Capítulo 68

Hola, hola!!! ¿Qué tal estuvo su día? Espero que todo bien y más colorido que el mío todo azul jajajaja Gracias por leer y dale, muchachas, ah! Que no decaiga y no les dé flojera comentar ;) Un beso grande y hasta mañana!!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

-Genial. Ahora los tengo a los dos metiendo las narices donde no los llaman –dijo Peter con sequedad.

Nicolás le palmeó el hombro, dando la impresión de estar disfrutando mucho con todo el asunto.

-Anda acostumbrándote, para eso está la familia.

Capítulo 68:

Lali abrió la puerta y se encontró con Peter en la entrada, con gesto nuevamente enojado.

-Esta noche oí un rumor muy interesante –le dijo, pasando junto a ella para entrar al departamento.

Lali cerró la puerta, sin tener demasiado claro lo que eso significaba.

-Hola... Sí, yo también me alegro de verte.

Parado en medio de la sala, con cara de pocos amigos, Peter se cruzó de brazos. Su pregunta tomó a Lali completamente por sorpresa.

-¿Hay algo entre Pablo Martínez y tú?

Lali ladeó la cabeza, confundida, preguntándose de dónde habría sacado aquella idea.

-No. ¿Por qué?

-Nicolás Vázquez asegura que escuchó que Martínez y tú son bastante cercanos.

Lali se mantuvo en silencio por un instante.

-Creo que la auténtica pregunta es qué hacían Nicolás Vázquez y tú hablando sobre Pablo y sobre mí.

-Nicolás, “mi cuñado”, lo llevó al partido. Estuvo tratando de averiguar cosas sobre nosotros después de que Nacho preguntara por ti –Peter debió ver el pánico en sus ojos-. No te preocupes, no dije nada. Nadie sabe que te estás acostando con el Terrorista de Twitter –luego rectificó-. Bueno, Nicolás sí lo sabe. Eugenia ya le había hablado sobre nosotros.

Lali dejó escapar lentamente una bocanada de aire. Para tratarse de algo que supuestamente debía ser sencillo y divertido, aquello estaba volviéndose muy complicado.

-Nicolás Riera es el Agente al mando. Trabaja a diario con mi jefa.

-No dirá nada. Estábamos creando vínculos.

Al menos, uno de los dos parecía sentirse cómodo con la situación.

-Buenísimo. El futuro de mi carrera depende de un momento de “camaradería”, en mitad de un partido de rugby, entre Nicolás y tú.

Su mirada la atravesó.

-No hemos terminado de hablar sobre lo que hay entre Pablo Martínez y tú.

-Porque no hay nada entre Pablo Martínez y yo –dijo Lali enfáticamente-. ¿Crees que estaría contigo si lo hubiera?

Su mandíbula se tensó.

-No te ofendas, abogada, pero no sería la primera vez que me pasa.

Tan pronto como hubo registrado sus palabras, Lali se sintió completamente tonta. Por un momento, se le había olvidado que la ex-novia de Peter lo había engañado, y de la peor forma posible.

No habían hablado nunca sobre Daniela –tratándose de ese tema, Peter no parecía demasiado receptivo y Lali entendía perfectamente por qué. Pero ver a su novia con otro tipo, algo que incluso había terminado con el tras las rejas, debía de haberle dejado unas cuantas cicatrices emocionales.

Teniendo eso muy presente, se acercó a él.

No podía deshacer lo que le había hecho Daniela pero sí asegurarle a Peter que jamás le pasaría algo parecido estando con ella. Así que, le descruzó los brazos, eliminando la barrera que representaban, y se acercó todavía más.

Levantó la cabeza y lo miró directamente a los ojos.

-No hay nada entre Pablo y yo. Trabajamos juntos y somos amigos, pero eso es todo.

Él no hizo nada por corresponderle. En su lugar, ladeó la cabeza y le habló en tono tranquilo.

-¿Eres amiga del tipo que me llamó terrorista?

