Capítulo 74

Hola de nuevo!!!! ¿Cómo estuvo su día? Ojalá que bien y hayan podido descansar, divertirse y compartir con la familia o gente querida! Gracias por leer!!!! Besos y ahora sí, hasta mañana! Que empiecen bien y con pilas recargadas el lunes ;)

Fio: ¡Qué bueno, Fio! Espero que todo salga bien ;)

Eva Maria: Mmm… no sé, fácil hoy nadie actualizó porque a mí en el escritorio de Blog tampoco me salió nada… :S

Twitter: @Caparatodos

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-Ay, Lali, ni tú te la crees. Una sonrisa compradora con esos lunares y estoy convencida de que podría convencerte para acabar haciendo cualquier cosa.

Lo más escalofriante de las palabras de su amiga era que Lali estaba empezando a sospechar que esa afirmación podía ser cierta.

Capítulo 74:

Siguiendo las instrucciones que había recibido a través de un mensaje, Lali salió por las puertas de la fiscalía, maletín en mano, a las cuatro y media, y comenzó a caminar hacia el norte.

Su celular sonó justo cuando acababa de llegar al primer cruce.

-Muy bien, Lunarcito –respondió-. ¿Y ahora qué?

La voz de Peter sonó rica como el whisky al otro lado de la línea.

-Camina dos cuadras hasta Libertad y gira a la izquierda. Hay una plaza, en frente vas a ver un pasaje con un par de restaurantes, estoy ahí esperándote.

-Trate de lo que trate esto, voy a darte puntos extra por intriga y misterio –dijo, esquivando un bache mientras cruzaba la calle sobre sus zapatos altos.

-¿Nunca te has encontrado con un ex-convicto en un pasaje, señorita Espósito? –la provocó.

De hecho, no. Una vez que colgó, Lali recorrió las dos cuadras indicadas y cruzó la calle. Vio la plaza y se dirigió hacia el pasaje. Cuando dobló en la esquina, aminoró el paso al ver la elegante limusina negra que la estaba esperando.

El chofer se encontraba junto a la puerta trasera derecha y le hizo un gesto de bienvenida mientras se acercaba.

-Buenas noches, señorita –le abrió galantemente la puerta.

-Gracias –Lali inclinó la cabeza y vio a Peter, sonriéndole desde el interior, vestido con un jean y una camisa informal blanca, arremangada sobre los antebrazos.

Él señaló las ventanillas.

-Polarizadas, para ofrecer privacidad. Y no tienes que preocuparte por el chofer; lleva años trabajando para mi familia. Así que tu secreto está a salvo –le tendió una mano-. ¿Nos vamos?

Con una sonrisa, Lali le agarró la mano. Subió al auto, se deslizó en el asiento, y dejó el maletín en el suelo, a sus pies.

-Ok. ¿Ya puedes decirme a dónde vamos? –indagó, poniéndose el cinturón de seguridad mientras el vehículo comenzaba a moverse.

Peter extendió sus largas piernas ante él.

-No lo sé... Me gusta tenerte con la incertidumbre.

-Espero, por lo menos, ir vestida adecuadamente.

Sus ojos se desplazaron lentamente sobre ella, deteniéndose sobre la V del vestido y sobre sus piernas desnudas.

-Estás impresionante, abogada.

Lali sintió una oleada de calor al captar su mirada.

-Entonces, no tienes previsto llevarme a un rodeo.

Peter esbozó una sonrisa.

-¿A ti? Daría medio billón de dólares por ver eso –Peter depositó una mano sobre su rodilla, acariciándole suavemente la piel con los dedos-. Y en cuanto a esta noche… No dejo de preguntarme si esta no será una de esas ideas que parecen mucho más acertadas en mi mente de lo que terminan resultando. Espero no decepcionarte.

-Si se da el caso, prometo que fingiré tanto entusiasmo que no notarás la diferencia.

-Te lo agradezco. Muy bien, allá vamos: probablemente no te hayas dado cuenta pero, un día como hoy, un 16 de diciembre de hace exactamente diez años, vi a cierta morocha descarada, estudiante de Derecho, al otro extremo de un bar lleno de gente. Tratándose de algo parecido a nuestro aniversario, he pensado que deberíamos volver a la distintiva escena del crimen.

Lali tardó un segundo en comprenderlo.

-¿Vas a llevarme a Mendoza?

-Sí. He reservado el segundo piso del Columbus –Peter extendió la mano y le pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja-. Te prometí una cita cuando me fui de tu departamento esa noche, Lali –Peter posó sobre ella una significativa mirada-. Y puede que me haya costado una década cumplirlo. Pero voy a hacerlo. Por fin.

Lali sintió que los ojos se le empañaban a causa de la emoción.

Y le había preocupado la posibilidad de decepcionarla…

Le regaló una suave sonrisa y luego se inclinó hacia delante para rozarle los labios.

-Es perfecto.

Alrededor de unas horas después, la limusina se detuvo en el callejón que se encontraba detrás del Columbus. Peter sacó su celular y marcó un número.

-Ya estamos aquí –dijo cuando le respondieron desde el otro lado de la línea.

Cortó la llamada y sorprendió a Lali mirándolo con expresión divertida.

-¿Otra dosis de intriga y misterio?

-Querías pasar desapercibida –Peter señaló el bar-. Y esta es la manera de lograrlo. Nacho fue encargado aquí durante mucho tiempo y conoce al gerente actual. Ese tipo vendrá a recogernos para hacernos entrar por la puerta trasera y, luego, dispondremos de todo el segundo piso para nosotros.

-Estamos en la última semana de clases –normalmente, la puerta trasera suele encontrarse llena. No sé si quiero saber lo que has tenido que hacer para arreglarlo –repuso.

-Digamos que el gerente y yo llegamos a un acuerdo.

En realidad, había acordado pagarle al gerente el setenta por ciento de los ingresos previstos por la venta de comida y bebida de la noche, más un extra a cambio de que los acomodara siguiendo exactamente sus instrucciones. Pero ella no tenía por qué saberlo.

Peter vio la puerta trasera del bar abierta y a un chico de veinti pocos años haciendo señas hacia la limusina.

Se giró hacia Lali.

-¿Lista para retroceder en el tiempo?

Continuará…