Capítulo 9

Hola!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡FELIZ DÍA a todas las mamis!!!!!!!! Quienes lo celebraron hoy, espero la pasaran lindo y las mimaran mucho más que todos los días! Porque si bien todos los días es el día de la madre, hoy es el hecho para que sean tratadas, más todavía, como las reinas que son!!!! Gracias por leer y hasta mañana!!!! Empiecen bien la semana :D besos!

Twitter: @Caparatodos

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—Lali... —comenzó, esforzándose por reprimir su frustración—. ¿Cuánto recuerdas de lo que ocurrió anoche?

Capítulo 9:

—Unos minutos aquí y allá; mis recuerdos son muy vagos.

La preocupación de Peter aumentó, y Lali, que se había quitado el anillo, se lo puso en la palma y le cerró la mano.

—Recuerdo haberte visto pasar cerca de nuestra mesa, en el casino, y pensar que eras muy guapo. Y que a lo largo de la noche me reí un montón. Y luego recuerdo vagamente un momento en el que estabas bromeando sobre escoger una vajilla. Y recuerdo... —sus mejillas se tiñeron de un suave rubor—. Recuerdo que en varios momentos pensé que debía pisar el freno y dejar de beber, porque yo no suelo beber mucho, pero la estaba pasando muy bien... Y recuerdo cuando firmé en la capilla y pensé... Dios, no sé lo que pensé, así que supongo que ni siquiera me paré a pensar lo que estaba haciendo —murmuró alejando la mirada.

Peter  se  quedó  mirándola  de  nuevo,  aturdido.  No  le  extrañaba  que  estuviera  tratando  su matrimonio como un souvenir de viaje, uno de esos que sabes que a los dos días acabará en el fondo de tu closet. No recordaba las razones que le había dado para cambiar sus planes. ¡Si apenas se acordaba de él! Y sin embargo había conseguido mantener la calma. Era una mujer fuerte, la clase de compañera que necesitaba.

Lali frunció los labios y le preguntó:

—Imagino que no sabrás dónde está mi vestido, ¿no?

Los recuerdos de Lali con aquel revelador vestido azul oscuro inundaron de inmediato la mente de Peter, pero en ese momento lo que menos le importaba era dónde había ido a parar el vestido.

—Lali, siento mucho todo esto. Si hubiera sabido que no recordabas nada te habría explicado lo que pasó. ¿Por qué no me lo preguntaste?

Lali le dio la espalda, cerró los ojos y respiró profundamente. ¿Que por qué no le había preguntado? Porque los detalles  no  eran  importantes  y  porque  podía  imaginarse  por  sí  sola  lo  ocurrido,  aunque  fuera únicamente a grandes rasgos.

Peter seguramente la había tentado con todas las cosas que se había dicho sin las que podía vivir: la  atención  de  un  hombre  encantador  y  deseable,  la  oportunidad  de  comportarse  de  un  modo completamente espontáneo, darse el capricho de una noche loca, cosa que ni siquiera se le pasaría por la cabeza cuando fuese madre.

—¿Lali? —la profunda voz de Peter la sacó de sus pensamientos un instante antes de que sus manos se posaran en sus hombros—. ¿Por qué?

—No importa.

Peter la hizo voltearse hacia él y le apretó los hombros.

—Te equivocas. Me parece que no lo entiendes: lo de anoche no fue una estupidez que tengamos que rectificar.

Lali parpadeó, incapaz de apartar la mirada de los intensos ojos de Peter. ¿Creía que lo que habían hecho tenía sentido, que aquello podía tener futuro? No era precisamente lo que necesitaba escuchar.

—Pues tenemos que rectificarlo porque yo tengo planes, ¿sabes? No...

No podía volver a apostar por algo en potencia; ya estaba cansada, y no quería perder más tiempo de su vida.

—Lo sé, me hablaste de tu plan anoche, pero mi plan es mejor. Y cuando te lo conté me dijiste que estabas de acuerdo.

¿Le  había  contado  su  plan  de  someterse  a  una  inseminación  artificial?  Lali  se  regañó  en silencio, sintiéndose como si se hubiese traicionado a sí misma.

Afloraron a su mente imágenes de los dos riéndose en el casino, y se preguntó si aquello podría ser una broma de mal gusto por parte de Peter, pero cuando lo miró a los ojos algo le dijo que no, que estaba hablando en serio. ¿Entonces qué...?

—¡Ay, Dios mío! ¿No te... no te ofrecerías voluntario para ser mi donante de esperma?

—¡No! Bueno, no en el sentido en que estás pensando.

¿No en el sentido en que estaba pensando? ¿Y en qué sentido entonces? Una nueva ola de pánico la invadió y bajó la mirada a su mano, donde hasta hacía unos instantes había estado el anillo. Se había casado con ella, así que no parecía una donación; de hecho la palabra «donar» significaba dar algo libremente, mientras que aquel tipo la había atado a él con unos lazos muy particulares. ¡Quería tener derecho sobre su bebé!

De pronto su respiración se aceleró, y aun así parecía que le faltaba el aire.

—Espera, Lali. No sé lo que estás pensando, pero por la cara que tienes me parece que te estás equivocando. Deja que me explique.

—Eres gay, ¿no?

¿Por qué si no un tipo guapo como él le estaría haciendo lo que le estaba haciendo?

—Esto...

La sonrisita que asomó en sus labios le dijo a Lali que estaba en lo cierto.

—Eres gay y no quieres que tus padres lo sepan. Y supongo que necesitas darles un heredero para que no te deshereden o algo así.

Continuará…