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—¿Causa
de divorcio?
Capítulo 25:
—Son
tonterías sin importancia —lo tranquilizó Peter—, pequeñas rarezas de esas que
tenemos todos.
A
él por lo menos le daba igual que no fuera la mejor de las cocineras o que
tuviera una cierta tendencia a entusiasmarse demasiado cuando algo le gustaba.
—Me
hace reír, me siento bien cuando estamos juntos, y siento que puedo hablar con
ella de cualquier cosa —le dijo a Agustín.
Sin
embargo, aunque había conseguido que le diera una oportunidad a su matrimonio,
sabía que no era algo definitivo ni mucho menos que accediese a permanecer a su
lado después de esos tres meses.
—Bueno,
me alegra que hayas encontrado a una mujer con la que puedes hablar. Sé que
siempre habías querido un matrimonio que se pareciera más a una fusión
empresarial que a un matrimonio, y después de lo de Belén...
—Agus,
estoy a punto de entrar a casa —lo interrumpió Peter, aminorando la velocidad al acercarse a la entrada—. Hora
de enfrentarme a un nuevo round con mi esposa —bromeó.
—Lo
capto —contestó Agustín riéndose—. Bueno nada, suerte. Me parece que la vas a
necesitar.
Peter cortó la llamada, y un rato después se
bajaba del auto, ansioso por ver a Lali. Ya no estaría en
pijama como al
despedirse de ella
esa mañana. Medio
dormida como estaba,
había ronroneado como un gatito cuando la había besado.
Sin
embargo, no pudo evitar fantasear con que apareciera con el pelo revuelto, ese
pijama de seda, y que se lanzara a sus brazos y le diera uno de esos besos que
decían: «Estaba ansiosa porque volviera». Sí, claro, ¡como si eso fuese a
pasar...!
Entró
en la casa, cerró la puerta y la llamó con un: «¡La, ya llegué!».
Solo
le respondió el silencio. Soltó las llaves en la mesita de la sala y subió las
escaleras.
El
segundo piso estaba a oscuras e igualmente en silencio. El tercer piso también.
Frunció el ceño y miró su celular por si tenía algún mensaje de ella. Nada.
No
era que fuera una novedad para él volver a casa y encontrársela vacía, pero con
Lali viviendo allí con él había esperado... algo distinto.
Y
no era que estuviera decepcionado. Siempre había tenido claro que quería por
esposa a una mujer independiente que no lo hiciera sentirse culpable por los
horarios que tenía o que estuviera pegada a él como una lapa. Sin embargo, tuvo
que admitir que no había esperado que las cosas fueran a ser así ya, cuando
recién tenían una semana casados.
A
medio camino por el pasillo a oscuras Peter se detuvo frente a la puerta del
estudio, que le había cedido a Lali como oficina. Por debajo de la puerta
cerrada se veía una rendija de luz, y al quedarse escuchando oyó un ruido, como
un tecleo. Así que estaba ahí...
Giró
la chapa, abrió lentamente la puerta, y vio que en el escritorio, de espaldas a
él, estaba sentada Lali con la mirada fija en la pantalla de la computadora
mientras tecleaba sin parar.
Tenía
puesto un polo y un pantalón de buzo, se había recogido el pelo en una cola
alta, y no lo había oído entrar porque tenía unos auriculares puestos. No podía
decirse que estuviera sexy, pero Peter no podía apartar los ojos de ella.
Nunca
se habría esperado llegar a casa y encontrarse una escena así si se hubiera
casado con Belén.
Habría
estado toda arreglada, y al verlo llegar se habría mostrado atenta y habría
iniciado una charla insustancial, como uno hacía con los extraños en una
fiesta.
Desde
el marco de la puerta, Peter se planteó qué hacer, ya que no lo había oído
llegar. Podría entrar y, aprovechando que estaba distraída, apartarle la cola y
besarla en el cuello, en ese punto tan sensible detrás de la oreja, y luego
dejaría que sus labios siguieran por donde quisieran.
