Capítulo 19

Hola, hola!!!! Cómo las trató el sábado?! Sorry por la demora, ando resfriada y bueno estaba ahuyentando el malestar para prender la compu! Jajajajaja Muchas gracias por siempre, siempre estar ahí! SON LO MÁS!!! Me pone feliz que les guste la nove y nada… antes de caer en el disco rayado, que tengan una linda noche y disfruten el domingo!!! Nos leemos mañana ;) Besos

Twitter: @Caparatodos

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Antes de que Lali pudiera reaccionar y cachetearlo por su atrevimiento, Peter se había alejado. Ella dejó escapar un profundo suspiro. Mejor así. Un segundo más y seguramente le habría devuelto el beso sin pensar en las consecuencias.

Al parecer, no era tan inmune a los hombres como había creído. Y mucho menos a aquel hombre en particular.

Capítulo 19:

Besar a Lali no había sido una buena idea, pensó Peter mientras salía del jardín. Se había quedado tan inquieto y alterado que no sabía qué hacer para calmar la tensión sexual. No estaba vestido como para ir a correr, pero decidió que al menos podía volver caminando al hotel. Aunque dudaba mucho que la caminata lo ayudara. En todo caso le daría mucho más tiempo para pensar en los suaves labios de Lali, en su olor, en el ruidito que había hecho con la garganta y que demostraba que no era tan inmune a su fuerza masculina…

—¡Caramba! —susurró.

El problema era muy serio. Peter tenía planes para su futuro, y no incluían quedarse en Monte Grande para siempre. Hasta el momento había tenido mucho cuidado para no complicarse la vida con mujeres. Pero Lali tenía la palabra «complicación» escrita en la frente.

Gracias a Dios, su teléfono empezó a sonar antes de que se perdiera en pensamientos y reflexiones absurdas.

—¿Aló? —preguntó, esperando no parecer tan desesperado como se sentía.

—Peter, hola. Soy Agustín.

Estuvo a punto de suspirar de alivio por la distracción.

—Hola, Agustín. Iba a llamarte para decirte que todavía no he podido ver lo del equipo, pero no creas que me olvidé.

—No te preocupes —le dijo Agustín—. En realidad, te llamo para preguntarte si querías venir esta noche con Nicolás Riera… creo que lo conoces del comité navideño, Gastón Dalmau del restaurante Delica’s y conmigo. Vamos a jugar fútbol en el parque y después tomar unas cervezas. ¿Te apuntas?

—¿A qué hora? —preguntó él.

—Dentro de veinte minutos. Vamos a estar por las bancas. ¿Te prendes, entonces?

—Por supuesto —dijo Peter—. Voy al hotel a cambiarme y los veo allá.

Genial, pensó mientras guardaba el celular. Un partido de fútbol y una charla exclusivamente masculina era justo lo que necesitaba para sacarse aquel beso de la cabeza.

Dos horas después, Peter había agotado todas sus energías mentales y físicas en el partido de fútbol e iba por su segunda cerveza, lo que le había aflojado la lengua considerablemente.

—¿Qué saben de Lali? —preguntó antes de poder pensar en las consecuencias que tendría hablar de ella con aquellos hombres en particular—. Todos la conocen, ¿no?

Agustín, Nicolás y Gastón intercambiaron unas miradas divertidas.

—Les dije —soltó Agustín, tendiendo la mano hacia los otros—. Pagando.

—¿Qué les dijiste? —preguntó Peter con el ceño fruncido.

—Que te gustaba Lali y que no harían falta más de dos cervezas para que empezaras a preguntar por ella —respondió Agustín.

—¿Hicieron una apuesta? —preguntó él, sin poderlo creer.

—Siempre apostamos —dijo Nicolás, dándole la plata a Agustín—. Somos un grupo muy competitivo, como podrás ver.

—Pago bajo protesta —dijo Gastón mientras le pagaba a Agustín—. La apuesta estaba a tu favor. Tú los viste a los dos juntos. Nosotros no.

—Deja de quejarte —le dijo Agustín—.Bien que Rochi o Euge te han puesto al tanto de todo. Y Nicolás está en el comité navideño, así que al menos los ha visto juntos una vez.

Gastón sonrió.

—Bueno, tal vez algo sepa, pero cuando estoy en Delica’s tengo mucho trabajo y no siempre escucho lo que Euge comenta en la cocina.

—¿Y a tu mujer tampoco la escuchas? —preguntó Agustín.

—¿A Rochi? ¡Imposible no escucharla! Acuérdate que es abogada.

—Eh... ¿podríamos volver al tema, por favor? —pidió Peter, levantando una mano—. ¿Todos ustedes, esposas incluidas, han estado haciendo teorías sobre mí y Lali?

