Capítulo 27

 

Hola de nuevo!!!! Acá estoy como lo prometí ;) Gracias a todas por las firmas, sobre todo a Juli! Jajaja me tenté con todas tus firmas, aquí el nuevo capi para que te distraigas un rato pero después sigas estudiando ;) Suerte!!! Y buen sábado para todas!!! Las quiero y nos leemos mañana! Besos

Twitter: @Caparatodos

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La seguridad de Osvaldo la animó un poco, pero no tanto como la llegada de Peter. No parecía muy contento de estar allí, pero seguía siendo el hombre más atractivo que María había visto en mucho tiempo.

Y sin el traje debía de estar aún mejor.

Capítulo 27:

Peter se decepcionó y no pudo esconder su desilusión al no encontrarse a Lali en la reunión. Había hecho todo lo posible para retrasar su llegada, pero a las nueve y cuarto tuvo que aceptar que Lali no iba a asistir y que la reunión debía empezar sin ella.

—Buenos días a todos —dijo mientras ocupaba su asiento—. Lamento llegar tarde.

—La puntualidad es una muestra de respeto —dijo Osvaldo en el mismo tono que hubieran utilizado sus padres—. Ninguno de nosotros tiene tiempo que perder.

—Claro que no —admitió Peter—. No volverá a pasar. Empecemos directamente con los informes. María, ¿cómo vas con los contactos para el coros?

—Un par de ellos ya se comprometieron —dijo ella—. Ya sé que nunca habíamos salido de lo tradicional, pero creo que los tiempos han cambiado y que todos nos deberíamos sentir representados.

Peter asintió para mostrar su aprobación.

—¿Te parece bien, Osvaldo?

Osvaldo pareció un poco confuso, pero también asintió.

—Me parece que veces anteriores ya los habíamos invitado y que siempre se habían negado.

—Sabes que no es así —lo contradijo María—. Tú y todos siempre pasan de taquito este asunto, pero la verdad es que nadie quería buscarse problemas. En mi opinión, deberíamos borrar cualquier señal de discriminación en Monte Grande.

—Estoy de acuerdo —dijo Nicolás—. Las otras iglesias tienen un coro excelente y deberían incluirse en el programa. Las creencias no puede ser un obstáculo.

—Asunto arreglado —dijo Peter—. María, encárgate de hablar con la directora del coro y haznos saber su respuesta la semana que viene.

—Te llamaré o pasaré por tu oficina en cuanto haya hablado con ella —le dijo María con una sonrisa.

—Bien. Nicolás, ¿qué hay de los adornos?

Durante la hora siguiente estuvieron mirando fotos de adornos navideños de todas las clases imaginables. Para Peter era un asunto de importancia menor, pero para Osvaldo y María parecía que el éxito de la navidad dependía de la adecuada selección de luces y adornos.

—No se olviden del presupuesto —les recordó—. Sólo he podido encontrar un pequeño fondo que puede ser utilizado para esto. No podemos permitirnos gastar más de la cuenta.

—Si nos decidimos por los copos de nieve, puedo conseguir un descuento —sugirió Nicolás—. Es el mismo proveedor que me distribuye casi toda la mercancía.

—Decidido —declaró Osvaldo, muy complacido—. Iluminaremos el centro con copos de nieve y luces de colores en los árboles, además del árbol de Navidad que alumbraremos la primera noche del festival. Nicolás, tú te encargarás de supervisar la iluminación, ¿no es así?

—Tranquilo —respondió Nicolás.

Peter gastó menos de un minuto en presentar su informe sobre los vendedores. Al finalizar la reunión, le hizo un gesto a Nicolás para que lo siguiera a su oficina.

—¿Dónde está Lali? —le preguntó.

Nicolás le dirigió una mirada compasiva.

—Ni idea. Anoche tuviste que haber hecho algo para enojarla mucho, solo así decidiría irse de la reunión. ¿Se puede saber qué hiciste?

—No tengo ni idea. ¿Cómo se supone que voy a solucionar algo si no sé cuál es el problema? —se sentía frustrado por la situación y por la importancia que le estaba dando al comportamiento de Lali. Durante todos esos años se había preocupado de evitar complicaciones románticas por esa misma razón. Eran una distracción innecesaria.

Pero no podía ignorar la fascinación que sentía por Lali. El deseo formaba parte de esa atracción, pero había algo más. Lali le hacía sentir cosas que ninguna otra mujer le había hecho sentir.

—Podrías preguntarle a ella por qué está tan enojada —le sugirió Nicolás—. O podrías probar con humillarte y ver qué sale.

—Nunca me he humillado ante nadie —protestó Peter, pero la arrogancia implícita del comentario lo hizo poner una mueca.

—¿Alguna vez una mujer se ha molestado tanto contigo como parece estarlo Lali?

—Claramente —admitió Peter tristemente—. Pero nunca había sido tan importante para mí —no tenía la menor experiencia con una mujer capaz de trastocar todos sus esquemas y perspectivas.

—Bueno, si quieres mi opinión, te diré que nunca es tarde para aprender a pedirle disculpas a una mujer. Créeme, he tenido mucha práctica con Eugenia —le dio a Peter una palmada en la espalda—. Y míranos ahora. No podríamos ser más felices.

Peter asintió.

—¿Flores o bombones?

—Me parece que con Lali vas a necesitar algo más original…

—Lo voy a tener en cuenta —dijo Peter.

Continuará…