Capítulo 33

Hola, hola!!! Cómo empezaron el viernes?! Más vale que con todo que ya llega el finde y arrancamos diciembre :O! Les subo temprano, para mí, porque seguramente más tarde ya no esté con la compu! Así que mejor nos aseguramos no?! Jajajaja Gracias por sus comentarios, me alegra que les guste la nove!!! Besos y nos leemos mañana! Que terminen genial el día ;)

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Peter cerró la puerta y se alejó. Sabía que no había terminado nada. Por la noche su padre sabría la clase de compañía femenina que había elegido, y entonces sí que empezarían los problemas. En días como aquél, desearía que sus papás lo hubieran desheredado con tal de no meterse en su vida.

Capítulo 33:

Cuando Lali volvió a la cocina a recoger el pedido de Candela, sintió que se le revolvía el estómago. Nunca le había hablado a nadie de la forma en que se había enfrentado a la señora Lanzani. Por un lado se sentía contenta por haberle puesto los puntos a una mujer despreciable. Por otro… esa mujer era la madre del hombre por el que se sentía atraída.

Atravesó el caos que reinaba en la cocina, encontró un banquito y se sentó para no molestar a nadie. Suspiró y le dio un mordisco a una de las galletas que Gastón había preparado para el grupo del sombrero.

—Que no te vea Gastón —le murmuró Eugenia, parándose junto a ella con los brazos llenos de bolsas para el centro de belleza—. ¿Estás bien? Pareces un poco alterada.

—Acabo de enfrentarme a la mamá de Peter —admitió ella.

—¡Ay, qué bueno!… Y, ¿cómo fue?

—No creo que vayamos a ser buenas amigas —dijo Lali con tono irónico.

—¿Y Peter? ¿De parte de quién estuvo?

—Creo que estaba demasiado sorprendido para decir nada, pero al menos no parecía molesto conmigo —sonrió—. Si te digo la verdad, creo que estaba de mi parte. Me dijo que más tarde me llamaba.

—Bien por él —dijo Eugenia—. Algunos hombres no se atreven a elegir a una mujer que pueda hacerle frente a la madre.

—Si sé, ya pasé por eso —reconoció Lali—. Peter ha sumado muchos puntos por no haber salido a defenderla.

—¿Los suficientes puntos para que salgas con él?

Lali suspiró.

—No lo sé. Es posible.

Eugenia se sentó en otro banquito.

—Tengo dos minutos. Te gusta Peter, ¿no es cierto?

Lali asintió.

—¿Y entonces qué es lo que te detiene?

—Ya sé cómo va a terminar todo esto.

Eugenia arqueó las cejas.

—¿En serio? Ah, no sabía que ahora también podías ver el futuro.

Lali comenzó a reír por el asombro fingido de su amiga.

—Bueno, bueno. Sabes lo que quiero decir. Mira de qué familia viene… y después está su idea de irse de aquí. Este trabajo no es más que un escalón más en su carrera.

—¿Te molesta que sea rico y ambicioso?

—Obvio que no —dicho así sonaba ridículo—. Pero estamos hablando de su familia y su futuro, y yo no encajo en ninguna de las dos cosas. La reacción que he tenido con su madre lo demuestra.

—Es Peter quien tiene que decidir si encajas o no —respondió Eugenia—. ¿De dónde sacaste esa idea tonta de que no vales lo suficiente para tener a un buen hombre a tu lado?

Lali pensó en su historia, que tan bien demostraba aquella opinión. Pero al fin comenzaba a cambiar, o al menos a intentarlo. Empezaba a valorar quién era y lo que podía ofrecer, y por eso no quería a nadie en su vida que no la pusiera en primer lugar.

—Puede que Peter no se haya puesto del lado de su madre hoy, pero no puedo asegurar de que vaya a ser siempre así.

—Siempre no —admitió Eugenia—. Nadie puede garantizarte que esto no vaya a terminar mal, pero la única forma de averiguarlo es intentándolo. Los hombres que valen la pena no aparecen todos los días, y puede que Peter sea uno de ellos. No dejes que alguien como María le ponga las manos encima.

—María cree que es gay —le confesó Lali.

Eugenia la miró boquiabierta y las dos comenzaron a reír.

—Supongo que piensa eso porque no quiere salir con ella —dijo Eugenia cuando recuperó el aliento.

—Bingo.

—Bueno, entonces tienes la obligación moral de demostrarle al mundo lo contrario —le dijo Euge, fingiendo que hablaba en serio—. Empieza a enrollarte con él en cada esquina. Se lo debes por haberte defendido a ti antes que a su madre.

—Oh, eso sería lo mejor para su reputación, por supuesto.

—No le hará daño a nadie —insistió Eugenia con un guiño—. Y puede ser muy emocionante.

Lali pensó en los besos de Peter y decidió que su amiga tenía razón. Podía ser muy emocionante.

Y el origen de muchos problemas.

Aunque le había dicho a Lali que la llamaría, Peter había encontrado al menos cien excusas para no hacerlo. Su desinterés no tenía nada que ver con la orden de su madre. Aún se sentía un poco aturdido por la reacción que había tenido al ataque de su madre a una mujer a la que él apenas conocía. Había sentido un deseo inaguantable de proteger a Lali con uñas y dientes, algo que nunca había sentido con otra mujer.

Lali no necesitaba ser protegida. Tal vez pareciera ingenua y vulnerable, pero había enfrentado a una mujer temida por muchos. Sin embargo, Peter no creía que entendiera el verdadero alcance de la amenaza. Su madre tenía un extenso círculo de amistades y una vena vengativa que podía llevar a sus últimas consecuencias. Tal vez hubiera tenido la culpa en el incidente de Ce’Bella, pero su vanidad le impedía reconocerlo, y culparía a Lali por muy absurdas que fueran sus acusaciones.

Ni siquiera su ultimátum podría impedir que Claudia siguiera buscando venganza, especialmente si conseguía que su padre, Juan, también se involucrara. Entre los dos podían destruir la vida de cualquiera. Peter lo sabía muy bien, y el miedo era la verdadera razón por la que no quería hacer esa llamada. Cuando Lali lo miraba con sus grandes ojos marrones, algo en su interior se removía y perdía la concentración, algo que nunca le había pasado en sus treinta y cinco años.

Continuará…