Capítulo 75

Hola, hola!!! ¿Cómo las trató el lunes? ¿Qué tal empezaron la semana? Ojalá que todo bien y poniéndole ganas que siempre el lunes cuesta un poquito más ;) Gracias por leer, comentar y coparse con la nove, son lo más!!!!!! Un beso y mañana nos volvemos a leer!!!!

Ruthy: Felicitaciones por el nuevo integrante de la familia :D y Rita ya te respondió!

Twitter: @Caparatodos

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En realidad, había acordado pagarle al gerente el setenta por ciento de los ingresos previstos por la venta de comida y bebida de la noche, más un extra a cambio de que los acomodara siguiendo exactamente sus instrucciones. Pero ella no tenía por qué saberlo.

Peter vio la puerta trasera del bar abierta y a un chico de veinti pocos años haciendo señas hacia la limusina.

Se giró hacia Lali.

Capítulo 75:

-¿Lista para retroceder en el tiempo?

Ella entrelazó los dedos con los suyos.

-Por si se me olvidara decírtelo luego, esta es la mejor primera cita que he tenido nunca.

-¿Alguien te ha dicho alguna vez que puedes llegar a ser realmente dulce cuando quieres?

-Trato de evitar que lo sepa demasiada gente. Desacredita mi imagen de fiscal inflexible.

Peter tiró de su mano para acercarla.

-Yo ya he visto tu peinado de Krusty el payaso, abogada. No tenemos secretos.

Tras darle un rápido beso, abrió la puerta de la limusina y se bajó. Luego, echó un vistazo para asegurarse de que el callejón estaba vacío, ayudó a Lali a bajar del auto, y la guió hasta la puerta trasera del bar.

El gerente sonrió mientras se apresuraba para hacerlos pasar y, una vez en el interior, le tendió la mano a Peter.

-Renzo Carbajal. Llevo toda la semana alucinando. Sinceramente, siempre he pensado que todo ese asunto con Twitter se descontroló demasiado –a continuación, le estrechó la mano a Lali-. Y la dama misteriosa –señaló a Peter-. Seas quien seas, será mejor que lo trates mejor que su anterior novia –señaló las escaleras que se encontraban a su espalda-. Síganme.

Peter se encogió de hombros al observar la desconcertada expresión de Lali.

-Uno de los partidarios del “choca esos cinco”.

De la mano, siguieron a Renzo hasta la escalera que conducía al segundo piso.

-Ha venido una de las chicas del bar para ayudarme a decorar esto según tus instrucciones -le dijo Renzo-. Me pareció que el toque de una mujer resultaría más efectivo.

Lali miró a Peter, levantando una ceja, mientras se detenían en la parte superior de la escalera.

-¿Instrucciones?

Renzo los guió a lo largo de un pasillo hasta la zona principal del bar.

-Espero que les guste.

Peter traspasó la esquina junto a Lali y sonrió complacido al comprobar que habían dado en el clavo. Alrededor de un centenar de velas blancas cubrían todas las superficies disponibles y la barra, dándole al lugar una luminosidad cálida y romántica. En el extremo más alejado de la barra había una mesa cubierta por un mantel de lino blanco, dos copas de cristal, y una cubitera, en cuyo interior se enfriaba una botella de champagne rosado –una recomendación de su hermana, la experta en vinos.

Lali lo observó todo con expresión sorprendida.

-Esto es… increíble –se aproximó a la mesa donde se encontraba el champagne y luego miró a Peter por encima del hombro-. Es la misma mesa donde estaba sentada esa noche.

Asintiendo, Peter comenzó a andar hacia ella.

-Te estuve mirando durante un buen rato antes de acercarme. Había un chico pelirrojo sentado justo frente a ti y me costó descubrir si era tu novio.

Lali sonrió.

-Ese era Santiago. Dios, no he hablado con él desde hace años –sus ojos recorrieron el que normalmente podía ser considerado un bar universitario de semi mala muerte, transformado bajo el efecto de las velas en un lugar romántico. Luego, se acercó y lo agarró con suavidad por la camisa-. Gracias –susurró.

Peter le retiró el pelo de los ojos.

-De nada, abogada.

-Elegí mal –dijo Lali, mirando el plato de Peter desde el otro lado de la mesa-. Debería haber pedido las papas fritas rizadas, en vez de las normales.

-Sí, deberías –Peter cogió una papa y la depositó generosamente sobre su plato.

Ella pareció ofendida.

-¿Ya está? ¿Solo una?

-Tienes que vivir con las consecuencias de tus decisiones. ¿Cómo vas a aprender si no? –sonrió y le acercó otra papa a la boca.

El champagne había comenzado a hacer efecto, coloreando las mejillas de Lali.

Aunque normalmente no era un gran aficionado al champagne, Peter tuvo que admitir que aquel no estaba nada mal. Verdaderamente, uno no solía acompañar las hamburguesas con queso y las papas fritas con caras botellas de champagne, pero se trataba de una combinación casi tan buena como organizar una cena en el Columbus.

El celular de Peter vibró anunciando la llegada de un mensaje nuevo y le echó un vistazo para asegurarse de que no era Sergio, el ejecutivo, al que había contratado para ser su segundo al mando en Lanzani Network Consulting.

-Perdona. La línea de la empresa está desbordada desde lo del anuncio de Twitter –le explicó a Lali-. Sergio se está haciendo cargo de los mensajes pero le dije que me llamara si había algo que no pudiese esperar hasta mañana.

Ella se inclinó interesada hacia delante, cogiendo su copa.

-¿Y cuál es tu siguiente paso?

-Concertar reuniones y empezar a tantear a posibles clientes. Los dos licenciados que contraté empiezan a trabajar el lunes y ya estaremos listos para lanzarnos. Después, cruzaré los dedos para que haya gente deseando meterse en la cama con el Terrorista de Twitter –le dedicó una maliciosa sonrisa-. Metafóricamente hablando.

Lali ladeó inquisitivamente la cabeza.

-Siento curiosidad por algo. ¿Qué te hizo cambiar de opinión respecto al mundo corporativo? Recuerdo que, cuando nos conocimos, dijiste que querías dedicarte a la enseñanza.

Era una pregunta complementa inocente. Y Peter sabía que podía contestarla con vaguedad, del mismo modo que la había respondido tantas veces. Pero allí sentado frente a Lali, un día antes del décimo aniversario de la muerte de su madre, pensó que tal vez había llegado el momento de liberar aquella parte de sus recuerdos.

Se había convencido a sí mismo de que lo quería todo de Lali. Entonces, quizás debiera empezar por derruir sus propios muros.

Así que se aclaró la garganta mientras trataba de decidir por dónde empezar.

-Mi perspectiva de las cosas cambió tras la muerte de mi madre. Fue un momento difícil para mi familia –comenzó.

Continuará…