Capítulo 7

Hola, hola!!!! ¿Cómo están muchachas? Espero que todo bien y ya recargando energías para recibir el año con todo! Gracias por leer, estar y alégrame siempre!!!! Nos leemos mañana ;) un beso enorme!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Acto seguido, se imaginó aquellas manos recorriendo su cuerpo sin ninguna caballerosidad…

«Sí», pensó chocando su taza con la de Candela. «Brindo por eso».

Capítulo 7:

Lali se quedó mirando la página web. Pablo ni siquiera se encontraba en la ciudad en esos momentos. Lo cual significaba que no sólo el plan de Candela de ir tras él no iba a suceder, además su propio plan de conseguirlo como nuevo cliente del estudio acababa de arruinarse.

Pablo se encontraba en Punta del Este, en la inauguración de uno de sus nuevos hoteles, un complejo hotelero de cinco estrellas y lujo total, situado a unos kilómetros de la playa. Según los artículos que había encontrado, era un hotel vanguardista y lujoso. La lista de invitados para la semana de Navidad estaba repleta de ricos y famosos. Todo lo recaudado la primera semana se destinaría a Amor sin Fronteras, la ONG que Lali sabía que Pablo apoyaba plenamente.

—Tienes que ir allí —declaró Candela.

—¿Estás loca? Sólo se puede ir con invitación, lo dice bien claro —respondió, señalando el artículo.

—Debes ir —insistió Candela—. Tienes toda la semana libre, Lali. Es el momento perfecto. Además, acabamos de hacer una promesa navideña. Hay que cumplirla antes de que pase esta época.

—No sabía que la promesa incluiría viajar —se defendió Lali, pensando en el avión que, inevitablemente, debería tomar.

—Es acá nomás, Lali. Punta del Este está al lado.

—Candela… —dijo Lali con tono de advertencia.

—Lo digo en serio. Ésta es tu oportunidad.

—¿De qué? ¿De quedar en ridículo?

—De averiguar si hay algo entre Pablo y tú. Deberías haber aprovechado cuando estuviste con él. No lo hiciste. Ahora tienes otra oportunidad. Así que no la arruines.

Lali se humedeció los labios, insegura. Pablo era perfecto, exactamente el tipo de hombre que ella quería. Aun así…

—También es tu oportunidad de impulsar lo de convertirte en socia.

Ahí sí que su amiga hablaba con sentido común.

—Ésa será tu coartada para ir al hotel —continuó Candela—, la razón por la que le dices a Pablo que vas: para hablar de qué tipo de asesoramiento legal está buscando Martínez Industries. Tú necesitas un nuevo cliente, ¿no es así? ¿Qué mejor oportunidad de conseguir uno, que vistiendo toda sexy y deslumbrante con un vestido de seda negro?

—Además, tiene sentido hablarlo con él fuera de su oficina —señaló Lali—. Así podré recordarle que nos conocemos desde hace tiempo. Tal vez le proponga comer juntos y ahí le comente lo que Ugarte & Asociados puede ofrecerle, más detalladamente que si estuviéramos media hora en su oficina con la visita siguiente atosigando.

—Todos los expertos dicen que, si quieres conseguir un cliente, primero tienes que convertirlo en tu amigo —comentó Candela con una sonrisa—. A mí me parece que estás en el buen camino con Pablo.

Lali negó con la cabeza.

—Eso de mezclar negocios con placer, podría resultar incómodo…

Candela elevó la vista al cielo.

—¡Aún no tienes ni el cliente ni el novio! Simplemente, anda, a ver qué sucede. Te debes a ti misma el continuar con eso, y lo sabes.

Lali se humedeció los labios.

—No estoy segura de si es una locura o una idea brillante.

—Es brillante —aseguró Candela, pasándole el teléfono y tecleando a su vez en su celular—. Llama.

Lali conectó primero con información y luego le pasaron a la recepción del hotel.

—Lo siento, no hay ninguna habitación libre. El hotel se encuentra en período de prueba antes de las vacaciones, y las habitaciones que no están ya chequeadas, se reservan para los invitados de la gala de inauguración.

—¡Perfecto! Voy a acudir a la gala.

Candela enarcó las cejas.

—Dígame su nombre, por favor —pidió la empleada.

Lali dudó, preguntándose cómo iba a salir de aquello. Dado que no se le ocurría nada, dio su nombre real y esperó tener suerte.

—Espósito. Mariana Espósito.

Esperó tamborileando los dedos mientras la mujer al otro lado de la línea revisaba su computadora.

—Lo siento, señora Espósito, no figura en la lista de invitados. Si lo desea, puede hablar con las oficinas del grupo Martínez, por si ha habido un error. ¿Quiere que le comunique con ellos?

Aunque la mujer estaba siendo muy educada, Lali captó su tono de acusación: «Tal vez deberías colgar ahora, vivaracha».

—Sí, por favor, eso sería perfecto —respondió, y fingió que acababa de ocurrírsele algo más—. Una vez que solucionemos todo este tema de la invitación a la gala, ¿tendré habitación? ¿O volverán a pasarme con usted, para intentar encontrar un lugar donde alojarme?

—Todos los invitados a la gala tienen habitación asegurada.

—Muy bien. Gracias.

Sonó un hilo musical y, justo cuando alguien de Martínez Industries estaba contestando, Lali colgó.

Estaba en el horno: sin invitación, no había habitación. Y no sabía cómo conseguir una.

—¿Y si llamas a Pablo y le pides que te consiga una invitación?

Lali miró atónita a Candela.

—¿Estás loca? Incluso aunque su secretaria me comunicara con él, ¿cómo iba a explicárselo? ¿«Hola, Pablo, quiero autoinvitarme a la gala para hacer negocios contigo»?

—No le hables de trabajo —apuntó Candela—, sino de un romance.

—Como si eso fuera mejor: «Hola, Pablo. Me divertí mucho tomando unas copas contigo aquella noche. Por favor, consígueme una habitación en tu hotel» —escenificó—. A mí me parece que no.

Candela hizo una mueca.

—Está bien, en eso tienes razón —dijo, y se levantó al tiempo que agarraba su cartera.

—Espera un segundo, ¿a dónde vas?

—A tomar una copa —respondió, mostrándole su celular—. Con Renato. Viene a recogerme. Mi parte de la promesa está saliendo adelante bastante bien.

—Pero…

—Lograrás ir, tengo absoluta fe en ello.

Continuará…