—Claramente —admitió Nicolás, dándole una palmada en la espalda—. Bienvenido al mundo de las Poderosas.

—¡Wow! —murmuró Peter—. Me dijo que se metían en todo, pero nunca me imagine que tanto.

—Funcionan como un equipo perfectamente compenetrado —le explicó Agustín—. Si muestras el mínimo interés en Lali, las tendrás a todas encima.

—No sé si eso es bueno o malo —dijo Peter—. Lali está convencida de no tener ningún interés por mí o algún hombre en general.

—Todas pensaban lo mismo antes de casarse —le aseguró Agustín—. Entre Candela y yo estaba el tema de la edad, además de que mi trabajo se vio amenazado por el escándalo que representaba que ella saliera con un hombre más joven, quien además era el entrenador de su hijo. Con Nicolás y Eugenia… digamos que él tuvo que dejar atrás cierta historia bastante complicada.

—Por decirlo de una manera sutil —añadió Gastón, golpeándole amistosamente el brazo a Nicolás.

—Y en cuanto a Gastón —siguió Agustín—, era tan reacio al compromiso como Rocío. Nico y yo nos divertimos mucho viendo la caída de ambos.

—¿Y Lali? —preguntó Peter, quizá demasiado ansioso—. ¿Por qué es tan desconfiada?

—Ni idea —respondió Agustín—. Se mudó acá sola y desde ahí no ha salido con nadie.

—Un segundo —dijo Nicolás—. ¿No estaba viviendo con un hombre antes de venir aquí? Creo que Eugenia dijo que terminaron por culpa del trabajo de Lali y porque ella quería mudarse de Pilar.

—¿Lali vivía en Pilar? —preguntó Peter—. No sabía. ¿Es de ahí?

—No. Es del sur —dijo Gastón.

Nicolás le puso otra cerveza delante a Peter.

—Vamos a lo importante. ¿Cuáles son tus intenciones con Lali? ¿Buscas algo serio con ella o sólo una distracción?

Peter lo miró fijamente. Se había mudado hacía menos de un mes y sólo conocía a Lali un par de semanas, ¿y ellos querían saber si buscaba algo serio?

—Mmm… —protestó—. ¿Algo serio, dices? ¿Quieres decir si estoy buscando esposa?

—Exactamente —confirmó Agustín.

—Recién la conozco. Y si de verdad no tiene interés en los hombres, no hay nada que hacer.

—Nosotros podríamos ayudarte —ofreció Agustín—. Si tuviéramos la certeza de que va en serio.

—¿Ayudarme cómo? —preguntó Peter. No le hacía gracia que esos tres se pusieran a conspirar a sus espaldas, y menos con la ayuda de sus respectivas mujeres.

—Para empezar, este domingo van a venir todos a cenar a casa, incluida Lali —dijo Gastón—. Podría invitarte a ti también.

—Pero sólo si mis intenciones van en serio —concluyó Peter.

Los tres hombres asintieron seriamente.

—De lo contrario, le harías daño y nos veríamos obligados a defenderla —dijo Nicolás.

Peter comenzó a reír, pero a ninguno de ellos pareció hacerle gracia, así que él también se puso serio.

—Está bien. Mensaje recibido. Lali tiene a tres hombres cuidándola.

—Y a tres mujeres muy peligrosas —añadió Agustín.

—Eugenia levanta pesas —le advirtió Nicolás.

Peter sacudió la cabeza.

—Quizá debería salir con María…

Los tres hombres volvieron a intercambiar miradas, esa vez de sincera preocupación.

—Puede que nos hayamos excedido —dijo Gastón.

—Puede —coincidió Agustín.

—¿Así que esto era una prueba? —les preguntó Peter.

—Así es —admitió Nicolás, sin parecer muy arrepentido.

—Seguimos órdenes —explicó Agustín.

—¿Y, la superé? —preguntó Peter, más intrigado que molesto.

—Pareces un buen hombre, pero no creo que mi opinión importe mucho —dijo Agustín.

—Creo que deberías venir el domingo —insistió Gastón—. Las chicas te darán su opinión.

Peter no estaba seguro de querer someter su vida amorosa al examen de las llamadas Poderosas. Pero si conseguía ganárselas, ellas podrían darle un pequeño empujoncito con Lali sin hacerle daño a nadie.

—Está bien —dijo finalmente.

—¡Buenísimo! —exclamó Agustín.

—Acabas de sumar muchos puntos —dijo Nicolás.

Gastón sonrió comprensivamente, como un hombre que había estado antes en sus zapatos.

Peter sacudió la cabeza y terminó su cerveza. ¿Dónde se había metido? Un solo beso y ya estaba atado de la cabeza a los pies.

Continuará…