Hola, hola!!!!! ¿Qué tal va el día? Ya preparando todo
para recibir el 2014 supongo ;) Gracias por haber estado un año más conmigo,
por compartir tantas historias y, sobre todo, por disfrutarlas! Les mando un
beso ENORME y un abrazo gigante y espero que el nuevo año las llene de
sorpresas y cosas buenas, pero principalmente, que las llene de salud,
felicidad y mucho mucho amor!!!!! Nos leemos mañana, siendo un nuevo año!
Esperen mi saludo a las 12 ;) y posiblemente un capítulo programado mañana al
mediodía jijijiji Las quiero!
P.D.: Un capítulo bien… como para terminar el año ;)
#Enjoy jijijiji
Twitter:
@Caparatodos
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—Pero…
—Lograrás ir, tengo absoluta fe
en ello.
Capítulo 8:
Lali vio alejarse a su amiga,
deseando tener su seguridad. Porque en aquel momento, su única idea para ir a
la gala era pedirle una invitación a Pablo. Y ésa no era la imagen que quería
que él tuviera de ella. Necesitaba que él la viera como una mujer capaz y
competente. Una mujer que pudiera representar sus intereses legales e
introducirse fácilmente en su vida. Quería impresionarlo a todos los niveles.
Y no se conseguía impresionar a
nadie rogándole por una habitación.
No, llegaría al hotel por sí
misma, o no llegaría. Desafortunadamente, ésa parecía ser la opción más
probable. Tal vez podría reservar habitación en algún hotel cercano y pasar por
el complejo Martínez para la celebración.
Tras un vistazo por Internet,
también ese plan se fue abajo, al quedar claro que la privacidad había sido una
de las principales preocupaciones de Pablo al diseñar el hotel: no tenía nada
cerca.
Maldición.
Tenía que haber alguna manera.
Sólo que no la había.
Suspiró, bebió otro sorbo de
chocolate, y decidió que ya era hora de olvidarse de sus locas fantasías y
empaparse del espíritu navideño. En la esquina de su departamento, el pequeño
árbol que había comprado pareció hacerle señas. No lo había decorado aún
porque, a pesar de las luces, los villancicos y las fiestas, no le parecía
estar en navidad. No, cuando se encontraba allí sentada, sin opciones de cita.
—Patético.
Con un suspiro, acercó una
silla al closet del vestíbulo, algo mareada por el alcohol y por no haber
comido nada. Su departamento era antiguo y tenía unos buenos closets, aunque
pobremente diseñados. El closet de la entrada se dividía en dos secciones: la
principal estaba al alcance de todo el mundo, pero la parte superior sólo era
accesible para gigantes. Eso, añadido a que tenía bastante fondo, llevaba a
Lali a preguntarse muchas veces por qué no se compraba una escalera para poder
llegar a todas sus cosas.
Balanceándose en la silla,
abrió el closet y sacó las gigantescas bolsas de plástico llenas de ropa de verano.
Detrás de ellas, estaban guardadas las cajas con adornos de Navidad. Se puso en
puntitas de pie, intentando llegar a ellas.
Sólo un poco más…
Sus dedos tocaron el cartón,
pero no logró agarrar la caja. Maldición. ¿Qué podía hacer? Sacó una escoba de
la despensa y volvió a subirse a la silla, esa vez armada. Metió la escoba
entre la pared y la caja e hizo palanca. Sin embargo, la caja no parecía
dispuesta a cooperar, así que movió con fuerza la escoba, al tiempo que
maldecía en voz alta.
La caja se movió. Y no sólo
eso, sino que salió disparada hacia adelante. Al parecer la bloqueaba una
protuberancia de la madera, y su insistencia había hecho que la superara.
La caja se tambaleó al borde
del closet. Lali la detuvo con las manos, concentrada en mantener el equilibrio
a pesar de que la cabeza le daba vueltas. Inspiró hondo. Lo único que tenía que
hacer era moverse un poco y agarrarla entre sus manos.
Pero, cuando intentó hacerlo,
la caja con los delicados adornos de cristal de su abuela se inclinó en un
ángulo muy peligroso. Lali se imaginó la caja escurriéndosele de las manos,
cayendo al suelo, y los adornos heredados de su abuela hechos añicos por el
suelo.
¿Quién iba a decir que decorar
el árbol borracha podía ser tan peligroso?
Intentó volver a meter la caja
dentro del closet, pero no lo consiguió. Parecía que su destino iba a ser
quedarse allí, de pie en la silla, con los brazos en alto, y cansándose
mientras evitaba que la caja cayera. Y así se quedaría hasta que se desmayara
por el agotamiento, o los brazos se le atrofiaran por falta de sangre.
Sonaron tres golpes en su
puerta. Lali sintió tal alivio, que casi soltó la caja.
—¡Peter, entra!
Oyó moverse el picaporte pero
recordó que había cerrado con llave.
—Está cerrado, Lali —lo oyó
decir frustrado.
La caja se movió, ella se
inclinó hacia atrás para agarrarla, con la cabeza dándole vueltas.
—¡Peter! —gritó.
—¡Espera! —exclamó él.
