Capítulo 15

 

Hola!!!!!!!!!!!!!!!!! :D Qué tal todo del otro lado?! Cómo empezaron el día??? Espero que bien y que sigan mejor! Acá les dejo nove y a falta de su resistencia y oposición más tarde, a las 5 Perú/7 Arg para ser más exacta, más! Cómo me dijo Li ayer, 2 para celebrar los 22! Jajajajaja así que disfrútenlos! Besitos y mil gracias!!!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

Se subió a su pequeño descapotable, se despidió con la mano y se marchó a toda velocidad. El rechazo de Mariana Espósito era un golpe bajo a su ego, pero sólo reforzaba su decisión de conquistarla. Peter tenía el presentimiento de que conocía las reglas del juego mucho mejor que ella, y él nunca perdía una batalla. Especialmente cuando esta le interesaba.

Capítulo 15:

Aun sabiendo que el comité navideño le daba la oportunidad de ver a Lali, Peter tenía la esperanza de que Osvaldo demorara el asunto por un tiempo. Por desgracia, cuando llegó a la oficina el lunes por la mañana, descubrió que aquel era un trabajo en el cual el intendente sacaba a relucir su eficiencia.

—El comité te está esperando en la sala de reuniones —le informó Teresa con una amplia sonrisa—. Ya llevé café y facturas.

Peter la miró con el ceño fruncido.

—¿Qué comité? No tengo ninguna reunión programada para esta mañana.

La sonrisa de Teresa no cambió en lo más mínimo.

—¡Ay! ¿en serio?… Debo de haberme olvidado de apuntarlo en tu agenda personal.

—¿De qué comité me estás hablando, Teresa? —volvió a preguntarle impaciente.

—Obviamente del comité navideño, ¿de qué si no?. Sé que Osvaldo habló contigo. Él fue quien me pidió que organizara todo.

Peter hubiera ahorcado al intendente, y después a su secretaria por aceptar indicaciones de gente como Osvaldo Laos. Pero Teresa sabía mejor que nadie cómo funcionaba aquel lugar y Peter la necesitaba. De lo contrario su carrera como secretario tendría una duración muy corta. No podía ofender a una eficiente secretaria a las dos semanas de haber empezado a trabajar con ella.

—Está bien, hazme un rápido resumen sobre los miembros del comité —le pidió, decidido a terminar con el tema lo antes posible.

Y cuando acabara, tal vez pudiera reconsiderar si realmente servía para trabajar ahí. Al principio le había parecido un puesto con un trabajo dedicado y noble, pero eso era antes de tener que debatir sobre los adornos navideños para la plaza o si la silla de Papá Noel necesitaba ser pintada de dorado, o cualquier otra estupidez que se le ocurriera al comité para echar a perder su tiempo. Nunca en toda su experiencia profesional se había encontrado con algo parecido.

Escuchó como Teresa le describía a los miembros del comité. Además de Osvaldo y Lali, estaban Nicolás Riera, el dueño de la ferretería, y María del Cerro, la presidenta de la Cámara de Comercio.

—Ten mucho cuidado con María —le advirtió Teresa—. Es más que seguro que vaya a intentar conquistarte. Siempre lo hace.

Peter agradeció la advertencia, aunque se preguntó si tal vez el interés de otra mujer en él sería lo que necesitaba para avivar la relación que esperaba tener con Lali.

Aunque, mientras caminaba para entrar a la reunión, pensó que ese tipo de estrategias terminaban, la mayoría de veces, en fracasos.

Lali estaba sentada en la mesa de conferencias, golpeando la superficie de caoba con su lapicero. Había tenido que modificar sus citas en el centro de belleza para poder estar presente en la reunión, y ahora no había ni rastros de Peter.

No era que estuviera impaciente por volverlo a ver. La comida del día anterior ya había sido bastante incómoda. Lali había sido increíblemente maleducada y muy pronto tendría que escuchar a Candela y sus merecidas llamadas de atención.

—Esto es una pérdida de tiempo —le dijo a María—. Podrías haber dedicado la mañana a vender otra casa y yo a hacer dos o tres tratamientos. Si el secretario no aparece dentro de cinco minutos, me largo de acá.

Nicolás Riera, el esposo de Eugenia, le guiñó el ojo desde el otro lado de la mesa.

