Capítulo 32

Hola!!!!!! :) cómo les va?! Qué tal llevan el sábado??? Ojalá y espero que bien, por algo está hecho el finde no?! Para descansar y disfrutarlo!!! Aunque claro, a veces tenemos que hacer excepciones y usarlo para estudiar y otras cosas :S Gracias por sus comentarios, me pone feliz leerlas y ver que les gusta la nove! Besos y nos leemos mañana!!!! Buen finde para todas!

Vale: Tu me avisas cuando quieras ;)

Beth: Ayyy leí lo que te pasó y me quedé traumada! Me alegra mucho que ya estés mejor! Ahora cuidate y dejate seguir mimando así te recuperas pronto! Y RE valiente, la cuñada perfecta jajajaja no pero pobre Mel, debe de haber pasado un susto horrible y tu novio ni te cuento! Besos

Titel: Espero hayas disfrutado las vacaciones y qué bueno que estés de vuelta! No te preocupes que no hay nada que disculpar y gracias a ti por leer!!!!

Twitter: @Caparatodos

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–Ahora es mi turno –dijo Bruno–. ¿Cómo se llama, dónde vive?

–¿No vas a dejarme en paz, no?

Capítulo 32:

–No, Serena y yo estamos muy preocupados por ti. Llevamos preocupados mucho tiempo.

Serena, la esposa italiana de Bruno, cuyo nombre no tenía relación alguna con su carácter, le caía muy bien a Peter.

–Se llama Mariana pero le decimos Lali. Vive en Rosario, y está embarazada de seis meses.

–¿De ti? –Bruno dejó caer la raqueta y abrió la boca.

–Sí, de mí.

–Esa sí que es una historia... –dijo Bruno.

–Quiere ser madre soltera. Es una mujer muy hermosa en todo sentido. Realmente me ha vuelto loco hasta que la semana pasada decidí cortar por lo sano.

–No puedes hacer eso. Es inmoral.

–No quiere casarse conmigo –exclamó Peter irritado–. El acoso tampoco es moral.

–Tal vez no estaría mal que fuera a Rosario y tratara de hacerla entrar en razón –dijo Bruno con brillo en los ojos–. ¿Mi mejor amigo no es lo suficientemente bueno para ella? ¡Eh!

–Si haces eso, no vuelvo a jugar tenis contigo –contestó Peter.

–Entonces será mejor que vayas tú cuanto antes para hacerla cambiar de opinión. El tiempo pasa muy rápido, y te quedan sólo tres meses para hacer cambiar de parecer a esa mujer liberal.

–¡No la llames así!

Bruno se agachó a recoger la raqueta, y tiró la pelota con gracia. Peter la alcanzó en dos pasos.

–Mi turno –se rió con picardía Peter.

–¿Niño o niña?

–Niño –y se dio cuenta de la emoción en su voz.

–¿Está enamorada de otro? ¿Te tiene ganas?

–Está divorciada. No habla mucho de su marido, pero me imagino que si alguna vez lo tuviera cerca, le daría un puñetazo, y luego le preguntaría unas cuantas cosas –no iba a contarle ni a Bruno cómo había llorado Lali en sus brazos la primera vez que habían hecho el amor.

–Mmm... ¿Quieres que tu hijo nazca sin padre?

–No particularmente. Pero hicimos un trato.

–Negócialo. Comprométete. Enamórala con champagne y rosas. Sedúcela en la cama. Pero no te alejes de ella porque sí. Te vas a arrepentir el resto de tu vida.

–Tengo que pensarlo, Bruno.

–No, Peter, no lo pienses. Piensas mucho. Tienes que actuar –Bruno giró la raqueta en el aire–. Tu turno.

Bruno ganó el juego con ventaja, y Peter sabía que le había faltado concentración. Se duchó, y volvió al trabajo bajo el sol cálido de septiembre.

La vida siguió. Y Bruno tenía razón. La vida con su trabajo y su rutina no era la verdadera vida. No podía discutir con nadie como con Lali, y tampoco nadie lo hacía reír como ella, ni nadie lo excitaba tanto. Nadie había tocado su corazón como Lali, pensaba una noche del mes de abril, al llegar a su departamento vacío.

¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Lo extrañaría? ¿O seguiría con su empresa tranquilamente sin acordarse de él?

En la vida de Lali había espacio para su hijo, no para él.

Podría haberla llamado, pero no lo hizo.

En cambio comenzó a visitar a Bruno y a Serena. A jugar con sus hijos los fines de semana, algo nuevo para él. Por momentos se le hacía doloroso, porque Tina acababa de cumplir tres años. Pero a medida que iba pasando el tiempo, se encontró buscando piezas para los juguetes de Paolo, y comprando juguetes para los niños.

Llegó a la conclusión de que la pasaba bien con ellos. Y además sentía como que era una especie de terapia para él. De cierta forma sentía a Milagros más cerca. Tal vez el principio de todo eso había sido la tarde en que le había dicho a Lali lo del accidente. Le había hecho bien. Pero de eso se daba cuenta recién ahora.

Después de una única cita con una mujer, que resultó un fracaso, se dio cuenta de que no quería salir con nadie más que con Lali.

Una mañana de mayo fue a ver un terreno en subte, para no sufrir el estrés del tráfico. Al subir las escaleras vio de espaldas a una mujer joven. No era la primera vez que le pasaba, que su corazón daba un vuelco al acercarse a una embarazada. Esta se apoyaba en el brazo de un hombre joven. Tendría unos diecinueve años, le pareció a Peter.

–Me llamas, si pasa algo –le dijo él después de besarla.

–Sí, Ignacio. No te preocupes. Espero que te vaya bien en el trabajo.

La mujer dobló hacia la derecha y el hombre hacia la izquierda.

Y pensó que ese muchacho estaba haciendo lo mejor que podía en su situación. Quién sabe qué trabajo de mala muerte tendría, y además era mucho más joven que él. Sin embargo hacía lo que tenía que hacer.

Mucho más de lo que hacía él.

Él en Buenos Aires. Lali en Rosario. ¿Cómo iba a ayudarla de esa manera?

De pronto un pensamiento inundó su mente. «Quiero estar con ella porque la amo» «Estoy enamorado de ella». «Esta vez estoy seguro de lo que digo», pensó.

Y no tenía nada que ver con el bebé.

«Es a Lali a quien quiero». «Es a Lali a quien amo».

Y con la fuerza que da la claridad de mente se dijo que pelearía por lo que quería con toda su alma.

«Tengo que decírselo ya mismo», pensó.

Continuará…