Buenas!!!! ¿Cómo les va? Ojalá que su día haya ido
bien! Dale, dale, muchachas que no queda nada para que termine el año así que a
remarla con un último impulso para acabarlo de la mejor manera posible ;)
Gracias por leer y sus comentarios/tweets, disfruto mucho leyendo sus locuras y
ocurrencias! ME ENCANTA!!!! Besos y nos leemos mañana!
Twitter:
@Caparatodos
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-Mi perspectiva de las cosas cambió tras la muerte de mi
madre. Fue un momento difícil para mi familia –comenzó.
Capítulo 76:
-Peter, ha habido un accidente.
No olvidaría esas palabras mientras viviera.
Por el tono de voz de su padre, había sabido al instante
que se trataba de algo serio. Y su mano se había tensado automáticamente sobre
el teléfono.
-¿Qué pasó?
-Es tu madre. Un camión chocó contra su auto mientras
volvía a casa después del ensayo en el club de teatro. Creen que el conductor
podría haberse quedado dormido al volante… no lo sé, no me han dicho demasiado.
La llevaron a emergencia hace treinta minutos y ahora está en el quirófano.
Peter sintió cómo se le encogía el estómago.
En el
quirófano.
-Pero mamá se va a poner bien, ¿verdad?
El silencio que siguió a su pregunta duró una eternidad.
-Ya pedí que te fueran a recoger -dijo su padre-. Un helicóptero
estará esperándote y te traerá directamente al hospital. Me han dicho que
podemos usar el helipuerto.
La voz de Peter sonó apenas más alta que un susurro.
-Papá.
-Está muy mal, hijo. Siento que debería estar haciendo
algo pero… pero dicen que no hay nada…
El impacto de lo sucedido lo alcanzó en aquel preciso
instante, al darse cuenta de que su padre estaba llorando. Y a partir de
entonces, todo se había convertido en un borrón: el trayecto en auto hasta el
aeropuerto, el vuelo de cuarenta minutos a Buenos Aires, y el viaje en
helicóptero hasta la azotea del hospital.
Algún miembro del personal del hospital –Peter no habría
sido capaz de reconocer su cara en una rueda de reconocimiento dos minutos
después- lo condujo a toda velocidad hasta una sala de espera privada en la
Unidad de Cuidados Intensivos. Al empujar la puerta se encontró a su padre con la
expresión desencajada.
Sacudió la cabeza.
-Lo siento, hijo.
Peter retrocedió un paso.
-No.
Una apocada vocecita le llegó desde detrás de la puerta.
-Yo tampoco llegué a tiempo.
Peter se giró y vio a Eugenia en el otro extremo de la
habitación. Las lágrimas le resbalaban por las mejillas.
-Euge –la aferró y la envolvió en un fuerte abrazo-.
Hablé con mamá ayer –susurró contra la parte superior de la cabeza de su
hermana-. La llamé después de hacer el examen.
Se había sentido tan orgullosa de él.
El corazón se le encogió dolorosamente y los ojos
comenzaron a arderle.
-Dime que esto no está pasando –musitó Eugenia contra su
pecho.
Tras un breve golpe en la puerta, un médico vestido con
una bata quirúrgica azul entró en la habitación.
-Siento interrumpir –dijo en tono sombrío-. Vine a
preguntarles si les gustaría verla.
Eugenia se enjugó los ojos y, luego, todos miraron el
doctor. Tanto Peter como ella observaron a su padre con atención.
Él no dijo nada.
-Hay gente que encuentra reconfortante despedirse –expuso
amablemente el médico.
Peter vio como su padre –un magnate hecho a sí mismo y
elogiado por su perspicacia para los negocios y por su capacidad de decisión,
cuyo rostro había sido portada de revistas y periódicos, y al que no había
visto antes dudar a la hora de tomar ninguna clase de determinación- titubeaba.
-Yo… no… -la voz de su padre se quebró.
Se pasó una mano por la cara y respiró hondo.
Peter depositó una mano sobre el hombro de su padre y se
volteó hacia el médico para ofrecerle una respuesta.
-Nos gustaría verla. Gracias.
