciones. He leído todo lo que pude acerca de su compañía y de usted -dijo ella con entusiasmo-. Usted y yo tenemos algo en común. Estoy convencida. Y es por eso que estoy aquí. Porque si su tiempo es muy valioso, también el mío lo es. -No había querido ser arrogante. Simplemente le gustaba ser directa.

-Tiene usted una ventaja sobre mí -dijo Peter, intrigado, a su pesar-. Porque yo no sé nada sobre usted.

-Tengo mi propia empresa también: Paisajes Espósito. Una compañía bastante más pequeña que la suya. Trabajo en el diseño en esta zona desde hace cinco años, y el año pasado gané un premio local y otro municipal por un parque que diseñé al norte de la ciudad.

Lali, incapaz de contener su energía se levantó, y caminó hacia las amplias ventanas, desde las que se veía la lluvia.

-Amo esta ciudad, señor Lanzani. Y quiero que sea un lugar agradable para la gente que vive en ella. Quiero que siga siendo un lugar placentero. Y ahí es donde usted puede ayudarme. Porque pienso que usted comparte esos valores.

-A mí no me desagrada el hacer dinero -dijo él, cortante.

-A mí tampoco. Y no tengo que disculparme por eso.

El se apoyó en el respaldo de su silla, con las manos por detrás del cuello, sacando pecho.

-¿Entonces, cuál es el cambio que propone usted dar a mi agenda?

Ella se sonrojó y metió las manos en los bolsillos de su falda.

-No quiero su dinero. Quiero su terreno.

Era muy directa, pensó Peter y sin saber por qué, él quiso hacerla tambalear.

-El terreno es dinero, seguramente usted lo sabe al igual que yo.

-Un terreno es más que dinero, mucho más. Supongo que usted también lo sabe. Específicamente, estoy interesada en dos propiedades, uno es el antiguo estacionamiento del planetario, y la esquina de la avenida Córdoba y Francia. Ninguno de los cuales tiene un valor demasiado alto monetariamente.

El se paró de su lugar, y caminó hacia la ventana, mirándola.

-¿Y para qué los quiere entonces? -preguntó él mirándola fijamente.

-El estacionamiento podría transformarse en un estupendo jardín comunitario, un lugar para que disfruten las familias, una zona de juegos... Y ahora mismo es un lugar desperdiciado, un basurero horrible.

-Muy convincente -dijo él, sin dejar de mirarla. Lali lo miró a los ojos, achicando los suyos.

-¿He venido hasta aquí engañada, entonces? Todas esas revistas hablaban muy bien de usted, de su integridad, y sus valores a la antigua, ¿se entrenaban para halagarlo?

Peter la miró con rencor. Las pestañas de la mujer eran largas y tupidas, y muchas modelos habrían pagado fortunas por tener sus labios.

-¿Qué me dice de la otra propiedad? ¿La de Córdoba y Francia?

-Hay un par de casas donde vive gente mayor cerca, y también algunos alquileres de poca paga, podría hacerse allí un parque pequeño con bancos, flores, y algunos árboles que den sombra. Es más, ya hay tres árboles ahí.

-¿Usted diseña y yo pago, es ése el trato?

-No hace falta que me ofenda, señor Lanzani.

-Puede irse, si lo desea.

-¿Y después arrepentirme por haberme dado por vencida? ¡No gracias!

El estaba confirmando lo que ya sabía de antemano.

-¿De verdad desea llevar a cabo esos proyectos?

-¡Por supuesto! De no ser así, no estaría aquí. Ya le he dicho que mi tiempo vale mucho también.

-¿Entonces, cuál sería su aporte?

-Si usted dona las propiedades a la ciudad con la condición de que se transformen en jardines, y en un parque respectivamente, yo haré el diseño gratis, las plantas, y el trabajo en general.

Peter alzó una ceja.

-Es bastante generoso de su parte... ¿Qué la lleva a eso?

-Hace mucho tiempo que un hombre no me saca tanto de quicio como usted -dijo ella amablemente-. ¿Es que no puede ser el altruismo lo que me motive a hacerlo?

-No. Desde mi punto de vista, el altruismo no existe.

-Me parece una opinión más que discutible -sonrió ella provocativamente-. ¿Qué me dice del interés propio, suena mejor para usted?

-Ahora se va acercando...

-Aprendo rápido. En cuanto a mi motivación para esto, es un placer para mí ver transformado un lugar sin valor en un lugar lindo y útil. ¿Qué me dice de esto?

-Va a costarle.

-Puedo pagarlo.

-No sabía que el diseño de jardines y parques fuera tan rentable -y se dio cuenta al decirlo de que por primera vez ella realmente estaba enojada.

-La fuente de mis ingresos no es tema suyo. Simplemente debe saber que puedo costearlo. Y eso es todo lo que usted necesita saber.

-Necesitaría los papeles y documentos al respecto antes de comprometerme a nada.

-Tendrá toda la documentación que necesite -ella tragó saliva-. ¿Quiere decir con eso que acepta mi propuesta?

-Mañana por la mañana estoy libre entre las diez y las once y media, supongo que habrá tiempo para ir a ver los terrenos.

-Tengo una entrevista a las nueve. Puedo pasar a recogerlo por su oficina a las diez y media-dijo ella.

Y él lo interpretó como que le estaba diciendo que ella también tenía una vida con planes y ocupaciones.

-Aquí la esperaré. Traiga los planos.

-Gracias -dijo ella amablemente-. Le dejo mi tarjeta, por si hay algún cambio en el horario -dicho esto sacó una tarjeta verde y beige y se la entregó. Luego agregó en un tono irónico. -Ha sido un placer conocerlo, señor Lanzani.

-Lo mismo digo, señorita Espósito -contestó Peter, y le alcanzó su saco. Nuevamente la fragancia de su perfume le despertó el sentido del olfato. Hacía mucho tiempo que la presencia de una mujer no lo afectaba tanto.

Lali se puso el saco rápidamente.

-Lo veré mañana.

-Supongo que no se extrañará de que haga algunas averiguaciones sobre su empresa a partir de este momento hasta mañana.

-En absoluto.

Peter abrió la puerta. La señora Torres miraba la escena con curiosidad, lo que no hizo más que aumentar el mal humor de Peter. Entonces, sin mirar ni un segundo a Mariana Espósito, él cerró la puerta de su oficina. Le pediría a la señora Torres el expediente de las dos propiedades, y luego se ocuparía de comprobar algunas cuestiones sobre Paisajes Espósito. Ahora mismo necesitaba concentrarse en los planos de la fuente.

Pero no lograba concentrarse en el trabajo. Se acercó a la ventana. La tormenta había dejado una fuerte lluvia tras su paso. Pensó que debía volver a Buenos Aires, a su oficina, su casa y sus amigos. Tal vez fuera a ver a su madre después del trabajo. Ella siempre le levantaba el ánimo.

En el aire se respiraba, delicada y fugaz, la fragancia de una mujer, que parecía burlarse de aquello de lo que carecía su vida.

Continuará…