Capítulo 31

Hola, hola!!!!! Qué tal las trata el viernes?! Espero que bien y conforme pase el día vaya mejorando aún más! ;) Gracias, gracias y más gracias porque les juro que no alcanza!!!! Son lo MÁS!!!! Las quiero y nos leemos mañana!

Beth: WTF?! Qué te pasó??? Me alegro que ya estés mejor y de vuelta! Ahora cuídate y fíjate por donde caminas :/

Vale: Ya sabes, tienes un cupón por 1 más jajajaaj ;) besos y de nuevo FELIZ CUMPLE atrasado :$

Twitter: @Caparatodos

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–Será mejor que nos vayamos, si no, no vas a poder trabajar esta noche – le dijo él con un sentimiento de temor y estremecimiento.

Ella dio un golpe con el pie.

–¡Al diablo los libros!

Capítulo 31:

–Lali –le dijo Peter, sabiendo cuál iba a ser su respuesta, ¿quieres casarte conmigo?

Ella lo miró asustada y con angustia.

–¡No puedo! ¡No puedo, Peter! Lo sabes bien...

–Entonces no tiene sentido seguir esta charla. Vayamos a cenar. Te contaré cada escena de los cientos de películas que he visto en los últimos meses. Pero no te hablaré de bebés ni de matrimonio.

Y así fue. A las ocho y media Peter acompañó a Lali a la entrada de su casa.

–¿Quieres entrar? –le preguntó ella con frialdad, formalmente.

–No, gracias. Será mejor que te deje trabajar. Probablemente me vaya a Buenos Aires mañana. Cuídate, ¿lo harás, Lali?

–¡Oh! Sí. Tú también, cuídate –contestó ella con una sonrisa fresca.

–Adiós –le dijo él solemnemente, y se fue, sin hacer siquiera el intento de besarla.

Durante la cena se había comportado también con frialdad, manteniendo cierta distancia. ¡Después de aquella escena de la tele él había estado tan retraído! ¡Qué poco le había gustado a ella!

Lali se dio cuenta de que era muy contradictoria. Por un lado no quería que le hablase de la esposa y su hija, por otro le decía que no se podía casar con él. Eso sí, deseaba que hicieran el amor siempre que ella quisiera. Y decidía que iba a ser madre soltera, pero cuanto más estrecha era la relación con él, se sentía mejor. ¿Qué quería en realidad?

Por un lado quería que se fuera a Buenos Aires ya, y por otro que volviera inmediatamente a su lado.

–Vete a Buenos Aires, Juan Pedro Lanzani –dijo en voz alta en la habitación vacía.

Y después de esa reacción infantil hizo todo lo que pudo por concentrarse en su trabajo con los libros de cuentas.

Hasta que no se fue a dormir, no se dio cuenta de algo: el tono que había utilizado Peter para decir «adiós», había sido el de un final. ¿Y si no lo volvía a ver?

Peter volvió a Buenos Aires con un sentimiento de paz que jamás había sentido desde que había conocido a Lali. Había tomado una decisión. A pesar de haberle pedido a Lali que se casara con él, no se casaría con ella. Y es más, permanecería completamente alejado de ella.

Voló a Mendoza para ver uno de sus proyectos, y tuvo una reunión en San Luis que prometía nuevos contratos.

Y se alegró de ir aclarando la confusión que le había traído el nombre de Lali Espósito.

Una semana después de dejar Rosario, fue a jugar tenis con Bruno, un compañero de juego, que lo había ayudado mucho durante los meses que le siguieron al accidente.

–¡Hey, Bruno! ¡Tengo mucha energía para quemar hoy! –le dijo a su amigo.

–Se te ve mucho mejor que hace meses. Déjame adivinar. Has conocido a una mujer... Ya era hora.

–Te equivocas. Acabo de terminar con una mujer.

–¿Qué sucedió? –le preguntó Bruno con la pelota en la mano.

–No estoy preparado para comprometerme, Bruno

–¿Y cuándo piensas estar preparado?

–¿Y cómo quieres que lo sepa? –le contestó indignado.

–Puedes pasarte el resto de tu vida corriendo alrededor de la cancha, o pensar en una estrategia.

–He venido a jugar tenis, no a escuchar una lección de vida social.

–No estoy hablando de tu vida social. Estoy hablando de tu vida. ¿Quieres terminar como Federico?

Federico era un solterón que organizaba torneos.

–¡Por el amor de Dios, Bruno!

–No creo que Federico haya planeado que su vida terminara de esa manera, y ahora es demasiado viejo para cambiar... –Bruno se rió con inocencia– ¿Estás listo para perder? –agregó luego.

Y en cinco minutos, Peter estaba metido de lleno en el juego. Y parecía jugarse la vida en él. Bruno jugaba agresivamente también.

–¿Cómo era la mujer? –le preguntó Bruno, de pie, esperando el servicio.

–El pelo como el caramelo, los ojos de color pardo, y un cuerpo para morirse...

–No está todo perdido, entonces –Bruno lanzó la pelota.

Peter ganó el servicio. Y fue a la banca antes de empezar el otro.

–¿Era buena en la cama? –le preguntó Bruno.

–Sí –dijo Peter–. Córtala con el tema, Bruno.

–Quería casarse... ¿Fue ése el problema?

–No, no quería –contestó Peter enfáticamente.

–¿Tomaba mucho? ¿Fumaba mucho? ¿Tenía mal humor por las mañanas?

–Nada de eso.

–¿Entonces por qué terminaron? Hermosa, independiente, buena en la cama, suena como el sueño de todo hombre...

A Peter no le gustó escuchar hablar de Lali y la frase «buena en la cama», en la misma oración.

–No es un tema tuyo –le contestó Peter, de nuevo en la cancha, y comenzando con un tiro hacia el enorme pecho de Bruno.

–Ahora es mi turno –dijo Bruno–. ¿Cómo se llama, dónde vive?

–¿No vas a dejarme en paz, no?

Continuará…