Tras ese primer momento en el hospital, Peter notó
rápidamente que su padre tenía dificultades a la hora de hacerse cargo de las
muchas decisiones que debían ir tomándose respecto al velatorio y al funeral de
su madre. Para aliviarle esa carga, se mudó a la casa de sus padres y empezó a
encargarse de casi todo. Era un momento triste, emocionalmente agotador, y
nunca se había imaginado a sí mismo teniendo que pasar por él a los
veinticuatro años –eligiendo lo necesario para el funeral de su madre- pero,
entre Eugenia y él, lograron arreglarlo todo.
Después del funeral, su plan original había consistido en
quedarse en casa de su padre alrededor de una semana para ayudarlo a atender
las llamadas, aceptar las notas de condolencia, las flores, y responder a los
e-mails que llegaban todos los días. Dado el imperio que había construido Juan Pablo
Lanzani, había un increíble número de personas que deseaban presentar sus
condolencias, y Peter y Eugenia lo hicieron los mejor que pudieron para
gestionarlo todo.
Pero cuando pasó la primera semana, las cosas no parecían
ir mejor. Su padre mostraba poco interés por recibir a las visitas o por hablar
con la familia y los amigos por teléfono. En cambio, prefería pasarse los días
solo en su estudio o salir a dar largos paseos.
-Tal vez necesite hablar con alguien. Con un profesional
–le dijo una noche Peter a Eugenia mientras se encontraban sentados en la mesa
del comedor de sus padres, picoteando un poco de lasaña que alguien les había
llevado el día anterior. Podrían alimentar a una pequeña nación durante un mes
con la cantidad de guisos, lasañas, pastas, y queso que tenían en la
refrigeradora.
No importaba que su padre prácticamente pudiera comprar
una pequeña nación.
-Ya se lo he sugerido –dijo Eugenia-. Pero dice que sabe
de sobra lo que está mal: mamá está muerta –los ojos se le llenaron de
lágrimas, y rápidamente se las secó.
Peter le apretó la mano.
-Es el dolor el que habla, Euge –tentado estuvo de
pasarse por el estudio de su padre en ese preciso instante para decirle que se
guardara toda aquella mierda para sí mismo, por el bien de Eugenia, pero dudó
que eso fuera a ayudarles. Y realmente, entendía el sufrimiento de su padre:
todos estaban luchando por tratar de darle algún sentido a la muerte de su
madre.
Así que decidió quedarse en Buenos Aires otra semana. Y,
luego, dos semanas se convirtieron en tres. No hubo un solo día bueno en esa
época. Solo días malos y otros ligeramente mejores.
Finalmente, las cosas progresaron hasta un punto en el
que su padre se sintió preparado para ver a los amigos y a la familia, lo que Peter
se tomó como una buena señal. Pero siguió sin manifestar el menor interés por
la compañía; y las llamadas de trabajo, los mensajes de voz, y los correos
electrónicos, comenzaron a acumularse sin respuesta.
masssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarCuanto dolos! Más!
ResponderEliminarPobre peter! mas novee
ResponderEliminarY ahi es cuando Peter no le queda mas remedio que entrar a formar parte de la empresa de su padre.... alguien tiene que manejarla.
ResponderEliminarAyy me da un "dolor" esa foto, que penita ver a un hombre llorar y mas siendo Peter en serio
espero masss TQ!
llorar con el capítulo? no solo te parece!!! me gusto mucho, pobre Peter!!
ResponderEliminarEspero más!!
Estaban pasando x las cuatro fases.dolor,negación,resignación, y aceptación.
ResponderEliminarCada persona lo supera o no ,d diferentes maneras.
Te digo la verdad??
ResponderEliminarLLORÉ! !
Pobre peter!!
:-(:-(:-(:-(:-(
ay pobre peter,lo q debio sufrir :(
ResponderEliminarQ cap triste!Peter evidentemente la tendra siempre como una reina,en esta situacion supo tambien cómo ponerle pecho a las balas y sufrio mucho!
ResponderEliminarque triste
ResponderEliminarpobre peter, ahora voy entendiendo porque hizo lo que hizo
besos
Buuu pobre pitt :( maaaaa
ResponderEliminarPobre Peter no sabes com lo entiendo....
ResponderEliminarUuuh pobre pitt en esa epoca!
ResponderEliminarAy pobrecito!!! Debe de haber sido muy dificil para el y su familia.. ahora pero esta lali en su vida.. me encanta la nove! porfin me puse al dia jajaja!beso Cami!Giu
ResponderEliminarmás!
ResponderEliminarLore