Capítulo 7

Hola, hola!!!! ¿Cómo empezaron el viernes? Espero que todo bien y ya listas para aprovechar y disfrutar el finde!!!! Gracias por leer y me da felicidad que les guste! Gracias, gracias!!!! Besos y hasta mañana... empiecen bien el finde!!!!! 

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—Si necesitas dar rienda suelta a la tuya, en eso podría ayudarte —se ofreció él con una sonrisa lobuna.

Capítulo 7:

Las mejillas de Lali se tiñeron de rubor, y Peter vio la vacilación en sus ojos. Estaba seguro de que en ese momento estaba debatiéndose entre la tentación de alargar una noche que los dos habían disfrutado y lo que su conciencia le aconsejaba.

—No lo dudo —murmuró ella—. Pero...

—...pero tienes un plan —concluyó él.

Peter levantó la cabeza hacia el cielo nocturno, exhaló un largo suspiro, y parpadeó cuando bajó la cabeza de nuevo y sus ojos se posaron en un cartel de neón. Lali tenía un plan... pero tal vez esa no fuera la única posibilidad.

Dios... No quería que aquella noche terminara. Pero si dejaba que se prolongara solo podía pasar una cosa. Y, por mucho que la tentara la idea de dejarse seducir por él, no era así como vivía su vida.

Tampoco importaba que le pareciera más un alma gemela que un extraño, o que nunca fuera a tener la oportunidad de olvidarse de todo y pasarlo bien, como había hecho esa noche. Si cedía a sus impulsos, al día siguiente se arrepentiría. Y sería una lástima después de lo bien que lo habían pasado, así que tragó saliva e hizo lo que tenía que hacer.

—Sí, tengo un plan —respondió.

Cuando dijo esas palabras sintió un vacío en su interior, un vacío distinto al que llevaba sintiendo mucho tiempo.

—Gracias por esta velada tan maravillosa —añadió.

Los labios de él se curvaron en una de esas sonrisas enigmáticas. Era tan tentador... tan tentador...

—Lali, respecto a tu plan... —dijo Peter tomándola del codo—, hay una cosa por la que siento curiosidad.

—¿Qué cosa?

Peter dejó que sus dedos se deslizaran por el brazo de ella y tomó su mano antes de bajar la vista a sus labios.

—Esto.

Cuando la besó, en un primer momento, como no se lo esperaba, Lali se quedó paralizada por la impresión. Luego sintió los labios de Peter frotándose lentamente contra los suyos, con una presión suave pero firme, y un cosquilleo se extendió por todo su cuerpo.

Oh, sí... Aquel era el broche perfecto para una noche que no quería que terminara. Instantes después despegaron sus labios y su aliento se entremezcló.

—Percy... —musitó ella.

—Peter —murmuró él, tan cerca que ella casi notó la vibración del sonido en sus labios.

Lali parpadeó, y levantó la cara para mirarlo a los ojos.

—¿Qué? —preguntó aturdida.

Él esbozó una media sonrisa.

—Me llamaste Percy de nuevo.

—Perdón; Peter —se corrigió Lali. Exhaló un suspiro y cerró los ojos un instante, saboreando el momento—. Ese beso no estuvo nada mal.

Peter le agarró la barbilla.

—Solo ha sido una entrada de lo que viene a continuación.

Ella iba a protestar, pero antes de que pudiera hacerlo o dar un paso atrás, Peter tomó sus labios de nuevo como si se creyera con derecho a hacer con ellos lo que le plazca. Las manos de Lali subieron a su camisa como si tuvieran voluntad propia, y los dedos estrujaron la tela al tiempo que un gemido escapaba de su boca. Ese segundo beso fue explosivo, ardiente, como si fuera a consumirla.

Era la clase de beso que debía reservarse para la intimidad; la clase de beso que nunca habría permitido en medio de la calle. Al cabo de un rato, cuando Peter la acercó más hacia él, apretándola contra su cuerpo, dejó de pensar en que no debería estar dejando que aquello sucediera.

La destreza de su lengua estaba haciendo que de repente sintiera que su boca era un territorio sin explorar. Nunca había imaginado nada tan delicioso como cada lenta pasada de la lengua de Peter contra la suya. Sus manos subían y bajaban impacientes por el torso de él. Quería más; mucho más.

Tal vez se arrepintiera de eso al día siguiente, pero estaba segura de que no tanto como lo haría si se hubiera ido en ese momento.

Cuando Peter retrocedió, poniendo fin al beso, a Lali le faltaba el aliento. Estaba sedienta de más besos, desesperada.

Se quedaron mirándose a los ojos un buen rato en un silencio tenso.

—Creo que los dos queremos lo mismo —murmuró.

Lali asintió temblorosa.

—Pero tendremos que ir a tu hotel —le susurró—. No podemos ir al mío; comparto cuarto con Jimena y con Talía.

—Se me ocurre algo mucho mejor —le dijo luego de darle un largo y apasionado beso.

Y, de repente, sin previo aviso, la agarró por las caderas y la subió sobre su hombro antes de comenzar a caminar. Lali comenzó a reír, llamándolo cavernícola, y exigió saber dónde la llevaba.

—Tengo un plan —contestó él entusiasmado—. Te lo contaré por el camino; el sitio donde vamos está aquí mismo.

Continuará…