Ah… la pelotita. Al ver el destello de dolor que brilló en los ojos de Peter, supo que no había escogido precisamente el comentario más acertado.

Obviamente, entendía por qué suponía un problema para él que fuese amiga de Pablo. Por supuesto, Peter no conocía toda la historia. Ignoraba que el antiguo fiscal había pretendido enviarle un mensaje a la prensa y que le había ordenado específicamente a Pablo que fuera duro con Peter.

Pero, incluso aunque eso no hubiera sucedido, Pablo habría procesado igualmente a Peter –y habría sido concienzudo al hacerlo- porque era su trabajo. De la misma forma en la que Lali cumplía con el suyo.

-Bueno… sí –suspiró-. Y yo que pensaba que antes las cosas ya eran complicadas.

-¿Eso significa que te has estado replanteando… lo que hay entre nosotros? –al darse cuenta que no le contestaba, Peter le agarró la barbilla forzándola a mirarlo-. ¿Quieres que me vaya?

Lali lo pensó por un segundo y luego sacudió la cabeza.

-No –dijo con suavidad.

La expresión de Peter siguió reflejando cierta incertidumbre, como si no terminara de convencerse.

-¿Estás segura?

Ella asintió.

-Estoy segura –se estiró para rodearle el cuello con los brazos. Aunque no tenía todas las respuestas, había algo que sí sabía con seguridad –todavía no estaba preparada para decirle adiós a Peter-. Mira… He tenido un problema este último par de noches. Mis almohadas huelen a ese shampoo que usas, y ahora no puedo dormir sin pensar en ti.

Peter le deslizó las manos por la espalda, atrayéndola.

-Tal vez deberías lavarlas. Deshacerte de todo rastro mío.

-O también podría invitarte a pasar la noche conmigo –Lali se puso en puntitas de pie para rozarle los labios-. Ya que, de todas formas, no parece que logremos dormir mucho nunca.

Cuando sus bocas se encontraron, todo lo demás pareció esfumarse. Estimulado, tal vez, por su discusión, el beso pasó a ser rápidamente apasionado e impetuoso. Peter la tomó por las caderas y la hizo retroceder, aprisionándola contra la puerta. Lali tiró de su camisa, se la sacó por la cabeza, y recorrió los músculos de su pecho con las manos mientras sus bocas se buscaban. Murmuró entrecortadamente su nombre, anhelando tenerlo contra ella, deseando sentirlo tan acerca como le fuese posible, allí y en aquel preciso instante.

Impulsado, por lo visto, por la misma necesidad, Peter le arrancó la blusa y luego introdujo las manos bajo el elástico de sus pantalones y de su ropa interior, y se los bajó apresuradamente por las caderas. Impaciente por acelerar el proceso, Lali se encargó de despojarse del resto de su ropa, mientas que él se ocupaba del botón y la bragueta de su pantalón.

Mientras sus lenguas se enfrentaban y luchaban la una contra la otra, Lali le bajó el pantalón y sintió una oleada de excitación cuando su masculinidad le rozó el estómago.

Él se llevó una mano al bolsillo trasero, sacó su billetera, y se consiguió un condón.

-Apúrate –lo instó, jadeante, viéndolo rasgar el envoltorio y colocárselo.

Peter le deslizó las manos bajo el trasero y la levantó contra la pared, situándose justo entre sus piernas, donde estaba húmeda y preparada para él. Luego la miró con vehemencia, con el pelo cayéndole sobre los ojos.

-Mientras sigamos haciendo esto, dure lo que dure, no habrá nadie más. ¿De acuerdo?

Lali tensó los brazos alrededor de su cuello.

-No deseo a nadie más.

Satisfecho con su respuesta, Peter empujó con fuerza y se introdujo profundamente en ella de una sola embestida. Lali apoyó la cabeza contra la puerta y gimió.

-Oh, Dios. Es tan bueno.

Peter la sostuvo firmemente contra la pared y comenzó a moverse en su interior.

-Es perfecto –le susurró con voz ronca.

Continuará…