Capítulo 81

Hola, hola!!!! Buenas noches, chicuelas! ¿Cómo pasaron el domingo? Ojalá que todo bien!!! Un beso enorme y que empiecen con todo la semana ;)

P.D.: Les cuento, para que se vayan haciendo a la idea, que solo quedan 10 capítulo de “Jugando sus Reglas” ;)

Twitter: @Caparatodos

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-Sorpresa –dijo él, abriéndole los brazos.

Capítulo 81:

Lali parpadeó, sorprendida.

-Javier. ¿Qué estás haciendo aquí? –haciendo caso omiso de sus brazos extendidos. Al fin y al cabo no era exactamente el momento más oportuno para pensar en abrazos, sencillamente lo observó.

Tras un instante, él dejó caer los brazos a los costados.

-Bueno, puede que fuera excesivo por mi parte esperar un recibimiento cálido. Estoy aquí porque quiero que hablemos.

-¿Ya no… tienen teléfonos en Italia?

Javier esbozó una sonrisa.

-Ah, ahí está ese sarcasmo que tanto extrañé. Ya intenté llamarte, ¿recuerdas? Y me colgaste.

Técnicamente, se había despedido antes, pero no parecía el mejor momento para ponerse a discutir por una cuestión de semántica.

-Porque no creí que tuviéramos nada más para decirnos –pero, a juzgar por el hecho de que repentinamente Javier estaba allí, delante de su puerta, debía haberse equivocado al darlo por sentado.

Él se removió con incomodidad.

-Mira, acabo de pasarme diez horas en un avión, volando desde Roma. Después de todo lo que hemos vivido juntos, ¿de verdad vas a dejarme aquí parado, como si fuera un desconocido?

Lali llegó a considerarlo por un momento. Luego, se alejó de la puerta para dejarlo entrar.

Javier sonrió.

-Gracias.

Lo observó mientras entraba en el salón y miraba alrededor del departamento. Estaba casi igual que la última vez que lo había visto, aunque tenía el pelo un poco más corto y lucía un saludable bronceado. La vida en Italia parecía haberle sentado bien.

-Bonito departamento –dijo. Y luego echó un vistazo hacia la mesa de la cocina, donde se encontraban su bol con cereales y su iPad. Desayuno individual.

Antes de poner en marcha el contrainterrogatorio, Lali decidió que había una pregunta previa que tenía que formularle.

-¿Cómo me encontraste?

-Por Karina y Esteban. Les diste tu dirección cuando te mudaste.

En cuanto se volteó a mirarla, dando por finalizada la inspección del lugar, Lali decidió ir directamente al grano.

-¿Vas a explicarme qué estás haciendo aquí?

Él la miró a los ojos.

-Creo que me equivoqué. Con lo nuestro. Italia no resultó ser lo que pensaba –dio un paso hacia delante y suavizó la voz-. Te extrañé mucho, La.

Al escuchar sus palabras, Lali sintió una vertiginosa una mezcla de emociones –angustia, simpatía. Incluso cierta tristeza.

Pero no amor.

-No podemos hacer esto, Javier. Se terminó. Los dos estuvimos de acuerdo cuando decidiste tomar ese avión hacia Roma. Yo… he seguido con mi vida.

Sus ojos castaños mostraron un destello de emoción.

-¿Estas saliendo con alguien?

Lali se concedió un instante y luego asintió.

-Si.

-¿Es algo serio?

Una pregunta complicada.

-Podría serlo.

Javier se encogió y miró hacia el techo.

-Wow. Eso no me lo esperaba –se tomó un segundo y cuando volvió a mirarla, tenía los ojos humedecidos. Al notarlo, Lali no supo qué decir. Fuera lo que fuera que le sucedía a su ex, resultaba obvio que se sentía confundido y que no estaba pasando por su mejor momento.

-Lo siento, Javier.

Él se pasó la mano por el pelo.

-Solo estoy cansado. Ha sido un vuelo muy largo. ¿Podrías darme un poco de agua?

-Claro –Lali fue hasta la cocina y sacó una botella de la refrigeradora. Al cerrar la puerta, descubrió que Javier la había seguido y que se encontraba junto a la encimera-. Ah, aquí tienes –le tendió el agua.

-Gracias –él abrió la botella, tomó un sorbo, y luego la dejó sobre la encimera.

-Dime solo una cosa. ¿Eras feliz cuando estábamos juntos?

Sí, lo era. Obviamente, tenían sus problemas, como cualquier pareja, pero habían estado saliendo durante tres años, habían vivido juntos, y había deseado casarse con él. No obstante, luego había puesto en marcha el plan a seis meses y había seguido adelante. Probablemente con más facilidad de lo que habría esperado.

Lo cual, resultaba muy significativo.

-Sí, era feliz, pero…

Él depositó un dedo sobre sus labios, interrumpiéndola antes de que pudiera terminar.

-Entonces, no tiene por qué terminarse. Sé que te hice daño aquella noche. Allí estabas tú, pensando que iba a declararme, y yo no fui capaz de estar a la altura, cegado por mi maravilloso plan para mudarme a Roma. Fui un idiota, La. Y lo siento tanto. Pero podemos volver a empezar. Quiero una segunda oportunidad.

Lali levantó un brazo y le apartó la mano con la que le cubría la boca. Tanto si quería escucharla como si no, iba a tener que hacerlo.

-No va a haber ninguna segunda oportunidad, Javier –dijo calmada pero en tono severo-. Ya no estoy enamorada de ti.

Él la agarró de la muñeca cuando trató de alejarse.

-Espera. Si pudieras dejarme…

-Vuelve a tocarla y vas a tener bastante más que lamentar que lo de aquella noche.

Lali se volteó para encontrarse con Peter, parado en la puerta de la cocina, con los ojos llameando peligrosamente.

-Peter…

Continuará…