Lali lo oyó entrar a su
departamento, y a los pocos instantes abría su puerta. Ella agradeció en
silencio haber entregado copias de sus llaves tanto a Peter como a Candela, y
luego murmuró un desesperado «socorro».
—¿Qué estás…? —lo oyó preguntar
confundido al entrar en el piso.
Ella no pudo girar la cabeza
para mirarlo, pero no tuvo que hacerlo. Sintió las manos de él en su cintura,
sujetándola firmemente, y ese simple contacto le dio tal sensación de
seguridad, que quiso llorar. Ya no se caería de espaldas ni se rompería el
cuello. Tampoco se destrozarían los adornos heredados de la abuela.
Peter había llegado, y todo iba
a solucionarse.
—¿En qué estabas pensando?
Él movió el brazo y Lali sintió
la piel de él contra su ombligo, expuesto porque, al levantar los brazos, había
hecho que la parte de arriba del pijama también se levantara. Durante un fugaz
instante, un estremecimiento sensual la sacudió. Se le erizaron los pezones, se
le aceleró la respiración, y maldijo a Candela por su charla sobre novios y
aventuras amorosas en Navidad. Porque entonces todos esos viejos pensamientos
acerca de Peter que ella tanto había reprimido salieron de golpe.
Al principio, ella había
ignorado el cosquilleo porque salía con Benjamín cuando Peter había entrado en
su vida. Luego, lo había sepultado aún más al conocer sus frecuentes viajes y
su despreocupación respecto al dinero y a su trabajo.
Mejor ser sólo amigos, se había
dicho a sí misma. Había sido fácil mientras salía con Benjamín. Pero, una vez
soltera, a pesar de que Peter no era un buen candidato a marido, no podía
evitar el deseo que la consumía.
Se dijo a sí misma que se debía
al alcohol.
Porque él era Peter. Su mejor
amigo, junto con Candela. Y ella no iba a permitirse perder la cabeza por él.
Apreciaba demasiado su amistad como para dejar que la animación navideña y un
contacto inocente arruinaran todo lo bueno que había entre ellos.
Aun así, cómo le gustaría
sentir la pasión de su beso en aquel momento…
—¡Lali!
—¿Cómo? —dijo ella, dándose
cuenta de que él le había estado hablando—. ¿Qué decías?
—He preguntado cuánto pesa la
caja.
—No mucho.
—Entonces, suéltala.
—¡De ninguna manera! Está llena
de adornos de navidad de mi abuela. No voy a permitir que se hagan añicos. ¿O
por qué crees que estoy en puntitas, para empezar?
Notó que la mano que la
sujetaba por el abdomen cambió, y ahogó un gemido. El alcohol y el contacto
piel contra piel no eran una buena combinación, sobre todo si quería mantener
la cordura. Y la distancia.
—¿Confías en mí? —preguntó él,
con voz grave y cálida.
Lali carraspeó, incómoda porque
le costara tanto hablar. Se recordó que debía ser producto del alcohol y el
hecho de que estaba en mitad de un hechizo romántico. Pero tenía un plan, un
objetivo: Martínez. Se concentraría en él.
—Sí, confío en ti.
—Entonces, suelta la caja.
Lali respiró hondo y abrió los
dedos, sujetándose a la puerta del closet mientras él la soltaba para agarrar
la caja.
—Ya la tengo. Y ahora, déjame
agarrarte a ti.
Lali miró por encima del hombro
y vio la caja sana y salva en el suelo. Luego se giró de nuevo de cara al
closet y sintió las manos de Peter en su cintura desnuda.
—Gírate —ordenó él.
—No.
—Voltéate.
Así lo hizo, y él la sujetó en
brazos y la bajó suavemente hasta dejarla en el piso. Fue un momento muy
sensual y, aunque seguramente había durado unos segundos, a Lali le parecieron
horas. Horas apretada contra el cuerpo musculoso de Peter, invadida por un
cosquilleo al rozar sus senos contra aquel torso en su descenso.
Una vez que tocó el suelo con los pies, ladeó la cabeza
para darle las gracias y, de pronto, la boca de él estaba ahí, con una sonrisa
compradora y arrogante. Ella quería probar esos labios más que respirar. Y,
aunque la Lali razonable y racional le gritó que estaba a punto de cometer un
grave error, la que se encontraba en brazos de Peter hizo oídos sordos, se puso
en puntitas, y tomó justamente lo que deseaba.
Continuará…
ME ENCANTA MAS!!!
ResponderEliminardsjidfijfidmmsfiomdskfo!!!UNO MAS COMO REGALO DE AÑO NUEVO!!
ResponderEliminarayyy me encantoooooo .. masssssssss
ResponderEliminarAh!!!!! Lo beso!!!! Me encanta más!!
ResponderEliminarOoooooh lo beso!!!!! Otroo :))
ResponderEliminarArii
Feliz año nuevo oara vs tmb mi mejore deseos para el año q se viene
ResponderEliminarMaass ❤️
Se animó!!!!
ResponderEliminarAayyy jodeme ame el cap laliter ever lastima que recien lo leo :(
ResponderEliminarSor
me encanto,feliz año
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