O
podría ir a llamar por teléfono para pedir comida a domicilio, porque con lo
abstraída que estaba en el trabajo seguro que ni se había acordado de la cena.
Además, cuando reclamara su beso de «bienvenido a casa» quería tener toda la
atención de Lali. Estaba dándose la vuelta cuando ella lo llamó a gritos, sin
duda porque con los auriculares no se escuchaba a sí misma.
—¿Peter?
Él se
giró y vio
que se había
quedado mirándolo con una expresión
confundida que resultaba adorable. Cuando sonrió y se señaló
la oreja, ella se dio cuenta de lo que quería decirle y se quitó los auriculares.
—Hola,
preciosa. ¿Qué tal tu día?
Lali
debió de tomarse lo de «preciosa» como una crítica, porque se apresuró a
arreglarse un poco el pelo que se le habían escapado de la cola y a sentarse
bien en la silla.
Y
entonces, de repente, ocurrió algo muy interesante: esa timidez se disipó y
Lali apretó la mandíbula, como si fuera a afrontar un reto.
—Perdóname,
a veces cuando estoy trabajando pierdo la noción del tiempo. A algunas personas
les resulta bastante molesto.
Ah,
más revelaciones. En fin, si con decirle esas cosas se quedaba más tranquila...
—¿Te
falta mucho? Porque estaba pensando que podría llamar y pedir comida china.
—¿No
te importa? —le preguntó Lali.
—No,
claro que no; hoy por ti, mañana por mí —respondió él—. Voy a llamar y luego me
daré una ducha rápida. Nos vemos abajo cuando termines.
Al
ver a Lali fruncir ligeramente el ceño, Peter se detuvo.
—¿Pasa
algo?
—¿No
quieres tu beso de «bienvenido a casa»?
—Por
supuesto que lo quiero —contestó él con una sonrisa traviesa—, pero no hasta
que tenga toda tu atención.
Cuando
salió y cerró la puerta, Lali se quedó mirando la pantalla de la computadora.
Se sentía aliviada de que Peter hubiese aceptado tan bien haberla encontrado
enfrascada en el trabajo y vestida de entre casa, pero seguía sin poder
desechar sus dudas. Tenía la sensación de que si aquello no lo había echado
para atrás, alguna otra cosa lo haría. Antes o después ocurriría, estaba
segura.
No
quería pensar así porque había muchas cosas que le gustaban de él, pero
sospechaba de esa calma que mostraba cuando hacía algo que se suponía que
tendría que molestarlo o desagradarle, y se preguntaba qué podría esconder.
Era
cierto que tampoco era un crimen quedarse trabajando hasta tarde, pero es que
era como si no le molestara en absoluto nada de lo que hiciera o dijera, como
si le resultan indiferentes sus malos hábitos y sus defectos. Era como si
Peter estuviera tan empeñado en
demostrarle que aquel matrimonio era algo maravilloso, que hubiera decidido
cerrar los ojos a cualquier cosa que no encajara con la ecuación. Pero un día
ya no sería capaz de seguir haciéndolo, ¿y qué pasaría entonces?
¡Dios!,
quería creer en aquello, en ellos, pero con tanto en juego necesitaba que Peter
viese más allá de esa ilusión de perfección, necesitaba que la viera tal y como
era.
Continuará…
aaa mass
ResponderEliminarlindo capi :D ESPERO OTRO
ResponderEliminarQue lali deje esas ideas de lado y disfrute a peter! Maas nove
ResponderEliminarComo se llama la novela??
ResponderEliminarPor qué tan acomplejada?
ResponderEliminarQuiero más!
Lore
massssssssssssss, me encanto
ResponderEliminarseguila
besos
Quiero más Cami!!!!
ResponderEliminarMás!! Me encanta!
ResponderEliminarMe encanto!!!!! Lali soltate y disfruta de los que estas viviendo!!!
ResponderEliminarEspero el proximo!
por que tan pesimista la mina
ResponderEliminarmasssssssss @x_ferreyra07
Tiene mieditis
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