—Tranquila, Lali. Las cosas van a otro ritmo en acá.

—Eso díselo a Candela —respondió ella.

—Por lo que tengo entendido, es Cande quien te pidió formar parte del comité. Así que estoy seguro de que entenderá tu demora.

Había sido una sorpresa descubrir que Nicolás estaba en el comité. Eugenia no le había dicho nada, y Lali se preguntó si sabría que María también formaba parte de este. Seguramente que no. Si Eugenia lo hubiera sabido, ella misma se hubiera cerciorado de estar sentada ahí al lado para proteger a su marido con uñas y dientes.

Lali miró de reojo a María. Llevaba uno de sus carísimos sastres de alta costura, joyas de oro y un reloj con un diamante incrustado que debía de costar más de lo que Lali ganaba en un mes. De repente la invadió la idea de que María y Peter podrían formar una pareja ideal. Ambos eran profesionales, ambiciosos y guapos. Sí, aquélla podía ser la solución a su problema. A penas se conocieran, Peter se olvidaría de ella y enfocaría sus esfuerzos a una presa más fácil.

Pero, sorprendentemente, la idea no le pareció tan buena como debería.

Peter entró por fin al directorio, sin parecer mucho más contento que ella por estar ahí. Lali tuvo que admitir que, con ese pantalón azul marino, su camisa gris y una corbata ligeramente aflojada, le provocaba una inconfundible reacción aunque no fuera su tipo. Ella prefería los hombres sencillos, esos que no iban por ahí conquistando con una sonrisa.

Aunque, basándose en experiencias anteriores, sus gustos estaban en tela de juicio.

—Buenos días a todos —dijo Peter en un tono lento y pausado el cual, le provocó a Lali otra descarga eléctrica. Peter y la recontra…

Sonrió, se presentó a sí mismo y estrechó las manos de todos los ahí presentes. Su actitud era amable con casi todos, pero se volvió un poco fría cuando llegó al intendente.

—Osvaldo —lo saludó con voz cortante.

—Buenos días —respondió Osvaldo, ajeno a la tensión que se respiraba en la sala. Él y Nicolás parecían ser los únicos que estaban felices de estar allí.

Junto a Lali, y como era predecible, María empezó a estudiar a Peter con una mirada que dejaba muy claras sus intenciones. Comprobó que no llevara anillo en la mano izquierda y se acomodó rápidamente la ropa, dejando ver más escote de lo normal.

Lali suspiró. ¿Se podía ser más desvergonzada?

—Osvaldo, ¿qué te parece si comenzamos? —sugirió Peter—. Seguro que tienes una agenda muy ocupada. Por hoy me limitaré a tomar notas, ya que no conozco las tradiciones del lugar. Pero si se me ocurre alguna idea, la diré.

Su tono insinuaba que las ideas que se le pudieran ocurrir no tendrían nada que ver con el espíritu navideño. Lali se solidarizó en aquel aspecto con él.

Osvaldo, sin embargo, empezó a asignar tareas con extremo entusiasmo. Al cabo de una hora, María había recibido como tarea hablar con los coros de la zona. Nicolás era el responsable de averiguar sobre los nuevos adornos navideños, y Lali tendría que negociar con los vendedores y proveedores.

—Peter, tú trabajarás con ella, ¿está bien? —dijo el intendente, para gran decepción de María.

—Claro —respondió, guiñándole el ojo a Lali.

—Intuyo que va a ser la mejor navidad que hayamos tenido —declaró Osvaldo alegremente—. Muchas gracias a todos. Nos vemos la semana que viene a la misma hora.

—¿Vamos a reunirnos todas las semanas? —preguntó Lali, horrorizada.

—Claramente, tenemos que dar lo mejor de nosotros —respondió Osvaldo—. Puede que yo sea Papá Noel, pero necesito la ayuda de mis pequeños ayudantes.

Por la cara de Peter, parecía estar pensando en apuñalar al intendente allí mismo. Lali volvió a ponerse de su lado.

—No vale la pena ir a la cárcel por eso —le murmuró al pasar a su lado.

Para su sorpresa, los labios de Peter se curvaron en una sonrisa irónica.

—¿Estás segura?

—Ahora que lo dices… no tanto. Vuelve a preguntármelo la semana que viene y puede que sea yo quien lo mate por ti.

Continuará…