Capítulo 88

Hola!!!!! ¿Cómo están, chicuelas? ¿Qué tal están pasando o pasaron el domingo? Espero que todo bien y ya ultimando todo para las fiestas :D Les cuento que junto con Navidad, llega el final de "Jugando sus reglas", como muchas supusieron y yo ya había avisado... así que dos más y... :') Igual gracias por estar y engancharse tanto con la nove! Gracias por disfrutarla tanto o más que yo!!!! Las quiero!!! Besos y mañana nos leemos!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Peter sonrió, inclinando la cabeza en busca de su boca. Lo sabía. Puede que les hubiese costado diez años y un montón de tropiezos a lo largo del camino pero, ahora sí, su historia parecía estar completa.

Porque, finalmente, Lali era suya.

Capítulo 88:

Lali se detuvo esa tarde delante de la puerta de Emilia. Respiró hondo y tocó.

Una voz la invitó a entrar desde el interior.

-Adelante.

Abrió la puerta y vio a Emilia sentada a su escritorio. La fiscal del distrito sonrió e hizo una seña hacia las sillas que se encontraban delante de ella.

-Hola, Lali. Siéntate por favor.

Lali cerró la puerta, tratando de valorar el estado de ánimo de su jefa. Llevaba ya dos meses trabajando con Emilia y no tenía más que comentarios positivos sobre la experiencia. Aunque joven para su puesto, Emilia era decidida, justa, y una excelente abogada. Como fiscal, tenía un peso significativo en el sistema judicial y, por añadidura, había obtenido una gran cantidad de atención favorable, a lo largo de los últimos meses, por haber procesado a uno de los más notorios sindicatos del crimen del país.

En otras palabras, era una mujer a la que Lali respetaba enormemente.

Lali tomó asiento frente a su escritorio, tratando de decidir por dónde empezar.

Se trata de una historia muy graciosa, Emilia. Hace diez años, dejé que un perfecto desconocido me acompañara a casa…

Probablemente no fuera una buena opción.

Se aclaró la garganta.

-Me gustaría hablarte sobre un asunto personal.

Emilia la observó, preocupada.

-¿Está todo bien?

-Sí, gracias. Pero hay algo que deberías saber y quería decírtelo personalmente –efectuó una pausa antes de continuar-. Juan Pedro Lanzani y yo hemos estado manteniendo una relación no profesional –ladeó la cabeza-. ¡Wow! Sonaba mejor en mi mente mientras lo practicaba. Deja que vuelva a intentarlo, sin tonterías –Lali miró a su jefa a los ojos-. Estoy saliendo con el Terrorista de Twitter.

Por un instante, Emilia no dijo nada. Luego, se reclinó sobre la silla.

-Ok. Empecemos por el principio. ¿Sucedió mientras era tu testigo?

-No –dijo Lali con firmeza, asegurándose de dejar eso muy claro.

Emilia asintió.

-Por supuesto. Tenía que preguntarlo, ya lo sabes.

Lali se inclinó hacia delante, adoptando una expresión muy seria.

-Mira, Emilia. Sé que esto es muy inusual. Metimos a ese hombre en la cárcel y lo llamamos terrorista. Y, siendo una persona tan reconocible en la ciudad, no pasará mucho tiempo antes de que alguien nos vea juntos y me relacione con esta oficina. Soy consciente de que, cuando ocurra, nuestra relación podría hacer que varias cejas se arquearan. Probablemente, bastantes. Créeme cuando te digo que, precisamente por eso, no me estoy tomando el tema a la ligera. Pero, ahora, Peter forma parte de mi vida. Y estoy decidida a aceptar cualquier clase de consecuencia.

-Un gran discurso –dijo Emilia.

Lali suspiró.

-Gracias. Estoy un poco nerviosa.

Emilia la observó.

-¿Te preocupa que vaya a despedirte por eso?

Lali sacudió la cabeza.

-No. Pero sí me preocupa que pueda afectar a nuestra relación de trabajo. Y que te haga cuestionarte mi opinión en el futuro.

Y aunque ambas cosas serían difíciles de asumir, seguiría sin lamentar haber tomado aquella decisión. Le había dicho a Peter que estaba segura de lo que quería y estaba decidida a mantener su punto.

Emilia apoyó los codos sobre la mesa.

-Agradezco tu sinceridad, Lali. Así que voy a corresponderte –señaló la puerta-. Soy consciente de que la placa que hay al otro lado dice “Fiscal” pero, hace solo seis meses, la palabra “Ayudante” figuraba también bajo mi nombre. Y, si las cosas fueran distintas y Bringas continuara a cargo, no me cabe ninguna duda de que usaría en tu contra el hecho de que estés saliendo con un hombre que esta oficina ha procesado recientemente. Pero, ¿sabes qué? Bringas era un imbécil. Dirigía esta oficina como un dictador y lo único que le importaba era su imagen pública. Cada vez que un ayudante conseguía una victoria importante, se atribuía todo el mérito. Si ocurría algo malo, nos hacía culpables a nosotros. Por no mencionar que estaba recibiendo sobornos del jefe de la mayor organización criminal de Buenos Aires y que, básicamente, intentó matarme, pero eso es otra historia.

Lali parpadeó. Ok… quedaba claro que las cosas habían sido distintas durante el mandato anterior.

-El tema es –prosiguió Emilia-, que cuando me hice cargo de esta oficina, me juré a mí misma hacer dos cosas: en primer lugar, eliminar la corrupción, y en segundo, ser la clase de fiscal que yo habría deseado que estuviese a cargo cuando era ayudante. Así que, sí. El hecho de que estés saliendo con Juan Pedro Lanzani resulta un poco extraño. ¿Habrá gente que encuentre inusual que una de mis ayudantes esté saliendo con el Terrorista de Twitter, cuando la relación se descubra? Probablemente. Pero, considerando lo que ocurría por aquí cuando Bringas estaba a cargo, creo que podré manejarlo. En esta oficina formamos un equipo, Lali. Tú eres una abogada fantástica y muestras una dedicación increíble hacia tu trabajo. Eso es lo más importante para mí.

Lali respiró hondo, sintiendo que acaba de quitarse un enorme peso de encima.

-No puedes imaginarte cuánto me alegra escuchar eso.

-Estabas bastante nerviosa –dijo Emilia con una sonrisa.

Continuará…